Iglesiaendirecto | 5 de Abril del 2017
Mons. José Domingo Ulloa Mendieta, arzobispo de Panamá y presidente de la Conferencia episcopal, empezó a trabajar en la Jornada Mundial de la Juventud de 2019 el mismo día en que el Papa anunció que Panamá sería el país anfitrión, el 31 de julio de año pasado. Además de los aspectos materiales que implica un evento de esta magnitud, Mons. Ulloa se preocupa de que la jornada sea la mejor culminación del próximo sínodo ordinario sobre los jóvenes.
Los jóvenes de todo el mundo están con la mirada puesta en Panamá 2019. A un año y ocho meses del evento ¿cómo avanzan los preparativos?
—Ha sido una bendición que el Papa Francisco haya puesto sus ojos en un país que, aún siendo pequeño, tiene vocación de acogida.
En cuanto a la organización, hemos conformado el comité local: tenemos a los directores de los diferentes departamentos y secciones para emprender nuestro trabajo. También estamos invitando a las familias de la archidiócesis a que hagan de su hogar una casa de acogida, a que acojan a Cristo en cada peregrino. Además hemos cerrado el concurso para elegir el logo y el himno. Estamos ya en el proceso de selección.
Por otra parte, con la aprobación del dicasterio, ya tenemos la oración con la que prepararnos hacia la JMJ. Estamos convencidos de que, entre todos los esfuerzos que podamos hacer, es precisamente la oración lo que da la seguridad y la certeza: Dios es quien lleva este trabajo a cabo y nosotros somos solo sus instrumentos. No me canso de decir al dicasterio que queremos ser un brazo ejecutor de este reto que el Papa ha dado a la Iglesia panameña y a toda la Iglesia centroamericana.
—En Río el Papa decía a los jóvenes: hagan lío, quiero lío. En Cracovia animaba a dejar el sofá para hacerse responsables del mundo de hoy. ¿Qué puede esperar el Papa de la JMJ de Panamá?
—Estoy convencido de que el Papa quiere que los jóvenes de la JMJ de Panamá sean capaces de dar lo que van recibiendo, que descubran, como María, la vocación de servicio a la que la juventud está llamada. Este mundo y la Iglesia se transformarán en medida del compromiso que los jóvenes asuman. Pienso que es algo que el Santo Padre puede tener en la mente, y desde luego también es mi deseo.
Tenemos que agradecer que el tema de esta jornada sea mariano: descubrir, como María, lo que Dios hizo en nosotros, y ponernos al servicio de los demás. Llegó la hora de la juventud. Es algo que conecta con el próximo sínodo. Como ve, Dios hace todas las cosas y las hace bien.
—Hay una unidad entre el próximo sínodo ordinario, dedicado a los jóvenes en clave vocacional, y la próxima Jornada Mundial de la Juventud. ¿Se ha puesto en marcha algún plan pastoral para responder a esta llamada?
—Sí. A nivel latinoamericano acabamos de tener una reunión de la pastoral juvenil, en México. Estamos haciendo énfasis, sobre todo de cara al próximo año, en estos temas: la fe, el discernimiento, la vocación y servicio en los jóvenes. Creo que esa preparación debe ser un compromiso del joven latinoamericano y de todos los que vamos a asistir a la JMJ. En María tenemos el ejemplo: encaminarnos hacia donde está Isabel. ¿Y dónde está Isabel? En los migrantes, en los jóvenes que han perdido el rumbo o el sentido de de su vida… Creo que el sínodo y la JMJ nos tienen que llevar a tomar conciencia de que son los jóvenes quienes están llamados a anunciar a otros jóvenes esta gran experiencia que el Señor ha hecho en ellos. Nos compromete. Toda jornada mundial nos compromete. Esta especialmente. Nos compromete no sólo a llenarnos de ese espíritu como el María sino dar ese espíritu a los demás.
—¿Cuáles son, en su opinión, los desafíos más importantes que afrontan los jóvenes en América Latina?
—En primer desafío, el compromiso: dar de lo que hemos recibido. Por otro lado, fortalecer la identidad de lo que somos. En tercer lugar, no perder nuestra memoria histórica. Creo que son los tres grandes desafíos que tiene un joven latinoamericano.
—Ha hablado de la cuestión de la memoria. El Papa decía en Cracovia que “un joven desmemoriado no es esperanza para el futuro” y pedía que preparasen el encuentro de Panamá “hablando con los abuelos, con los ancianos”. ¿Se está haciendo?
—Tenemos que insistir en esta realidad. Hablar con nuestros abuelos: es también una oportunidad para descubrir toda nuestra historia. Creo que un aporte de la Iglesia latinoamericana y centroamericana a la juventud de todo mundo es descubrir nuestras raíces: de donde nos llegó la fe, quién la ha sostenido. No podemos olvidarnos de que la fe en América ha sido una fe martirial. Sobre todo miles y miles de laicos mártires. Entre las grandes figuras, no podemos obviar la más reciente, Óscar Arnulfo Romero. Es el aliciente de un pastor con olor a oveja, alguien que dio la vida por su pueblo. Tenemos que ir buscando esos grandes modelos.
—Al obispo Romero se le ha nombrado recientemente intercesor de la JMJ…
—Sí. Además el Papa anunció otros: san Martín de Porres, mulato. Dios tiene sus momentos. El Papa lo anunció el día de la discriminación racial. San Martín de Porres es peruano, pero de madre panameña, tiene raíces panameñas. Hemos pedido al dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida que nos presente a otra joven: santa Rosa de Lima. Ellos dos fueron los primeros frutos de la evangelización en América.
También hay un santo de la juventud importante en Panamá y Latinoamérica: san Juan Bosco. Hemos pedido su intercesión, igual que la del indio san Diego. Son dos santos emblemáticos que pueden motivar a los jóvenes, cada uno desde una realidad concreta. También está la beata Romero, que entregó su vida por los niños y la juventud, y como en toda jornada mundial, san Juan Pablo II, otro santo del que hemos pedido la intercesión.
Evidentemente tenemos la protección de Santa María la Antigua, patrona de Panamá desde la fundación de la diócesis en 1513 que, por cierto, fue la primera diócesis americana en tierra firme.
—¿Se han decidido ya los lugares para la vigilia de oración y la Misa con el Papa?
—Se están estudiando todas las posibilidades. Queremos que el lugar tenga las mayores facilidades para acoger a un número elevado de peregrinos. También hemos tratado los aspectos de la seguridad, que tienen que existir. De momento, invitamos a los jóvenes a que se inscriban con tiempo: eso facilita la organización, la seguridad y las gestiones de permisos internacionales.