«Manténganse atentos porque no saben el día ni la hora»
Hno. Ricardo Grzona, frp
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PRIMERA LECTURA: Sabiduría 6, 12-16
SALMO RESPONSORIAL: 63(62), 2.3-4.5-6.7-8
SEGUNDA LECTURA: 1 de San Pablo a los Tesalonicenses 4, 13-18
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
-Amén-
TEXTO BÍBLICO: Mateo 25, 1-13
1 “El Reino de los Cielos será, entonces, como diez jóvenes solteras que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio. 2 Cinco de ellas eran prudentes, mientras que las otras cinco eran imprudentes. 3 Las que eran imprudentes, agarrando sus lámparas, no tomaron consigo el aceite de reserva, 4 pero las prudentes trajeron consigo contenedores de aceite junto con sus lámparas. 5 Mientras el novio se tardaba tanto, las diez comenzaron a quedarse dormidas. 6 A la medianoche se escuchó este grito: ‘¡El novio viene! ¡Vengan a recibirlo!’ 7 Entonces las diez jóvenes solteras se despertaron y comenzaron a preparar sus lámparas. 8 Las imprudentes dijeron a las prudentes: ‘Danos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. 9 Pero las prudentes respondieron, diciéndoles: ‘No, porque el aceite que tenemos no es suficiente para nosotras y ustedes, así que vayan a los que venden aceite y cómprenlo para ustedes’.
10 Cuando ellas salieron a comprar el aceite, llegó el novio, y las jóvenes prudentes entraron con él a la fiesta de bodas y la puerta se cerró. 11 Luego llegaron las otras jóvenes solteras y comenzaron a decir: ‘¡Señor, Señor, ¡déjanos entrar!’12 Pero él respondió: ‘Ciertamente les digo que ¡no sé quiénes son ustedes!’
13 “Así que manténganse atentos porque no saben el día ni la hora que el Hijo del Hombre vendrá”.
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR
1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio Bíblico.
Esta parábola, exclusiva de Mateo, se refiere a la segunda venida de Jesús. Describe la situación de los que viven en la esperanza el tiempo intermedio entre la resurrección y la parusía. El reino de los cielos es comparado, no con diez jóvenes, sino con la celebración solemne de una boda. El centro del mensaje es la necesidad de la preparación.
Dos hechos suceden: el retraso del novio y el sueño de las que esperan. La insensatez de las jóvenes imprudentes no es que se hubieran dormido (todas se durmieron), sino en que no iban preparadas para su misión. No habían contado con un posible retraso del novio y por eso no tuvieron aceite suficiente. La negación de las jóvenes prudentes a compartir el aceite es un rasgo parabólico para hacernos comprender que la preparación requerida es personal e insustituible. No vale apoyarse en la fidelidad de otro.
La respuesta del esposo indica que las jóvenes imprudentes representan a quienes están en la comunidad de los fieles, pero carecen de auténtica entrega y, por tanto, no están preparados. «Por tanto, estén atentos» (13) es una advertencia para que permanezcamos constantemente fieles y entregados a poner en práctica las enseñanzas de Jesús.
Después de haber mirado como Dios nos va a juzgar al final de los tiempos, cuando venga en su gloria, como rezamos en el Credo, hoy se nos invita a mirar la actitud de cómo realizar esa espera en medio del mundo. Debemos ubicarnos que Jesús le está hablando a la gente que no sabe ver con fe, ni abrir el corazón ante el paso del Salvador, a pesar de que son sus discípulos y tratan de entender lo que el Maestro les está proponiendo. La imagen de la parábola de las diez jóvenes que esperan la llegada del esposo, nos muestra la actitud que el hombre debe tener frente a la llegada del Señor. Las jóvenes que llevaron aceite suficiente para vigilar, nos habla de aquel que se ocupa y se preocupa de las cosas de Dios, dándole la importancia que se merecen, y su espera entonces, no es perezosa, sino activa. Ni lo largo de la espera, ni el sueño, ni ninguna otra cosa, las saca de lo que están viviendo con la llegada del esposo. En cambio, las jóvenes que no previeron la situación, nos marcan el camino de aquellos que le da lo mismo una cosa que otra, que se desentienden de las cosas de Dios, dejando que sea la pereza la que maneje la vida y el encuentro con el Señor. No le dan importancia al momento que están viviendo. Esperan, es cierto, pero lo hacen de una manera totalmente desentendida, irresponsable.
Sería bueno mirar bien el texto y releerlo, porque nos pone frente a dos actitudes distintas: vigilar y dormir. Esto nos llama la atención a nosotros que como Iglesia debemos esperar al Señor que viene con sabiduría y esperanza (ver la 1º lectura de este domingo), ya que Cristo debe ser esperado con tensión, con amor, de manera inteligente, de tal modo que no nos instalemos en la comodidad de la satisfacción de aquel que piensa que tiene todo resuelto, que ya no tiene nada por cambiar, o lo que es peor, se refugia en la superficialidad de tomarse todo a la ligera, sin responsabilidad, incluido el mismo Dios.
Como ayuda para entender bien este texto, recomendamos releer la segunda lectura, donde San Pablo nos recuerda que no debemos vivir como los que no tienen esperanza, con tristeza. La fe de la comunidad debe estar siempre alerta y operante, es decir, adornada con las obras que brotan del amor y que nos llevan a estar atentos y vigilantes frente al Señor que viene.
Valga como iluminación final para entender lo que nos dice la página de la Segunda de este Domingo: “No nos durmamos como hacen los otros, sino que permanezcamos vigilantes” (1Tesalonicense 5,6)
Preguntas para recordar el texto bíblico:
- ¿Cómo se llama la parábola que nos presenta el Señor?
- ¿Con qué y a dónde salieron estás jóvenes?
- ¿Qué actitud tenían cinco de ellas y que otra actitud tenían las otras cinco?
- ¿Qué es lo que no llevaron cinco de ellas? ¿Qué llevaban las otras cinco?
- ¿A quién esperaban y que pasó?
- ¿Qué se oyó a la media noche?
- ¿Qué hicieron las jóvenes?
- Cinco de ellas imprudentes, ¿Qué les pidieron a las otras cinco que fueron prudentes?
- ¿Qué les contestaron las otras cinco?
- ¿Cuándo llego el novio que pasó?
- Más tarde cuando llegaron las otras cinco, ¿Qué pasó?
2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
- A lo largo de todo este año, ¿he sido una persona de esperanza y he estado vigilante, o por el contrario, me he dejado llevar por la pereza, por la forma de pensar del mundo con sus antivalores y criterios?
- ¿Podría decir que durante este año yo he sido prudente?
- ¿Mi corazón ha seguido en todo colmado del aceite del amor de Dios o lo he llenado con las formas de pensar y de actuar del mundo que destruyen la vida de Dios en mí, como lo son el egoísmo, la falta de solidaridad, el orgullo, la corrupción, el pecado?
- ¿Me mantengo vigilante en la espera del Señor, llenando continuamente mi lámpara del aceite del amor con las buenas obras de caridad que me llevan a vivir la ley suprema que Jesús nos dejó, de amarnos los unos a los otros?
- ¿Dejo que las preocupaciones de la vida me adormezcan y me hagan olvidar que el Señor va a regresar y que espera que esté preparado, con mi lámpara encendida, es decir, con una fe que se manifiesta en obras concretas
3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
Señor Jesús, gracias por darnos tu Palabra que es de vida eterna. Quisiéramos hoy pedirte que nos ayudes a no desfallecer en la espera. Tú sabes que muchas veces se nos hace muy larga y entramos en desesperación. Queremos pedirte hoy que avives en nosotros la virtud de la Esperanza. Nuestra vida cotidiana nos puede hacer olvidar el guardar ese “aceite de nuestra lámpara” que nos iluminará el camino. La lámpara de la fe, nos produce la luz de la esperanza y podremos encontrarnos contigo definitivamente en el amor, en la medida que seamos prudentes.
Gracias por recordarnos esta espera, esta tensión dinámica que nos lanza hacia Ti.
Que tu oración sea un frecuente dar gracias por ser templos del Señor y pedirle que puedas creer y vivir en Jesús y en su Iglesia. Pídele la gracia de que el seguimiento te lleve a anunciarlo.
Hacemos un momento de silencio para responder al Señor y demos gracias porque nos llena de alegría en la esperanza cristiana.
Añadimos nuestras intenciones de oración.
-Amén-
4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
«Manténganse atentos porque no saben el día ni la hora»
(Versículos 13)
Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
En lo personal, Los invitamos a examinar cómo ha estado el aceite de la lámpara de nuestra fe, en cuanto a las relaciones con los demás (familia, amigos, compañeros de trabajo o estudio), es decir, si las hemos vivido con caridad y entrega.
Como compromiso personal, trataré de buscar a algún hermano que se ha dormido en el sueño de este mundo, con su propuesta egoísta y violenta, y que margina a Dios de sus relaciones e invitarlo a retomar el camino.
Con tu grupo, Planificar con nuestro grupo alguna acción misionera de salida a nuestro medio ambiente, con la propuesta de mostrarles a las personas con los cuales convivimos habitualmente y que se han dormido, que es posible seguir iluminando y amando como Jesús nos mandó, para que su Reino sea una realidad entre nosotros
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