Lectio Divina Dominical XXXI del Tiempo Ordinario Ciclo C

«El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido»

Hno. Ricardo Grzona, frp
Hno. Cristian Buiani, frp

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PRIMERA LECTURA: Sabiduría 11, 22-26.12,1-2
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 145(144), 1-2.8-9.10-11.13.14
SEGUNDA LECTURA: 2 Tesalonicenses 1, 11-12.2,1-2

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICO: Lucas 19, 1-10

1 Jesús entró en Jericó y comenzó a cruzar la ciudad. 2 Un hombre rico vivía allí, llamado Zaqueo, quien era jefe de recaudadores de impuestos. 3 Estaba tratando de ver quién era Jesús, pero no podía, debido a la multitud, porque Zaqueo era pequeño de estatura. 4 Entonces corrió delante de la gente y se subió en una higuera salvaje para ver a Jesús, porque se suponía que debía pasar por allí. 5 Cuando Jesús llegó a ese lugar, levantando la vista lo vio y le dijo: “Zaqueo, bájate rápido, porque hoy es necesario que me quede en tu casa”.

6 Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió en su casa con gran alegría. 7 Todos los que vieron esto comenzaron a murmurar diciendo que había entrado a quedarse en la casa de un pecador. 8 Entonces Zaqueo se levantó y le dijo al Señor: “He aquí, Señor, que daré la mitad de mis bienes a los pobres y si en algo he robado a alguien, se lo devolveré cuatro veces más”.

9 Entonces Jesús dijo: “Hoy la salvación ha venido a esta casa, porque este hombre también es descendiente de Abraham. 10 Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido”.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

Aún con cierta continuidad con las lecturas de los domingos pasados, las lecturas ahora nos hablan de la paciencia de Dios y de la siempre presente posibilidad de aun los más sorprendentes cambios de corazón, “conversiones.” El Libro de la Sabiduría es quizá el que se escribió por último en el “Antiguo Testamento,” cerca del tiempo de Jesús. Fue escrito en griego y está muy influenciado por la filosofía griega (“filosofía” quiere decir “amor a la sabiduría”). Tiene una visión amplia de las cosas, del mundo: ve el gran panorama. Un efecto de esto es que nos quita la mirada de nosotros mismos, de nuestros pequeños mundos que creamos y a los que nos aferramos y que a menudo nos aprisionan. Lo que se traduce “lo que basta a inclinar una balanza” se refiere a esa caída tan ligera de la balanza que hace difícil decidir lo que el peso exacto es; en otras palabras, es una imagen de la nada. Santa Catalina de Siena sabía esto bien cuando repetía que Dios es el que es y nosotros lo que no es, y que fijarse aun en nuestros pecados detrae de la majestad de Dios, que es lo que debe ocupar nuestra atención.

El Señor tiene paciencia. Nos deja equivocarnos, nos educa, o nos disciplina, poco a poco. Pero también se puede dar esos acontecimientos que cambian la vida, esas últimas oportunidades perdidas, cuando ese trago de más o esa última apuesta traen la catástrofe. Así que el mensaje es nunca dejar las cosas urgentes hasta el último momento, sino confiar en Dios y trabajar como si estuviésemos asegurados de la victoria final. El caso de Zaqueo es sorprendente. Los publicanos, o recaudadores de impuestos, eran considerados grandes pecadores que extorsionaban y estaban empleados por es poder colonial y ocupador. A  Zaqueo se le llama “¡archipublicano!” Por lo menos éste tiene curiosidad por Jesús, pues se sube en un árbol. Pero nadie supera al Señor, que se invita a sí mismo a casa de Zaqueo. Hay murmuraciones de parte de la muchedumbre como siempre, pero algo grande está sucediendo: el cambio en el archipublicano, que ha decidido reparar el daño que había hecho, y de modo generoso. A nadie se le excluye del amor paciente de Dios, todos podemos ser salvos. Jesús dice claramente: Hoy a entrado la salvación a esta casa. (quien había entrado era Él mismo, que es el Salvador de la humanidad.) De hecho, el Hijo del hombre tiene un interés especial en salvar a los que se les considera como perdidos. Al final, la diferencia entre esos seres humanos que supuestamente cuentan y los que no, no es tan grande, es como el rocío matinal que se evapora.

Preguntas para reconstruir el texto:

  1. ¿Cuál es la ciudad en la que ingreso Jesús?
  2. ¿Cuál es el nombre del hombre rico que nombra el texto? ¿Qué lugar ocupaba este en la comunidad?
  3. ¿Qué le impide a Zaqueo poder ver a Jesús? ¿Qué hace para superar esta limitación?
  4. ¿Qué le dice Jesús a Zaqueo al verlo? ¿De qué forma responde Zaqueo a las palabras de Jesús?
  5. ¿Cuáles son las reacciones y murmuraciones de los allí presentes?
  6. ¿Qué decisión toma Zaqueo y le comunica a Jesús?
  7. ¿Qué dice Jesús acerca de la salvación, y de lo que el Hijo del Hombre ha venido a hacer al mundo?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. ¿Estoy atento al paso de Jesús en mi vida? ¿Comprendo que desde la misma forma en que ingresó a Jericó aún hoy Jesús camina cerca de nosotros y viene a nuestra vida?
  2. ¿Qué es lo que me impide hoy ver claramente a Jesús? ¿Soy capaz de vencer los impedimentos que hay siempre en mi vida para poder encontrarme con el Señor? ¿Cómo puedo hacer para poder superar los impedimentos?
  3. ¿Al pensar que Jesús me mira como a Zaqueo, que siento en mi corazón? ¿Me dejo encontrar por la mirada de Jesús? ¿Le pongo excusas, cuáles?
  4. ¿Si le abro la puerta a Jesús, el llena mi vida, y por lo tanto otras muchas cosas que sobran? ¿Puedo identificar estas cosas? ¿Soy capaz de deshacerme de lo que obstaculiza mi relación con Jesús?
  5. ¿También yo me enojo y murmuro contra los cristianos que saben superar los prejuicios para ir a atender las necesidades de gente que tal vez yo crea condenada? ¿Quién soy yo para condenar? ¿Caigo fácilmente en la tentación de acusar y condenar?
  6. ¿Estoy a la espera de que Jesús pronuncie sobre mí “hoy la salvación ha llegado a esta casa”? ¿Qué significa para mí esto?
  7. ¿Estoy dejando actuar a Jesús que viene a buscar y salvar lo que se había perdido? ¿Cuándo me pierdo en la vida? ¿Tengo la humildad suficiente para reconocer mis errores y disculparme ante los demás y ante Dios para recibir su perdón?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Señor quiero subir a lo alto 
Para verte y que me veas 
Obedecer tus mandatos 
Y que mi amigo tú seas 

Señor ven a mi hogar 
Cena conmigo esta noche 
Porque yo te quiero amar 
Y seguirte sin reproche 

Ayúdame a ser mejor 
A corregir mis errores 
Y dar el fruto de amor 
A los que di sinsabores 

Quiero crecer en bondad 
Tras mi nuevo nacimiento 
Sabiendo tu voluntad 
Teniendo tu pensamiento 

Ahora se que la riqueza 
No consiste en el dinero 
Sino vivir en tu Gracia 
Que es como vivir yo quiero 

Jesús te doy las gracias 
Por tu amor divino 
Por limpiar mi alma 
Porque he renacido 

Ayúdame a caminar 
En esta mi vida nueva 
Que deje lo viejo atrás 
Y que en mí todos te vean 

Amén

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido»
(Versículos 10)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

En lo personal, me comprometo a ser un cristiano en salida misionera. Pienso en los tiempos diarios que paso viendo televisión, escuchando música o estando conectado a internet, para dedicar una visita semanal a quien este atravesando momentos de dificultad o soledad (familiares, orfanato, asilo de ancianos, etc.)

Con tu grupo, nos comprometemos a ser comunidad evangelizada y evangelizadora. Pensamos y organizamos una misión o visita misita misionera hacia las “periferias existenciales” de nuestra ciudad; (barrios carenciados, jóvenes con problemas de adicciones, violencia, etc.)

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