Lectio Divina Dominical XXVII del Tiempo Ordinario Ciclo C

«Si tuvieran una fe del tamaño de una semilla de mostaza»

Hno. Ricardo Grzona, frp
Dr. Emilio G. Chávez

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PRIMERA LECTURA: Habacuc 1, 2-3.2,2-4
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 95(94), 1-2.6-7.8-9
SEGUNDA LECTURA: 2 Timoteo 1, 6-8.13-14

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICO: Lucas 17, 5-10

5 Los apóstoles le preguntaron al Señor: “Aumenta nuestra fe”.

6 El Señor les respondió: “Si tuvieran una fe del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a esta higuera salvaje: ‘¡Arráncate y plántate en el mar!’ Y ella los obedecería”.

7 “¿Supongan que uno de ustedes tiene un empleado que trabaja en el campo o cuida las ovejas y cuando regresa del campo, le dice: ‘Ven rápido y siéntate a la mesa’? 8 Por el contrario, le dirá más bien: ‘Prepara la cena para mí, ponte tu delantal y sírveme mientras como y bebo. Después de esto puedes comer y beber’. 9 ¿Da gracias al empleado porque obedeció sus órdenes? 10 De la misma manera ustedes, después de hacer todo lo que se les ha mandado, digan: ‘Somos empleados inútiles porque solo hemos cumplido lo que debíamos hacer’”.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

Las lecturas este domingo nos hablan de esperar con paciencia, aun cuando hay dificultades. La primera lectura del profeta Habacuc, es una queja bien conocida hecha a Dios, que Él no pone remedio a los males que nos rodean. El profeta acaba pasándose la noche en vigilia y recibe una visión. El Señor le dice que espere, que su esperanza no será defraudada. Habacuc debe escribir la visión en tabletas para que pueda leerse fácilmente por todos. Los Esenios de los Rollos del mar Muerto amaban esta profecía y la interpretaban así: escribe la profecía en tabletas para que aun el que corre la pueda leer, pues las cosas se pondrán en movimiento y uno debe estar listo para correr. La última parte de la lectura es muy famosa: el justo vivirá por la fe, o por su fidelidad, algo fundamental en la enseñanza de san Pablo.

El salmo repite “si escuchan hoy su voz no endurezcan el corazón.” Debemos tener aguante y perseverar en el seguimiento de Jesús.

La lectura del Evangelio nos presenta a Jesús respondiendo al deseo de sus discípulos por mayor fe diciendo que si nuestra fe fuera tan “grande” como un grano de mostaza podríamos hacer maravillas. ¿No es verdad que tenemos muy poca fe? ¿Que nos preocupamos que nuestros pocos panes no bastan, que un par de peces no pueden dar de comer a tantos, que nos preocupamos acerca de lo que vamos a vestir y comer justo como los paganos (“gentiles,” Mt 6:32)? Si tuviéramos fe como un grano de mostaza este mundo sería muy diferente. Pero nuestra fe, y nuestra “fidelidad” (en hebreo la palabra, emunah, de donde viene el “amén” que tanto repetimos muchas veces sin estar convencidos), de hecho es aún menor que el “grano de mostaza.” Pero como san Pablo le dice a su “hijo” Timoteo, nuestro don de Dios (fe, amor, comparar Mt 7:21-23 y Mt 24:12) puede ser avivado para convertirse de nuevo en llama: nuestro don de Dios no es el de un espíritu tímido, incrédulo, cobarde o pusilánime (de alma pequeña, al contrario de magnánimo, “alma grande”). Nuestra actitud debe ser sobria, seria, humilde y confiada: sólo estamos haciendo nuestra tarea y el Señor proveerá todo lo que necesitamos; sólo debemos permanecer firmes (otro significado de emunah, “fidelidad”).

Preguntémonos para reconstruir el texto:

1. ¿Quiénes se dirigieron al Señor?
2. ¿Qué le dijeron?
3. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús?
4. ¿Qué significa tener fe?
5. ¿Cuál fue la otra comparación que les dijo el Señor?
6. ¿Cuál fue la actividad que tuvo que hacer el servidor?
7. ¿Qué es lo que debemos decir y creer, una vez que cumplamos con el mandato del Señor?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

1. ¿Cómo es mi fe? ¿En qué he puesto mi fe?
2. Muchas personas tienen una fe que es poco profunda, y basan su fe en actos religiosos externos. ¿También así mi fe?
3. ¿Cuál es la relación real entre mi fe y la relación personal con Jesús el Señor?
4. ¿Qué significaría hoy arrancar de raíz una planta para irse lejos? ¿Podrá el Señor también dirigirse a mis actitudes personales e internas, para decirme que con fe en Él puedo arrancarlas para tener una actitud más cristiana?
5. ¿Estoy haciendo todo lo que me pide el Señor?
6. ¿Siento que cuando hago las cosas soy un servidor, y no más que eso, alguien a quien el Señor le encomendó las actividades y ya? ¿Me siento superior a los demás por hacer las cosas del Señor?
7. ¿Puedo volver a decir como el servidor del Evangelio: “sólo he cumplido con mi deber”?
8. ¿Qué más me hace falta para vivir de acuerdo a la fe en Jesús?
9. ¿Soy capaz de compartir mi fe con otros amigos y compañeros?
10. ¿Qué implica hoy no sólo ser seguidor, discípulo del Señor, sino también misionero, es decir tener una fe activa, que se expande?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.
Gracias por que por tu Palabra estoy descubriendo que todavía me queda mucho que cumplir para vivir mi fe.
Señor la fe que Tú me regalas gratuitamente para que yo la distribuya a los demás, aún estoy muy lejos de ser un misionero.
Señor, ¡AUMENTA MI FE!

Podemos repetir algunas ideas del Salmo 95 que oraremos en el próximo domingo:

95,1: Vengan, aclamemos al Señor, vitoreemos a la Roca salvadora;
95,2: entremos a su presencia dándole gracias, vitoreándolo con cánticos.
95,3: Porque el Señor es el gran Dios, el gran Rey de todos los dioses:
95,4: tiene en sus manos las simas de la tierra, son suyas las cumbres de los montes;
95,5: suyo es el mar porque él lo hizo, y la tierra firme que modelaron sus manos.
95,6: Entremos, inclinémonos y postrémonos, arrodillémonos ante el Señor, Creador nuestro,
95,7: porque él es nuestro Dios y nosotros el pueblo que apacienta, el rebaño que cuida. ¡Oh, si escuchasen hoy su voz!
95,8: No endurezcan su corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto:
95,9: donde sus antepasados me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

 

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.

Amén

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«Si tuvieran una fe del tamaño de una semilla de mostaza»
(Versículos 6)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Queremos entrar por la puerta estrecha…. ¿Qué debemos cambiar en nuestra vida para entrar por esta puerta estrecha?

En lo personal, te invito a que hagas un profundo examen de conciencia sobre la fe que tú tienes. Y que puedas hacer una oración más seria y profunda sobre lo que significa tener fe. Y Obvio, como la fe se manifiesta en obras concretas, sugerimos que hagas alguna obra nueva, algo en especial que nunca hiciste antes, como visitar personas que están solas, llevar alivio y consuelo a quienes viven un duelo, ayudar en alguna institución dedicada a los más necesitados. La fe, tú la manifestarás en obras. Pero por sobre todas las cosas, te invitamos a compartir tu fe con la gente de tu estudio, trabajo, barrio, con quienes nunca hablaste de tu fe en Jesús. Así vas uniéndote a la gran misión continental.

Con tu grupo, proponerse una actividad que tenga que ver con la fe. Puede ser manifestar públicamente la fe, invitar como grupos a otras personas o grupos que nunca escucharon sobre Jesús, a decirles quién es Él y manifestar públicamente nuestra fe.

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