Lectio Divina Dominical XXIX del Tiempo Ordinario Ciclo C

«Orar siempre sin cansarse»

Hno. Ricardo Grzona, frp
Dr. Emilio G. Chávez

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PRIMERA LECTURA: Éxodo 17,8-13
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 121(120),1-2.3-4.5-6.7-8
SEGUNDA LECTURA: 2 Timoteo 3,14-17.4,1-2

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICO: Lucas 18, 1-8

18,1: Para inculcarles que hace falta orar siempre sin cansarse, les contó una parábola:
18,2: —Había en una ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. 18,3: Había en la misma ciudad una viuda que acudía a él para decirle: Hazme justicia contra mi rival.
18,4: Por un tiempo se negó, pero más tarde se dijo: Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, 18,5: como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, así no seguirá molestándome.
18,6: El Señor añadió:
—Fíjense en lo que dice el juez injusto; 18,7: y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos si claman a él día y noche? ¿Los hará esperar?
18,8: Les digo que inmediatemante les hará justicia. Sólo que, cuando llegue el Hijo del Hombre, ¿encontrará esa fe en la tierra?

BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

Este domingo se nos llama a perseverar en la oración. Las lecturas son bastante sencillas. Amalec era el gran enemigo de Israel (ver Deuteronomio 25:17-19), y es enumerado entre las naciones poderosas que aterraron tanto a Israel cuando éste exploró la Tierra Prometida (Números 13,25-33). De hecho, todo el tiempo que Israel perdió en el desierto fue consecuencia de su miedo y falta de fe en Dios que les había mandado ir a tomar la tierra, que ya habían llegado; ver Números 14; Deuteronomio 1. Nuestra primera lectura trata de la fe y la perseverancia en la oración, representada corporalmente por el mantener las manos alzadas aun cuando otros tienen que sostenerlas (algo parecido al paralítico en Marcos 2 cuyos amigos lo suben al techo, y cuya fe Jesús ve). Fíjense en que Éxodo 17:15-16 habla de la “bandera” de Yahveh como símbolo de su guerra perpetua contra “Amalec.” Así que Amalec representa el mal, y la “bandera” (en hebreo, nes) es la misma palabra que el “mástil” sobre el cual se debía poner la serpiente de bronce que curaba, Números 21:8; Jn 3:14-15.

El salmo 121 nos presenta a la persona acongojada orando, alzando los ojos a los lejanos montes en busca de la ayuda del Señor. Yahveh era un Dios de la montaña, y las montañas eran prueba del poder del Dios que hizo el cielo y la tierra. Dios ni duerme ni se adormenta; nosotros imitamos su vida divina perseverando en la oración, aun cuando estamos cansados y nos dormimos. Teresa de Lisieux a menudo se adormentaba cuando rezaba, pero confiaba en que Dios era un Padre amoroso que miraba con bondad y placer a sus niños mientras dormían.

La parábola del evangelio nos presenta a una viuda bastante latosa, que logra volver loco al juez corrupto con su importunidad. Finalmente lo que alaba Jesús de esta historia de la viuda es su perseverancia, su insistencia en pedir la justicia, aun cuando el juez era un corrupto. Dice que decide hacer la justicia, para que no lo molestara más.

Pero acaso Dios, el Padre que es totalmente justo, no hará justicia con los que claman a Él día y noche.

Por un lado la perseverancia y la insistencia en la oración y por el otro lado la confianza en el Padre Todopoderoso, que hace las cosas a su tiempo, y ama de corazón a aquellos que se fían de Él.

Preguntémonos para reconstruir el texto:

1. ¿Cómo comienza este texto? ¿Cómo y cuánto es necesaria la oración?
2. ¿Cuál es la parábola que les contó Jesús?
3. ¿Quiénes son los personajes de la parábola?
4. ¿Qué es lo que alaba Jesús de la viuda de la parábola?
5. ¿Cómo es el corazón de Dios Padre con sus hijos que se fían de Él?
6. ¿Cuál es la conclusión que sacas de este texto?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

1. En mi vida, ¿cuánto tiempo dedico a la oración, a la comunicación con Dios?
2. ¿Estoy convencido que orar con mayor fervor, puede ayudarme a mí a conocer más los planes que Dios tiene para mí?
3. Es importante descubrir la diferencia en rezar, o recitar vocalmente, y orar, como respuesta a Dios que se comunica. ¿Con qué frecuencia, en mi vida voy mejorando mi encuentro de oración y mi dedicación al Señor?
4. ¿Tengo verdadera confianza en que Dios puede librarme de todos los males?
5. ¿Hasta dónde yo me pongo en las manos del Señor, o quiero ser justiciero a mi manera?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Gracias porque voy aprendiendo a confiar más en Ti, me doy cuenta que te conozco poco, porque aun cuando me siento cristiano, mi oración necesita un refuerzo.
Te pido Señor que aumentes mi voluntad para vivir confiando en tu amor y en tu justicia.
Señor, que nunca tome la justicia por mis manos, que sea confiado, y que lo aprenda en la oración constante.
Que todos los que me vean, encuentren en mí una persona de oración, de contacto y amistad contigo, que pueda irradiar la luz de santidad y amor hacia los demás.
Gracias Señor.

Amén

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Como interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«Orar siempre sin cansarse»
(Versículos 1)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Queremos entrar por la puerta estrecha…. ¿Qué debemos cambiar en nuestra vida para entrar por esta puerta estrecha?

En lo personal, volver sobre este texto, haciendo un profundo examen de conciencia sobre mi oración y el tiempo, la devoción y la perseverancia en la relación con el Señor. Proponerse una meta de oración diaria y presentársela al Señor.
Con tu grupo, proponerse una actividad externa de oración comunitaria. Pueden invitar a personas de otros grupos a participar. Puede ser una oración por las necesidades de las diferentes familias, por los jóvenes por los estudiantes, por la paz en el mundo y en la comunidad. Y recordarle a la comunidad que la oración es la forma más importante para la comunión con el Señor. Si vienen otras personas, invitarlos a realizar un ejercicio de Lectio Divina comunitario.

Acerca de Ramón Pané

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