Lectio Divina Dominical XXIX del Tiempo Ordinario Ciclo B

«El Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir»

Hno Ricardo Grzona, frp
Cristian Buiani, frp

PRIMERA LECTURA: Isaías 53, 10-11
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 33(32), 4-5.18-19.20.22
SEGUNDA LECTURA: Hebreos 4, 14-16

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICO: Marcos 10, 35-45 

35 Entonces Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, vinieron a Jesús y le dijeron: “Maestro, queremos que nos otorgues lo que te pidamos”.

36 Él les dijo: “¿Qué quieren que haga por ustedes?”

37 Ellos le contestaron: “Cuando te sientes en el trono de tu glorioso Reino, deja que uno de nosotros se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda”.

38 Pero Jesús les dijo: “No saben lo que estás pidiendo. ¿Pueden beber la copa que tomaré y ser bautizados con el bautismo que voy a recibir?”

39 Ellos le dijeron: “Podemos”. Pero Jesús les dijo: “De hecho, beberán la copa que yo beberé y recibirán el bautismo con el que seré bautizado. 40 Pero el sentarse a mi derecha o mi izquierda no es para mí concederlo, sino para quienes ha sido preparado”.

41 Cuando los otros diez discípulos escucharon esto, comenzaron a enojarse con Santiago y Juan. 42 Entonces Jesús los llamó a todos y les dijo: “Como saben, los gobernantes de los pueblos paganos tienen autoridad sobre ellos y los gobiernan. 43 Pero no puede ser así entre ustedes. Por el contrario, quien quiera ser el más importante, debe ser el servidor de los demás, 44 y quién quiera ser el primero, deberá ser el esclavo de todos. 45 Porque ni siquiera el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir y dar su vida como redención de muchos”.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

Continuando con la lectura del Evangelio de San Marcos, este domingo la liturgia nos lleva a reflexionar entorno al carácter servicial de la autoridad, y del seguimiento de Cristo. Dos de los protagonistas del relato son los hermanos Santiago y Juan, apóstoles de Jesús. Estos eran hijos de un pescador judío llamado Zebedeo y de Salomé. Estos hermanos se dirigen a Jesús con un pedido muy especial; “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda”.

Este pasaje tiene su paralelo en Mateo, las palabras y el sentido del relato son exactamente el mismo, siendo que la diferencia radica en que la madre de Santiago y Juan es quien hace el pedido a Jesús, y dialoga con Él.

Jesús responde claramente que no saben lo que piden. Como hemos visto en anteriores domingos, Jesús había anunciado a sus discípulos que debía padecer, morir y resucitar al tercer día. A este mismo pasaje del Evangelio de San Marcos le precede el tercer anuncio de la Pasión. Por lo tanto este pedido de Santiago y Juan nos muestra que quienes acompañaban a Jesús en ese momento, estaban inmersos en sus propios intereses, y no habían captado correctamente las palabras de Jesús.

Quieren participar de la gloria de Cristo, y este es un magnífico deseo, el mejor que cualquier hombre puede desear en su vida. Pero desconocen que el camino de la Gloria es el de la Cruz. Confunden la gloria con una propia aspiración personal, el éxito terreno, el prestigio y la honra.

A la pregunta de Jesús, acerca de si pueden beber el cáliz y recibir el mismo bautismo, ellos responden que sí.  Jesús consintió, pero con respecto al pedido de sentarse a la derecha o a la izquierda en el Reino, Jesús dice, que sólo al Padre le corresponde concederlo, y no a él. “Beber el cáliz”, del sufrimiento o de la alegría era una metáfora muy usada en la literatura judía para referirse a los dolores o alegrías que debía experimentar una persona; aquí se refiere a la Pasión de Cristo.

No es una pretensión equivocada la de los hermanos, su deseo es vivir algo grande e inmenso, aunque no lleguen a comprender que se trata del Reino de los cielos. Por lo tanto no es una grandeza según los esquemas del mundo en que todo se mide por el éxito, poder, dinero, etc. Sino que Jesús propone un camino diferente para lograr esta grandeza: la humildad.

Los otros diez apóstoles que escucharon el pedido de los hermanos Santiago y Juan, se indignaron, y tuvieron malos sentimientos. Surge en ellos el veneno de la envidia y de la ambición, sentimientos comunes de quienes buscan el poder, y el reconocimiento. Es por eso que Jesús pone el ejemplo de los gobernantes, y de los poderosos, haciendo un llamado a no ser como ellos. Para ser “grande”, hay que hacerse servidor, y para ser el primero, hay que hacerse el sirviente de los hermanos. Esto no es sólo una enseñanza de Jesús, sino lo que Él mismo vino hacer: a servir y a dar su vida en rescate de una multitud. Jesús enseña con sus palabras, pero más aún con su propia vida.

Reconstruimos el texto:

  1. ¿Cuáles son los dos apóstoles protagonistas del relato? ¿De quién son hijos?
  2. ¿Cuál es el pedido que le realizan a Jesús? ¿Qué les responde?
  3. Y Jesús, ¿qué pregunta le hace a ellos? ¿Dicen poder o no poder hacerlo?
  4. ¿Qué les dice Jesús? ¿A quién le corresponde conceder quien se sentará a su izquierda y a su derecha? ¿Para quién son esos puestos?
  5. ¿Qué sintieron los demás apóstoles al escuchar esta conversación?
  6. ¿Qué ejemplo les da Jesús, diciendo que no deben ser como ellos?
  7. ¿Qué se debe hacer para ser “grande”? ¿Y para ser el “primero”?
  8. ¿Para qué ha venido el Hijo del Hombre?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. ¿Me acerco a Jesús en la oración para pedirle? ¿Qué cosas le pido? ¿En mis pedidos surgen pretensiones personales relacionadas a mi afán de reconocimiento o poder?
  2. ¿Existe en mí el deseo de llegar un día a estar eternamente al lado del Señor? ¿Me esfuerzo diariamente con mis acciones para lograrlo? ¿Comprendo que buscar y llegar al Reino de los Cielos, es alcanzar la felicidad que no tiene fin? ¿Qué siento al saber esto?
  3. ¿Comprendo que el medio para alcanzar la Gloria de Dios, es el camino de la Cruz? ¿Entonces, soy capaz de beber el cáliz del Señor, es decir padecer por él? ¿Estoy dispuesto a esto? ¿Entiendo lo que significa? ¿Llevo mis dificultades y problemas con esperanza, como signo de ser cristiano?
  4. ¿Soy como los apóstoles que ante la conversación de Santiago, y Juan con Jesús sienten envidia? ¿En que momento surgen estos sentimientos en mí? ¿Me ocurre también en las áreas pastorales, o en mi comunidad eclesial? ¿Como evitarlo? ¿Cómo respondo al Dios que me invita a hacerme el último y servidor de todos?
  5. La grandeza del discípulo esta en el servicio ¿Me cuesta salir de mi “comodidad pastoral” para servir a mis hermanos en la Iglesia, en mi Familia, y grupos de amigos? ¿Qué significa el servicio para mí? ¿Cómo contribuir para que mi Iglesia, sea una comunidad servidora?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor. 

Señor Jesús, para poder servirte mejor,
dame un noble corazón
Un corazón fuerte
para aspirar por los altos ideales
y no por opciones mediocres.

Un corazón generoso en el trabajo,
viendo en el no una imposición
sino una misión que me confías.

Un corazón grande para el sufrimiento,
siendo valiente soldado ante mi propia cruz
y sensible cireneo para la cruz de los demás.

Un corazón grande para con el mundo,
siendo comprensivo con sus fragilidades
pero inmune a sus máximas y seducciones.

Un corazón grande para los hombres,
leal y atento para con todos
pero especialmente servicial y delicado
con los pequeños y humildes.

Un corazón nunca centrado sobre mí,
siempre apoyado en tí,
feliz de servirte y servir a mis hermanos,
¡oh, mi Señor!
todos los días de mi vida.

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor.

Añadimos nuestras intenciones de oración y decimos:

Amén.

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:

«El Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir»

(Versículo 45)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Si estoy solo, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Hoy el Señor me invita a ser un humilde servidor. Analizaré las actitudes serviciales en mí vida cotidiana, como la amabilidad, la disponibilidad, el diálogo, la corrección fraterna, ceder gustos e ideas para atender a los demás. A través de acciones concreta podre a los demás en calidad de “primeros”.

En el grupo, nos comprometemos a ser una comunidad servidora y dispuesta a ir al encuentro del hermano. Proponemos una acción servicial en el grupo para ayudar: puede ser visitar a personas que lo necesitan, escribir cartas de aliento a quienes están solos, ayudar a personas desvalidas, acompañar a un enfermo. Es decir, que se note nuestra preocupación como grupo por servir.

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