Lectio Divina Dominical XXIV del Tiempo Ordinario Ciclo A

«¿Cuántas veces debo perdonar…?»

Hno. Ricardo Grzona, frp

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PRIMERA LECTURA:Eclesiástico 27, 30.28, 1-7
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 103 (102), 1-2.3-4.9-10.11-12
SEGUNDA LECTURA: Romanos 14, 7-9

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

-Amén-

TEXTO BÍBLICO: Mateo 18, 21-35

21 Entonces Pedro vino a Jesús y le preguntó: “Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Siete veces?”

22 Le respondió Jesús: “No debes perdonar siete veces, sino setenta veces siete. 23 Porque el Reino de los Cielos es como un rey que decidió saldar cuentas con sus empleados. 24 Al comenzar a saldar las cuentas, le trajeron a uno que le debía muchos millones de monedas de oro. 25 Pero el empleado no tenía dinero para pagar, así que el señor ordenó que el empleado, su esposa e hijos se vendieran como esclavos y que todo lo que poseían también se vendiera para saldar la deuda. 26 Entonces el empleado se arrodilló ante él diciéndole: ‘Tenga paciencia conmigo, y le pagaré todo’.

27 El señor se compadeció de aquel empleado, le perdonó la deuda y lo dejó ir. 28 Al salir de allí, aquel empleado encontró a uno de sus compañeros de trabajo que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y comenzó a sacudirlo, diciéndole: ‘¡Págame lo que me debes!’ 29 Entonces su compañero se arrodilló y le rogó: ‘Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo’. 30 Pero él no quiso, sino más bien lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda. 31 Cuando los otros empleados vieron lo que había sucedido, se entristecieron profundamente y fueron a contarle todo al señor. 32 Entonces el señor llamó a ese empleado y le dijo: ‘¡Empleado malvado! Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. 33 Por tanto, deberías también sentir compasión por tu compañero, como yo me compadecí por ti’. 34 El señor, estando muy enojado, lo envió a la cárcel para que lo castigaran hasta que pagara toda la deuda”.

35 De la misma manera, mi Padre, que está en los cielos, hará con ustedes si cada uno no perdona sinceramente a su hermano”.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

La liturgia de este domingo nos tiene preparado un maravilloso mensaje de Jesús, el cual nos invita a meditar sobre el significado del perdón.

Sobre el perdón. En la comunidad debe reinar la paz, bien porque no hay ofensas o porque se busca la reconciliación. Si un miembro de la comunidad cristiana se niega a reconciliarse será como un extraño a la comunidad y los responsables tienen el derecho de excluirlo mientras permanezca en esa actitud (cfr. 1 Corintios 5,5s).

Parábola sobre el perdón. A la pregunta «aritmética» de Pedro, responde el Señor en el mismo terreno, saltando de un número generoso a otro indefinido. Y lo aclara con una parábola que se complace en presentar los contrastes extremos.

La venganza era una ley sagrada en todo el Antiguo Oriente y el perdón, humillante; pero, para el cristiano, la contrapartida de la venganza es el perdón ilimitado. La parábola describe la relación de los seres humanos con Dios y con los demás. La deuda de diez mil monedas de oro, impagable, en todo caso, simboliza la situación de toda persona a quien Dios perdona por pura gracia. La actitud del siervo despiadado retrata la mezquindad del corazón humano. Unos a otros nos debemos «cien monedas», una ridiculez en comparación con lo que se nos ha sido perdonado. Dios nos abre la gracia de su perdón de una manera insospechada, pero la retira ante los corazones ruines que niegan el perdón al prójimo.

Quien haya experimentado la misericordia del Padre no puede andar calculando las fronteras del perdón y la acogida a los hermanos.

Sigamos con este texto, en un primer momento aparece Pedro haciendo la siguiente pregunta a Jesús: “Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Siete veces?”La respuesta de Jesús ante el interrogante de Pedro fue inesperada y seguramente difícil de entender en un primer momento, veamos lo que le contesto Jesús: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. En otras versiones dice “siempre”. Con esta respuesta Jesús no quiere determinar un número de veces sino como dice el texto, Jesús quiere que el perdón a los hermanos sea dado siempre.

Parecería una cosa bastante difícil el tener que perdonar siempre, por eso motivo Jesús cuenta la parábola de aquel que no quiso perdonar. Para que así los discípulos, entiendan lo fácil que es perdonar desde la perspectiva de un buen cristiano que reconoce en su vida la misericordia de Dios. Analicemos la parábola:

La parábola comienza en un primer momento mencionando a un Rey que desea ajustar las cuentas con sus empleados, y en ese instante se da cuenta de que uno de ellos le debe muchos millones de monedas de oro y por eso le manda a llamar. El Rey representa a Dios, el momento del ajuste de cuentas es el final de los tiempos, los empleados representan a toda la humanidad y el momento en que el siervo se encuentra con el rey es el juicio final, en este caso podemos ver como este es de manera personal.

La parábola continúa contando que el Rey al ver la enorme deuda que tenía este siervo lo enviaría a la cárcel y además vendería a su esposa e hijo, o sea que lo dejaría sin nada. Esto lo menciona Jesús para que se entienda la grandeza de la deuda para con el Rey y así luego poder compararla con la pequeña deuda para con los hombres como lo explica el texto cuando dice: ese empleado se encontró con un compañero que le debía cien monedas de plata. Pero el siervo al darse cuenta de lo que le esperaba se arrodilló y pidió compasión. Y el rey tuvo compasión y le dijo: “Vete tranquilo; te perdono todo lo que me debes.” Esta compasión es la misma que tiene Dios con todo aquel que reconoce su pecado e implora misericordia. No importa que tan grandes o cuantos sean los pecados, todo aquel que se arrepiente recibe la misericordia de Dios, esto es lo que trataba de dar a entender Jesús con esta parte de la parábola.

Luego el siervo sale del palacio con la alegría de haber sido perdonada su deuda, pero al salir se encuentra con otro siervo que tenía una deuda con él y este no es capaz de perdonar la deuda del otro sino más bien le envía a la cárcel. Aquel que ha sido perdonado, no es capaz de perdonar, y por esto El rey al enterarse de lo acontecido manda a llamar al siervo injusto y le dice: ‘¡Empleado malvado! Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. Por tanto, deberías también sentir compasión por tu compañero, como yo me compadecí por ti’.

Debemos notar algunas cosas interesantes, como el hecho de que el evangelista hace referencia a las cantidades de las deudas. La deuda para con el rey es bastante amplia, sesenta millones de monedas de plata y la deuda del siervo para con el otro siervo, solo son cien monedas, esto lo dice Jesús para que entendamos que el perdón que recibimos de Dios es grande y los pecados que los demás cometen para con nosotros son insignificantes y no tienen comparación con el pecado que cometemos contra Dios.

Eran más lo motivos que tenía aquel siervo para perdonar a su hermano que los motivos que tenía para encarcelarlo, pero la avaricia y su falta de agradecimiento por el perdón que había recibido, lo llevó a que el rey olvidará el perdón que le había dado y ahora el rey dejará caer su enojo sobre él. Esto también quiere decir que la paciencia del “Rey” no es infinita, con aquellos que no lo imitan en el perdón. Sólo perdonando podremos ser parecidos a Dios.

Reconstruimos el texto:

  1. En este texto, ¿Quién hace la pregunta a Jesús y qué pregunta?
  2. Jesús ¿Qué contesta?
  3. ¿Cómo se llama la parábola que presenta Jesús?
  4. ¿A quién se parece el Reino de los Cielos?
  5. ¿Cuánto le debía uno de los sirvientes y que ordenó el rey?
  6. Ante la orden del rey ¿Qué hizo el sirviente? Y después ¿Cuál fue la reacción del rey?
  7. Después el sirviente tropezó con un compañero ¿Qué sucedió?
  8. ¿Cuánto le debía el compañero al sirviente?
  9. ¿Qué pasó con el compañero del sirviente?
  10. ¿Quiénes le contaron al rey lo que había sucedido entre el sirviente y su compañero?
  11. Después de lo que los sirvientes le dijeron al rey, ¿Qué hizo el rey?
  12. ¿Cuál es la palabra que usa el rey para comparar lo que sucedió entre el rey y el sirviente, y el sirviente y su compañero?
  13. ¿Qué termina diciendo Jesús de esta parábola?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. ¿Entiendo que Dios me perdona si pido su misericordia?
  2. ¿Soy capaz de perdonar hasta setenta veces siete, o sea siempre?
  3. ¿Soy agradecido con el perdón de Dios?
  4. ¿Soy capaz de perdonar a mis hermanos cuando me piden perdón?
  5. ¿Puedo ver con claridad la gran deuda que tego con Dios?
  6. Cuando mis hermanos se arrepienten por alguna cosa mala que me han hecho, ¿No escucho sus palabras y los condeno por sus culpas?
  7. Cuando me arrepiento por alguna cosa mala que he hecho a mis hermanos, ¿Escuchan mis palabras o me condenan por mis culpas?
  8. ¿Cómo es mi reacción antes las cosas malas que me hacen o hago?
  9. ¿Cuál es proceso que vivo ante perdonar y pedir perdón?
  10. Si hoy me tocará presentarme ante el Señor, ¿Cuánto le estoy debiendo, cuán grande es la deuda que tengo con Él?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:

Señor, vengo ante ti, sabiendo que te he fallado y que es muy grande la deuda que tengo contigo.
Jesús hoy he aprendido que son muchas las cosas que te estoy adeudando
y que en muchas cosas te he fallado.
Señor hoy vengo a tus pies a implorar tu misericordia.
Pongo mi fe en tu amor y en tu bondad, para decirte Perdón
Perdona Señor mi pecado, perdona mis culpas y mis deudas.
Gracias Jesús por tu misericordia infinita.
Gracias por tu compasión y por borrar mis culpas aunque sean tan grandes, gracias por todo tu amor.
Te pido que me des un corazón dócil y agradecido, para que yo igual que tú, pueda perdonar a mis hermanos por lo que me han hecho, y también pueda recibir el perdón de ellos por lo que yo les he hecho.
Para que sea capaz de amar y entender mis debilidades y las de mis hermanos, para que sea agradecido con la misericordia que he recibido de ti.
Gracias Señor por tu inmensa bondad y misericordia.

Amén

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:

“Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano que peca contra mí?»
(Versículo 21)

Y así nos ponemos a interiorizar esta Palabra de Salvación.

5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Si estoy solo,

  1. Haz un examen de conciencia serio y reflexiona que tan grande es la deuda que tienes con el Señor, luego busca el momento adecuado para implorar la misericordia del Señor a través del sacramento de la reconciliación.
  2. Busca una persona a la cual en el no hayas podido perdonar algo que te haya hecho o le hayas hecho, y reconcíliate con ella o él.

En el grupo, Salir en busca de hermanos que se encuentran en situaciones difíciles en las que se sientan ofendidos por lo que les han hecho o han hecho y sientan intranquilidad por estas situaciones, y ayudarles a la luz de este texto a perdonar o pedir perdón para sentirse en paz y en reconciliación con Dios.

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