«Si alguien quiere ser mi seguidor, olvídese de sí mismo, tome su cruz y sígame»
Hno. Ricardo Grzona, frp
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PRIMERA LECTURA: Jeremías 20, 7-9
SALMO RESPONSORIAL: 63(62), 2.3-4.5-6.8-9
SEGUNDA LECTURA: Romanos 12, 1-2
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
-Amén-
TEXTO BÍBLICO: Mateo 16, 21-27
21 Jesús, desde ese momento, comenzó a decir claramente a los discípulos que era necesario para Él ir a Jerusalén, sufrir muchas cosas a causa de los ancianos, los principales sacerdotes y los maestros de la Ley, ya que iban a matarlo, pero al tercer día sería resucitado.
22 Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: “¡Tenga Dios misericordia de ti, Señor! Eso nunca te acontecerá”.
23 Jesús girándose le dijo a Pedro: “¡Quítate de delante de mí, Satanás! Eres como una piedra de tropiezo en mi camino, porque estás pensando como un ser humano piensa y no como Dios”.
24 Jesús luego le dijo a sus discípulos: “Si alguien quiere ser mi seguidor, olvídese de sí mismo, tome su cruz y sígame; 25 porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa mía, la encontrará. 26 ¿De qué le sirve a alguien ganar el mundo entero, si pierde su vida? Porque no hay nada que alguien pueda pagar para recuperar su vida. 27 Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles y entonces recompensará a cada uno según lo que haya hecho.
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR
1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio Bíblico.
Durante el Ciclo Litúrgico A, la Iglesia nos va presentando el seguimiento de Jesús el Señor a través del Evangelio de Mateo. Para este próximo domingo, el texto sigue al domingo anterior, donde Pedro lo reconoce como el Mesías Salvador.
Inmediatamente Jesús le dice a sus discípulos sobre lo que le ocurrirá, sufrirá mucho en manos de los judíos más relevantes de la sociedad, y anuncia que lo matarán y que resucitará. Pero los discípulos escuchando esto no lo entienden.
Pedro mismo, quien lo había reconocido como el Mesías, ahora reprende al Señor y le dice que eso no puede suceder nunca, porque Pedro espera a un Mesías muy humano… Jesús lo trata muy severamente diciéndole que no debe interponerse en los planes de Dios por pensar en sus propios planes. Curiosamente son los mismos términos que había usado el mismo Pedro en la pesca milagrosa cuando le dijo a Jesús: “Apártate de mí, porque soy un pecador” (Lucas 5, 8). Jesús usa estas mismas palabras pero le dice “Apártate de mí, Satanás”. (La palabra satanás, es usada aquí como aquel adversario que impide o bloquea el camino. Una traducción no tan literal pero más explícita, podría decir, “córrete de mi camino, no me obstaculices donde debo ir”). Jesús le aclara a Pedro que está pensando como los seres humanos, pero no está pensando como Dios. El plan que Dios tiene es salvar a la humanidad concreta y el mesías no es aquel que vendría a liberar a Israel con el poder de la espada, sino a abrir sus fronteras con el poder del amor redentor. Costará mucho tiempo para Pedro y los demás discípulos entender todo esto de Jesús.
Con todo esto, Jesús no revoca la misión que le había confiado a Pedro: de ahí que debamos reconocer que la Iglesia, desde “la roca” “la Piedra” de su fundamento, aunque está constituida por hombres frágiles, permanecerá firme e inmortal para siempre, porque Cristo mismo es quien está presente.
Aquí se ve claro entonces el anuncio que el camino de los discípulos deberá seguir las huellas de su Maestro: Ser discípulo implica también compartir los sufrimientos, humillaciones, aparentes fracasos y así se podrá compartir la victoria de Jesús.
Jesús, entonces a través de este texto asegura a través de la Revelación que en Él se realizan y unifican las tres figuras proféticas del Antiguo Testamento, que parecen tan distintas, pero en definitiva hablan del mismo tema:
- La Escatológica, del Hijo del Hombre (el Antiguo Testamento presenta quién juzgará al fin de los tiempos).
- La Real, del Mesías, es decir que en Jesús se cumplen las profesías del Antiguo Testamento sobre quien vendría a reinar definitivamente
- La Misteriosa, que es la del siervo sufriente, presentada por los profetas. El mesías pasaría una prueba muy fuerte antes de entrar en la gloria.
Aquí Jesús anuncia esto. Pero el tema principal es el discipulado, el seguimiento y las condiciones para seguir a Jesús. Las frases siguientes son muy fuertes, pero debemos entenderlas en el contexto que Jesús las ofrece:
- El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga.
- El que quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda la vida por mi causa la conservará.
- ¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?
- ¿qué precio pagará por su vida?
Al final, Jesús anuncia que después de su muerte, resucitará y luego volverá en su Gloria y pagará a cada uno según su conducta.
Reconstruimos el texto:
¿Cómo comienza el texto? ¿Hacia dónde debía ir Jesús para sufrir?
- ¿Quiénes serían los que maltratarían a Jesús?
- ¿Luego de su muerte, qué dice Jesús que ocurrirá?
- ¿Quién fue el que tomó aparte a Jesús y le dijo que quería impedir que todo eso ocurriera?
- ¿Qué le dijo Jesús?
- ¿Con qué términos se dirigió a los discípulos? ¿Cuáles serían las condiciones para seguir a Jesús?
- ¿Cómo termina el texto?
2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
- Jesús anuncia que lo maltratarán, lo matarán y luego resucitará. ¿Soy como Pedro que quiere impedir el plan de Dios? ¿Cuántas veces yo he pensado. Si hubiera vivido en la época de Jesús, a Él no lo hubieran matado? ¿Será que soy así?
- ¿En qué momentos el Señor podría decirme: Apártate de mí, Satanás? ¿Cuándo soy un obstáculo para los planes del Señor?
- De las condiciones que Jesús pone para seguirlo, ¿Cuáles son las que me cuestan más y no las cumplo?
- ¿Qué significa negarse a sí mismo? ¿Cargar con la propia cruz? ¿Seguir al Señor?
- ¿Quisiera yo un discipulado sin cruz? ¿Quisiera sólo quedarme con un Cristo que da buenas enseñanzas pero rechazo la cruz del Señor y la propia?
- ¿Cómo entiendo esto de perder la vida por el Señor para salvar la propia? ¿Me doy cuenta que seguir al Señor implica renuncias de mi propia vida?
- ¿Cómo entiendo yo la frase: “de que sirve a un hombre ganar todo el mundo si pierde su vida”?
- ¿Me doy cuenta que el Seguimiento de Jesús es más importante que todas las cosas materiales y de poder?
- ¿Espero la venida del Señor con serenidad y gozo porque en el juicio, mi conducta será juzgada bien?
3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:
Te propongo que oremos con el Salmo 62:
62,2: Sólo en Dios encuentro descanso, de él viene mi salvación.
62,3: Sólo él es mi roca, mi salvación, mi alcázar: jamás vacilaré.
62,4: ¿Hasta cuándo arremeterán contra uno, para abatirlo todos juntos como a una pared que cede o a una tapia que se desploma?
62,5: Sólo piensan en derribarme de mi altura, se complacen en la mentira: con la boca bendicen, con el corazón maldicen.
62,6: Sólo en Dios encuentro descanso, de él viene mi salvación.
62,7: Sólo él es mi roca, mi salvación, mi alcázar: jamás vacilaré.
62,8: En Dios está mi salvación y mi gloria, mi roca firme, mi refugio está en Dios.
62,9: Ustedes confíen siempre en él, desahoguen con él su corazón, que Dios es nuestro refugio.
62,10: Sólo un soplo son los plebeyos, los nobles, mera apariencia, todos juntos en la balanza pesarían menos que un soplo.
62,11: No confíen en la opresión, no se ilusionen con el robo; a las riquezas, si aumentan, no les entreguen el corazón.
62,12: Dios ha hablado una vez, dos veces le he oído: Que Dios tiene el poder,
62,13: tuya, Señor, es la misericordia; que tú pagarás a cada uno según sus obras.
Hacemos un momento de silencio para responder al Señor y demos gracias porque nos llena de alegría.
Añadimos nuestras intenciones de oración.
-Amén-
4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
«Si alguien quiere ser mi seguidor, olvídese de sí mismo, tome su cruz y sígame»
(Versículos 24)
Y de esta forma nos ponemos en contemplación, repitiendo y agradeciendo a Jesús que venga.
5.- ACCIÓN: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
Si estoy solo, voy a volver a leer el texto con mucha paz y pedirle al Señor que me ayude a interpretar bien todas sus Palabras. Como es tan claro, ver de analizarse si en verdad me estoy buscando a mí mismo, mi prestigio, mi poder, mi deseo de aparentar católico, en vez de buscar al Señor. Y como acto para negarse a sí mismo te propongo que realices alguna acción que sea humilde y te ayude a encontrar este proceso de desprendimiento de sí para llegar a imitar al Señor. Puede ser ir a ayudar en lugares muy pobres con servicios humildes como limpieza, cuidado de personas, algo que me demuestra que sí sigo al Señor.
En el grupo, vamos a hacer un análisis de situaciones donde como grupo podemos ser un obstáculo para el Señor y para que los demás crean en Jesús. Y tratar de superarlo. Tomaremos las frases de Jesús para analizarlas y nos propondremos hacer una obra de caridad entre las personas necesitadas de nuestra comunidad, así vamos demostrando nuestro deseo de servicio y humildad.
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