Lectio Divina Dominical XIV del Tiempo Ordinario Ciclo A

«Vengan a mí, todos ustedes que están cansados ​​de llevar sus pesadas cargas, y les haré descansar»

Hno. Ricardo Grzona, frp

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PRIMERA LECTURA: Zacarías 9, 9-10
SALMO RESPONSORIAL:  Salmo 145
SEGUNDA LECTURA: Romanos 8, 9.11-13

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

-Amén-

TEXTO BÍBLICO: Mateo 11, 25-30

25 En aquel tiempo Jesús respondió diciendo: “Oh, Padre, Señor del cielo y de la tierra, te agradezco porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a las personas sin educación. 26 Sí, Padre, porque así tú lo has querido”.

27 “Mi Padre me ha dado todas las cosas. Nadie conoce quién es el Hijo, excepto el Padre, y nadie conoce quién es el Padre, excepto el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.

28 “Vengan a mí, todos ustedes que están cansados ​​de llevar sus pesadas cargas, y les haré descansar. 29 Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí porque soy amable y de corazón humilde, y encontrarán descanso para vuestras almas. 30 Porque mi yugo es fácil y mi carga es ligera”.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

En el Evangelio de este próximo Domingo nos encontramos que Jesús recuerda que la Buena Noticia no es un privilegio para los que se creen sabios y prudentes, sino que se extiende a todos aquellos de buena voluntad, especialmente a los más pequeños, a los pobres en espíritu y a los humildes de corazón.

Jesús, el Cristo, el Señor, que es perfecto en su justicia, caridad y misericordia, no hace distinción de personas. Todos, incluso el herido y tembloroso, puede acercarse a recibir de su divina gracia.

Y aclara que no sólo los muy agobiados sino todos los que llevan cargas pesadas, pueden poner en Jesús también para que sea más llevadera. Es importante notar que no dice “que soy manso” sino “porque son manso” Jesús es manso y no se enoja cuando somos torpes en la vida.

Hay un adjetivo puesto que en griego se diría “jrestós”, que Jesús aplica a su yugo, que es le mismo que Lucas usa en 5,39 para calificar el vino añejo como “excelente”. Más que un yugo llevadero, es un yugo excelente, pues llevadero podría ser un mal menor, mientras que un yugo excelente es necesario para la vida. Es algo positivo, es el bien más grande para nuestra felicidad. El yugo, es para la vida carnal y temporal, algo malo, pero es muy bueno para la vida espiritual. El que acepta el yugo de Jesús conquista la verdadera libertad, aunque pareciera todo lo contrario.

El Evangelio donde el Hijo nos da a conocer las maravillas del Eterno Padre, es un mensaje de amor y no un simple código penal o moral.  El que lo conozca lo amará, es decir no lo mirará ya como una obligación sino como un Tesoro que lleva consigo. Este Tesoro es Cristo, es el yugo suave, llevadero y perfecto para la vida.

Así como un avaro se sacrifica por su oro o dinero; o bien como la esposa deja todo para seguir a aquel que ama, Jesús es por quien “sacrificamos” porque es un bien supremo y absoluto que nos llena de felicidad eternal. El yugo, es el artefacto que llevan los animales para cargar o llevar un carruaje. Se pone en el cuello para que vayan juntos, no cada uno por su lado. Cuando Jesús pone su yugo conmigo es que me invita a llevar también mis cargas.

Todo precepto es ligero y suave para el que ama y amando verdaderamente, nada cuesta trabajo. 

Reconstruimos el texto:

  1. ¿Porqué alaba Jesús al Padre?
  2. ¿Qué es lo que a ocultado a unos y ha mostrado a otros?
  3. ¿Quién verdaderamente conoce al Padre? ¿Quién verdaderamente conoce al Hijo?
  4. ¿Cómo podemos llegar a conocer al Padre?
  5. ¿Cómo se muestra Jesús para los que llegan a Él?
  6. ¿Qué encontrarán en Jesús, los que vivan en su cercanía y bajo sus mandatos?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. ¿En cuántas ocasiones en tu vida te detienes para alabar a Dios?
  2. ¿Qué haces concretamente para esta alabanza?
  3. ¿En qué momentos alabas a Dios?
  4. ¿Eres lo suficientemente humilde para sentirte que el Señor te ha revelado las cosas?
  5. ¿Te quejas de que no entiendes el plan de Dios en tu vida? ¿Porqué será?
  6. ¿Cuál es tu verdadera relación con Jesús? ¿Te limitas a los actos cultuales y con eso crees que ya cumpliste?
  7. Todos, en algún momento nos sentimos cansados y agobiados… ¿Es Jesús nuestro primer punto de búsqueda? O en esos momentos preferimos enojarnos y hasta separarnos de Dios.
  8. ¿Entiendo esto que ofrece Jesús del Yugo?
  9. ¿Pongo mis cargas, mis agobios en las manos del Señor para que sea más llevadero?
  10. ¿Qué me impide a mí hacer esto?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor:

Gracias Señor por tu Palabra Salvadora.
Gracias por invitarme a llevar el yugo de mi vida, por compartirlo conmigo
Muchas veces se me hace difícil llevar mi vida, siento que no tengo fuerzas.
Perdón por no buscarte y poner el yugo de mi vida en tus manos.
Señor, quiero volver a recibirte, eres Tú el que me busca para ayudarme. Que no sea testarudo, que me deje ayudar por Ti.
Pongo hoy mis cargas contigo, humildemente te pido que me ayudes.
Pongo toda mi vida en tus manos. Yo sé que sólo Tú me puedes ayudar a tener una vida mejor, una vida más segura, una vida sin tantos contratiempos.
Que mi objetivo sea dejarme encontrar por Ti, Señor, que venza a ese orgullo que me tiene prisionero. Gracias Señor por venir en mi auxilio.

Oramos con el Salmo de este Domingo, el 144:

144,1: Bendito sea el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la batalla.
144,2: Mi aliado y mi alcázar, mi baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio, él me somete los pueblos.
144,3: Señor, ¿qué es el hombre para que acuerdes de él, el ser humano para que pienses en él?
144,4: El hombre se asemeja a un soplo, sus días a una sombra que pasa.
144,5: Señor, inclina tus cielos y desciende; toca los montes y que humeen.
144,6: Fulmina tus rayos y dispérsalos, lanza tus flechas y desbarátalos.
144,7: Alarga tu mano desde lo alto, defiéndeme y líbrame de las aguas caudalosas, de la mano de extranjeros,
144,8: cuya boca profiere falsedades, y su diestra es engañosa.
144,9: Oh Dios, te cantaré un canto nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas,
144,10: tú que das la victoria a los reyes, y libras a David, tu siervo, de la espada inicua.
144,11: Defiéndeme y líbrame de la mano de extranjeros, cuya boca profiere falsedades y su diestra es engañosa.
144,12: Sean nuestros hijos como plantío, exuberante desde la juventud; sean nuestras hijas columnas esculpidas, estructura de un palacio;
144,13: nuestros graneros estén rebosantes de productos de toda especie. Nuestros rebaños a millares se multipliquen en nuestros prados;
144,14: que nuestros bueyes vengan cargados. No haya brechas ni boquetes, ningún lamento en nuestras plazas.
144,15: ¡Dichoso el pueblo al que así le sucede, dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor!

Y pedimos a Dios para seamos nosotros, discípulos de Jesús, los que continuemos como misioneros con la Historia de Salvación.

Hacemos un momento de silencio para responder al Señor y demos gracias porque nos llena de alegría.

Añadimos nuestras intenciones de oración.

-Amén-

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«Vengan a mí, todos ustedes que están cansados ​​de llevar sus pesadas cargas, y les haré descansar»
(Versículos 28)

Y de esta forma nos ponemos en contemplación, repitiendo y agradeciendo a Jesús que venga.

5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Si estoy solo, volveré a leer el texto, tomando las formas importantes que me ayuden en mi vida. Voy a pensar en todos los momentos en que no dejo al Señor que me ayude a llevar las cargas de mi vida. Voy a realizar una acción externa, donde yo deje mi orgullo para llegar al Señor, y pedirle a Él que sea mi compañero de camino. Como actitud misionera, voy a buscar a algún compañero o amigo que sufra y le voy a presentar este texto del Evangelio para orar con esta persona y ayudarlo a dejarse encontrar por Jesús.

En el grupo. Hacer una acción concreta que muestre y demuestre a los demás que sí somos capaces de poner a Jesús en medio nuestro. Tal vez buscar un símbolo, hacer un yugo como el que lleva el carruaje y mientras se usa hacer una oración pública. Como siempre, Jesús está al lado del que sufre y nos envía a nosotros también a ser la extensión de sus manos para consolar a los que están más necesitados. Visitar enfermos, prisioneros, ancianos y gente olvidada, que sea nuestra misión esta semana.

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