Lectio Divina Dominical X del Tiempo Ordinario Ciclo C

«Muchacho, yo te lo ordeno, levántate»

Hno. Ricardo Grzona, frp

Lucas 7, 11-17 - 4

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PRIMERA LECTURA: 1 Reyes 17, 17-24
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 29, 1-6
SEGUNDA LECTURA: Gálatas 1, 11-19

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICO: Lucas 7, 11-17

7,11: A continuación se dirigió a una ciudad llamada Naín, acompañado de los discípulos y de un gran gentío. 7,12: Justo cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a un muerto, hijo único de una viuda; la acompañaba un grupo considerable de vecinos. 7,13: Al verla, el Señor sintió compasión y le dijo:
—No llores.
7,14: Se acercó, tocó el féretro, y los portadores se detuvieron.
Entonces dijo:
—Muchacho, yo te lo ordeno, levántate.
7,15: El muerto se incorporó y empezó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.
7,16: Todos quedaron sobrecogidos y daban gloria a Dios diciendo:
—Un gran profeta ha surgido entre nosotros; Dios se ha ocupado de su pueblo. 7,17: La noticia de lo que había hecho se divulgó por toda la región y por Judea.

BIBLIA DE NUESTRO PUEBLO

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

De cafarnaún al pueblo de Naín. Antes fue a un militar extranjero, ahora una viuda. Si el milagro precedente evoca la curación de un general sirio realizada por Eliseo (2 Re 5), éste recuerda la resurrección del hijo de la viuda de Sarepta por Elías (1 Re 17): Jesús ya se había referido en la predicación de Nazaret a estos hechos bíblicos (4, 25-27).

Lucas con sus descripciones lógicas y con un buen sentido para un mejor entendimiento de las escrituras, nos deja ver en este texto 4 aspectos importantes a identificar para comprender este texto:

Lc 7,11-12: El encuentro de las dos procesiones. Con pocas palabras es capaz de explicarnos el encuentro de dos procesiones: la procesión de la muerte que sale de la ciudad y acompaña a la viuda que lleva su hijo único hacia el cementerio; y la procesión de la vida que entra en la ciudad y acompaña a Jesús. Las dos se encuentran en la pequeña plaza junto a la puerta de la ciudad de Naín.

Lc 7,13: Entra en acción la compasión. Es la compasión que mueve a Jesús a hablar y a actuar. Compasión significa literalmente “sufrir con”, asumir el dolor de la otra persona, identificarse con ella, sentir con ella el dolor. Es la compasión que pone en acción en Jesús el poder, el poder de la vida sobre la muerte, el poder creador. Jesús no espera que esta mujer o alguien más de los que lo siguen, le pidan un milagro, una intercesión, como en el caso del centurión (4s); Jesús actúa con prontitud y naturalidad, primero consolando: «no llores» (13), luego restituyendo la vida del hijo de la viuda, en un sentido más amplio, restituyendo a la mujer el sentido de su vida
Lc 7,14-15: «Joven, yo te lo ordeno: ¡levántate!”. A veces, en situaciones de gran dolor causado por la muerte de un ser querido, la gente dice: “En el tiempo de Jesús, cuando Jesús vivía en esta tierra, había esperanza de no perder a una persona querida porque Jesús podía resucitarla.” Estas personas consideran el episodio de la resurrección del hijo de la viuda de Naín como un suceso del pasado que suscita nostalgia y también cierta envidia. La intención del evangelio no es, sin embargo, la de suscitar nostalgia o envidia, sino que nos ayude a experimentar mejor la presencia viva de Jesús en medio de nosotros. Es el mismo Jesús, capaz de vencer la muerte y el dolor de la muerte, que continúa estando vivo en medio de nosotros. Él sigue estando con nosotros hoy y, ante los problemas del dolor que nos matan, nos dice: “A tí te digo: levántate.” La presencia de Jesús y su palabra no sólo es purificadora, sino que restituye la vida.

Lc 7,16-17: La repercusión. El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.”
“Es el profeta anunciado por Moisés” ( Dt 18,15). El Dios que viene a visitarnos es el “Padre de los huérfanos y protector de las viudas” ( Sal 68,6; cfr. Jdt 9,11)

Reconstruyamos el texto:

1. ¿De dónde viene Jesús y a que ciudad llega?
2. ¿Cuáles son los aspectos a identificar para entender este texto?
3. ¿Cuáles son las 2 procesiones que Lucas desea que nosotros comprendamos en este texto?
4. ¿Cuál es la compasión que pone a Jesús en acción?
5. «Joven, yo te lo ordeno: ¡levántate!”. En este sentido, ¿Cuál es la verdadera intención del evangelio?
6. ¿Qué es lo que el profeta Moisés anunció?

 

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

1. En mis momentos de meditación, ¿He reflexionado entre el camino de la muerte y el camino de la vida?
2. ¿Qué tanto es mi deseo de ir en la procesión de la vida que Jesús nos ofrece?
3. Ante el sufrimiento y dolor de los demás, ¿Qué tan compasivo soy con ellos? ¿Soy capaz de acercarme a ellos como lo hizo Jesús y darles una esperanza de vida?, ¿Les pongo en medio de su sufrimiento y dolor, la presencia viva de Jesús?
4. ¿Cuál es mi actitud ante las experiencias difíciles de dolor que sufro? ¿Qué le aporta mi cristianismo al sufrimiento?
5. ¿He experimentado o sentido la presencia de Jesús y su palabra que no sólo es purificadora, sino que restituye la vida? ¿Cuándo?
6. ¿Soy como el profeta Moisés que anuncia a Jesús?
7. Entiendo que al igual que al joven muerto, Jesús vuelve a dirigirse a mí para decirme por mi propio nombre: “¡…. A ti te ordeno, levántate!

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Este texto nos lleva sin duda alguna a orar por la vida y la compasión del Señor. Podríamos dirigirnos al Señor dándole gracias..

Y podemos hacer nuestro el Salmo 68 (5-9):

68,5: Canten a Dios, toquen en su honor, ensalcen al jinete de las nubes; su Nombre es el Señor, salten de gozo ante él.
68,6: Padre de huérfanos, protector de viudas ése es Dios desde su santa morada.
68,7: Dios da un hogar a los que están solos, libera de la prisión a los cautivos; mas los rebeldes se quedan en el yermo.
68,8: Oh Dios, cuando salías al frente de tu pueblo, cuando avanzabas por el desierto,
68,9: la tierra tembló, los cielos se licuaron, ante Dios, el Dios del Sinaí, ante de Dios, el Dios de Israel.

Amén

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Como interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«Muchacho, yo te lo ordeno, levántate»
(Versículo 14)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Si estoy solo o en grupo:

En primer lugar, dentro del núcleo de nuestra familia y nosotros mismo, entendamos los sufrimientos y dolores por los que estamos pasando, no importa si son grandes o pequeños, y pidámosle en oración que nos dé esperanza de vida y quedemos alegres por que el Señor está con nosotros.

También busquemos en la parroquia, en un asilo de ancianos, en una casa de huérfanos, en el hospital u otro lugar que tú consideres, a personas que veamos que necesitan de nuestro aliento de esperanza, que necesitan escuchar que Jesús está con ellos. Intentemos hacer con nuestro grupo esta acción.

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