«No piensen que llegué para acabar con la Ley de Moisés»
Hno. Ricardo Grzona, frp
Cristian Buiani, frp
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PRIMERA LECTURA: Eclesiástico 15, 15-20
SALMO RESPONSORIAL: 119(118),1-2.4-5.17-18.33-34
SEGUNDA LECTURA: 1 Corintios 2, 6-10
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BÍBLICO: Mateo 5, 17-37
17 No piensen que llegué para acabar con la Ley de Moisés o las enseñanzas de los Profetas. No vine a terminarlos, sino a darles todo su valor. 18 Les digo ciertamente que mientras dure el cielo y la tierra, no se perderá nada de la Ley, ni la más mínima letra, ni ningún acento hasta que todo se haya cumplido. 19 Por lo tanto, cualquiera que desobedezca el menor mandamiento y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el Reino de los Cielos. Pero quien obedezca la Ley y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado grande en el Reino de los Cielos. 20 Porque les digo que no entrarán en el Reino de los Cielos a menos que la justicia de ustedes supere a la de los maestros de la Ley y los fariseos.
21 Han escuchado lo que se dijo a los antepasados: “No mates” (Ex 20:13). “El que mata será juzgado”. 22 Pero yo les digo que cualquiera que se enoje con su hermano será juzgado. Quien le diga a su hermano: “estúpido”, será juzgado por el tribunal. Y quien llame a su hermano “idiota” correrá el peligro de ir al fuego del infierno. 23 Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda a Dios en el altar y recuerdas que tu hermano tiene una queja contra ti, 24 deja tu ofrenda allí, frente al altar, y ve a hacer las paces con tu hermano. Luego regresa y presenta tu ofrenda a Dios.
25 Si alguien hace una acusación en tu contra y la lleva a la corte, ponte de acuerdo rápido con esa persona mientras vas con él por el camino, no sea que tu adversario te entregue al juez, el juez al carcelero y seas metido en la cárcel. 26 Ciertamente te digo que no saldrás libre hasta que hayas pagado toda la multa.
27 Han escuchado que se dijo: “No cometas adulterio” (Ex 20:14). 28 Pero yo les digo que quien mira a una mujer con deseo de poseerla ya ha cometido adulterio en su corazón. Entonces, si tu ojo derecho te hace pecar, sácalo y tíralo, porque es mejor perder una parte de tu cuerpo que ser arrojado al infierno. 30 Si tu mano derecha te hace pecar, córtala y tírala, porque es mejor perder una parte de tu cuerpo y no que todo el cuerpo vaya al infierno.
31 También se dijo: “El que repudia a su esposa, le dará un documento de divorcio”. 32 Pero yo les digo que todo hombre que se divorcie de su esposa, excepto en el caso de adulterio, será culpable de hacerla adúltera si se vuelve a casar, y el hombre que se casa con ella también cometerá adulterio”.
33 También han escuchado que se dijo a los antepasados: “No rompas tu promesa, sino cumple lo que le juraste al Señor”. 34 Pero yo les digo que no juren de ningún modo, ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35 ni por la tierra, porque es la plataforma donde descansan sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey; 36 tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer que un mechón de tu cabello se vuelva blanco o negro. 37 Cuando digan “sí” que sea “sí”, y el “no”, sea “no”, porque cualquier otra cosa que digan proviene del maligno.
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR
1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio Bíblico.
En el día de hoy continuamos con la lectura del evangelio de San Mateo, en esta ocasión la lectura nos presenta a Jesús y su relación con la Ley. Del Mesías se esperaba que trajera la nueva Torá, su propia Torá. La Torá es el libro que contiene la Ley y la identidad del pueblo israelita.
Jesús viene a presentar una “nueva” Ley, basada ahora sobre la libertad; ahí radica la paradoja, una Ley para ser libres. Esa libertad, por tanto, tiene un contenido, una orientación, y por ello está en contradicción con todo lo que esclaviza. La “Torá del Mesías” es totalmente nueva, diferente, pero precisamente por eso “da cumplimiento” a la Torá de Moisés.
No se trata de abolir sino de dar cumplimiento, y este cumplimiento exige algo más y no algo menos de justicia, como Jesús dice a continuación: “Porque les digo que si el modo de obrar de ustedes no supera al de los letrados y fariseos, no entrarán en el reino de los cielos.”
Jesús viene a presentar cuatro grandes temas para ponerlos en cuestión; sobre la ofensa, el adulterio, el divorcio y respecto a los juramentos.
El A. Testamento dice no matarás, no cometerás adulterio, no jurarás: si caemos en la cuenta, no todos son asesinos, pero en el interior del hombre hay ira, odio, violencia; no todos son adúlteros, sin embargo los pensamientos y relaciones de los hombres no buscan la continuidad y la fidelidad; no todos juran, pero si levantan falsos testimonios y no van con la verdad por delante.
Jesús comenzando su predicación sobre el homicidio, cita el libro del Éxodo donde se encuentran escritos los mandamientos, conocidos también como la Ley.
Las penas aquí señaladas guardan relación con la gravedad de la ofensa. El “sanedrín” o Consejo era el Tribunal Supremo de los judíos; y el “infierno de fuego” o Gehena era un valle situado al sur de Jerusalén, en el cual los israelitas habían sacrificado antiguamente víctimas humanas al dios Moloc y por este motivo, simbolizaba el lugar del castigo más grave.
Jesús presenta algo novedoso para ese momento: la reconciliación. No dijo si tú tienes algo contra tu hermano, sino si tu hermano tiene algo contra ti, como imponiendo con más dureza la necesidad de reconciliación. La cuestión del Sanedrín y del infierno del fuego aparece como advertencias. No nos olvidemos que hablamos de homicidio y luego de ira, la ira hace perder la objetividad y aún al sabio lo hace necio y no se trata sólo de no matar sino también de no querer matar, de no querer causar daño. Porque Jesús es el Intérprete eminente de la ley, quien le da el sentido más profundo.
Siguiendo con la lógica anterior sobre el homicidio, cuando Jesús habla de adulterio no se trata sólo de no cometer adulterio, sino también de no querer cometerlo. Hay que tener también un corazón limpio y desinteresado. El ejemplo de Jesús nos habla del corazón y no de la mirada.
En tiempos de Jesús, las autoridades religiosas daban permisión para divorciarse por cualquier motivo, no sólo por infidelidad. Ellos se excusaban diciendo que “estaba contemplado en la ley”, pero ése no era el espíritu de la Ley. Jesús dijo: Pero yo les digo que quien repudia a su mujer –salvo en caso de concubinato– la induce a adulterio, y quien se case con una divorciada comete adulterio. Más adelante en el libro de Mateo leeremos cuando Jesús explica que el divorcio no era parte del plan de Dios, sino que es consecuencia del pecado del hombre y la dureza del corazón del hombre.
El «cielo, la tierra y Jerusalén» eran fórmulas usadas para evitar jurar por Dios pero se referían a Él como se aclara en los versículos siguientes. Jesús sintetiza toda esa legislación en un sí…sí y no…no cuando corresponde, evitando las invectivas farisaicas al respecto. Es decir, que lleva el corazón de la cuestión de los juramentos, votos y promesas al lugar central: la credibilidad personal. La mejor manera de gozar de la credibilidad en el prójimo no es haciendo promesas irresponsables como suelen hacer los demagogos, sino diciendo la verdad.
Preguntas para recordar el texto bíblico:
- ¿Cómo inicia el relato? ¿Qué dice Jesús que ha venido a hacer?
- ¿Cuál será la relación entre en cumplimiento de la Ley y el Reino de los Cielos?
- ¿Cuáles son los cuatro grandes temas que Jesús presenta en este relato?
- ¿Qué decía la Ley sobre el homicidio? ¿Qué dice Jesús? ¿Qué ejemplos presenta?
- ¿Qué decía la Ley sobre el adulterio? ¿Y qué dice Jesús? ¿Qué ejemplos presenta?
- ¿Qué decía la Ley sobre sobre el juramento? ¿Y Jesús que dice sobre ello? ¿Qué ejemplo nos presenta?
2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
- ¿Vivo los mandamientos como una norma rígida y pesada con la cual debo cargar, o más bien como aquello que ordena mi vida y me conduce a la libertad?
- ¿Me esfuerzo por vivir los mandamientos cada día? ¿Comprendo que la recompensa está en el Reino de los Cielos?
- ¿De qué sirve cumplir la Ley si carezco de amor? ¿Comprendo que la plenitud de la Ley radica en el amor?
- ¿Qué me dice el mandamiento “no matarás”, siento que me es ajeno? ¿Con que actitudes, gestos o pensamientos elimino a mis hermanos de mi vida? ¿De qué modo vivo este llamo a la reconciliación? ¿Soy de los que esperan que el otro tome la iniciativa? ¿A partir de ahora estoy dispuesto a ser yo quien dé el primer paso?
- ¿Comprendo que Jesús quiere de nosotros corazones puros y limpios? ¿Qué significa para mí vivir la pureza? ¿Qué debo cambiar y/u ordenar en mi vida? ¿Entiendo que solo aquellos que tienen un corazón puro y limpio pueden ver de mejor modo a Dios?
3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
Tú conoces mejor que nadie mi
debilidad y mi pequeñez,
pero también conoces cuánto
quiero responder a tu amor.
Te pido que, así como viniste a perfeccionar la Ley judía,
perfecciones la sinceridad, la humildad,
la entrega y la pureza de mi corazón.
Te pido que donde esté yo
otros puedan verte a ti.
Que donde esté yo
otros puedan verte en mí.
Quiero ser transparencia de tu amor.
Hazme fuente de tus aguas, Señor.
Hazme cauce de tu vida para todos.
Donde esté yo
que puedan verte en mí.
Amén
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría. Añadimos nuestras intenciones de oración.
4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Como interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
«No piensen que llegué para acabar con la Ley de Moisés»
(Versículos 17)
Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
En lo personal, me comprometo ser un cristiano coherente siempre y en todo lugar. En estos días buscaré las formas de invitar a otros a orar juntos, viviendo el momento desde la pequeñez y la humildad.
Con tu grupo, nos comprometemos a ser una comunidad dispuesta a ser luz de Cristo para los demás. Por eso planeamos una campaña para que los miembros del barrio puedan aprender a orar, utilizando recursos novedosos y creativos; para que todos puedan acercarse a Dios y conocer cuánto nos ama.