«¡Eres el Santo de Dios!»
Hno. Ricardo Grzona, frp
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PRIMERA LECTURA: Deuteronomio 18, 15-20
SALMO RESPONSORIAL: Salmo 94, 1-2. 6-7. 8-9
SEGUNDA LECTURA: 1 Corintios 7, 32-35
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.
Amén
TEXTO BÍBLICO: Marcos 1, 21-28
21 Vinieron a la ciudad de Cafarnaúm, y en seguida, en el día de descanso, el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga. 22 La gente que lo escuchaba estaba asombrada de su enseñanza porque Jesús enseñaba con su propia autoridad y no como los maestros de la Ley. 23 De repente sucedió que un hombre fue poseído por un espíritu maligno y comenzó a gritar: “¿Qué quieres tú de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Vienes a destruirnos? Sé muy bien quién eres: ¡eres el Santo de Dios!
25 Entonces Jesús lo regañó, diciendo: “¡Cállate y sal de este hombre!”
26 El espíritu maligno sacudió al hombre violentamente, dio un fuerte grito y salió de él. 27 Todos se quedaron asombrados y se decían unos a otros: “¿Qué significa esto? Es una nueva enseñanza dada con autoridad. Él gobierna incluso los espíritus malignos, y ellos lo obedecen”. 28 Y la fama de Jesús se extendió rápidamente por toda la región de Galilea.
TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR
1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Estudio Bíblico.
Seguimos leyendo los primeros párrafos del Evangelio de Marcos. Él tiene un deseo muy claro de presentar a Jesús como el Hijo de Dios, el Consagrado. En el Antiguo Testamento, nos encontrábamos nosotros con que Dios “adoptaba” a su pueblo pero Jesús vive una relación con Dios directa. Y esto es expresado en este capítulo 1 muchas veces. Lo dice Marcos mismo en el versículo 1, lo dice Juan el Bautista en el versículo 7, lo dice la voz de Dios Padre en el Bautismo en el versículo 11 y ahora, los demonios que tenían poseído a este pobre hombre, también lo dicen en el versículo 24.
La presentación es evidente en todo este capítulo. Seguimos hablando de la Buena Noticia, donde se cumple el plan salvífico de Dios y donde toda la historia del Pueblo de Israel llega a su plenitud y es universal para todos.
Este relato que hoy nos presenta la liturgia del domingo es el inicio de una serie de enseñanzas que Jesús realiza más con signos y gestos que con palabras. Tal vez la primera insistencia, es que si bien, después del pecado de nuestros padres, la humanidad completa estuvo fuertemente dominada por “el príncipe de este mundo”, y la enfermedad y la muerte habían sido un triunfo de éste, ahora el primer signo que Jesús muestra en su ministerio, es la liberación de un endemoniado. De esta manera Jesús demuestra que Él ha venido principalmente a destruir el reinado de Satanás y que siempre será victorioso sobre los espíritus inmundos.
Jesús se encuentra entonces en Cafarnaúm y desde allí comienza su actividad. Como un buen judío practicante lo vemos participando el día sábado en donde fue a enseñar a la sinagoga. Tanto al principio como al final del relato, se presenta a la gente que lo veía con gran asombro. Es un dato muy curioso, primero por la autoridad de la enseñanza, luego por la autoridad ante los demonios.
Jesús es presentado en este Evangelio como quien tiene autoridad tanto en gestos y palabras, que acompañan con su poder divino. Y ni bien aparece Jesús en su vida pública, está presente el maligno para mostrar el combate entre los ejércitos del mal y sólo Jesús, quien es que los vence.
Es curioso que la misma tradición bíblica muestre a los ángeles con una inteligencia superior a los seres humanos. Y el demonio es un ángel que cayó y fue separado para siempre de Dios, del bien y de su Reino celestial. Por eso, es la batalla, para que nadie pueda alcanzarlo. Aquí es este ángel malo, quien reconoce a Jesús, el Hijo de Dios, el consagrado que ha venido a destruir el mal y a desterrar al maligno de este mundo.
Jesús es el “Santo de Dios”, que representa la perfección, la pureza y la autoridad completa de Dios. En Jesús no hay mancha alguna. Por eso también tiene autoridad sobre aquellos que están sucios y desean ensuciar a los demás. Los demonios ya saben que Jesús ha llegado para destruirlos y acabar con su poder. Por eso la frase que le dicen: “qué tienes Tú con nosotros, sabemos quien eres”.
Llama la atención que ahora sea el demonio quien identifica a Jesús como el Hijo de Dios. Mientras que el pueblo sólo observa los milagros.
Es este signo narrado muy sencillamente por Marcos donde Jesús dice “cállate y sal de él”. Basta la palabra de Aquel que es la Palabra, para que las cosas se realicen. Así como en el inicio, la Palabra daba las órdenes y las cosas comenzaban a existir, ahora es la Palabra hecha carne, que habla con autoridad, para liberarnos del mal.
Reconstruimos el texto:
- ¿Cómo comienza este relato?
- ¿En qué ciudad estaba Jesús?
- ¿A dónde fue un día Sábado?
- ¿Qué es lo que hacía allí?
- ¿Qué decía la gente sobre Jesús?
- ¿A quién se encontró? ¿Qué le sucedía a esta persona?
- ¿Qué le decían a Jesús el espíritu inmundo?
- ¿Qué dijo Jesús al espíritu malo?
- ¿Qué ocurrió inmediatamente?
- ¿Qué volvió a decir la gente?
- ¿Qué hizo la gente divulgando por todas parte en Galilea?
2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:
- Jesús desde el principio se muestra cumplidor de las tradiciones religiosas. ¿Yo también participo de las celebraciones de la Iglesia? ¿Especialmente estoy atento a la Eucaristía dominical? ¿Sólo participo cuando “lo siento”?
- Es curioso que mucha gente dice “yo soy cristiano a mi manera” ¿Soy también de esos? ¿Cuándo los encuentro, soy capaz de ayudarlos a entender la importancia de participar en las fiestas de la comunidad eclesial?
- ¿Acepto las enseñanzas de Jesús? ¿Me dejo maravillar por lo que dice a mi vida? ¿Busco con insistencia todo lo que tenga que ver con las enseñanzas de Jesús para mí?
- Había un hombre poseído por el demonio. En verdad el maligno nos tienta y cuando cedemos a sus tentaciones, allí podemos decir que le damos entrada. ¿Puedes descubrir también esto en tu vida? Tal vez no toda la vida, pero puedes haberle entregado algo de tu vida para que allí haga un centro de operaciones donde Jesús no ha podido entrar ¿Cómo identificas esta situación?
- El mal habla desde dentro de cada uno de nosotros. ¿Cómo lo escucho? Ahora frente al Hijo de Dios, puedo reconocer a Jesús como mi liberador de estos males? Es un tema muy fuerte que debemos afrontar en nuestras vidas.
- ¿Dejo que el Señor pronuncie su Palabra sobre mi vida?
- ¿Me maravillo de todo lo que el Señor hace por mí?
- ¿Soy capaz de salir a anunciar “las maravillas de Dios” a los demás? ¿O sólo me dejo esto como una información privada en mi vida que no quiero compartir?
3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.
Señor te damos gracias por que nos enviaste a tu único Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el Salvador.
Quiero escuchar sus enseñanzas, quiero vivir de verdad de acuerdo a ellas.
Señor sólo entre Tú y yo sabemos que hay muchas tentaciones en mi vida. Quiero pedirte que me ayudes a callar esas fuerzas que me hacen daño y también te pido que en tu nombre bendito salgan de mí. Pues me hacen daño.
Señor ayúdame contra el maligno enemigo tuyo.
Quiero ponerme en tus manos y así, con una nueva vida, poder consagrar mis fuerzas a anunciarte.
Gracias Señor por elegirme.
Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor.
Añadimos nuestras intenciones de oración.
Amén.
4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Como interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.
«¡Eres el Santo de Dios!»
(Versículos 24)
Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.
5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.
En lo personal, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Voy a profundizar sobre lo que significa todo el proceso de Jesús, el Señor, el consagrado de Dios. Y voy a elegir entre mis amistades a alguien a quien pueda anunciar a Cristo con un nuevo ardor. Así voy a ser misionero, con una persona mínimo.
Con tu grupo, dialogaré con todos para ver cuáles son los momentos en que le damos toda la importancia al encuentro con Jesús y al anuncio. Como el texto nos dice que todos maravillados corrieron a anunciar a Cristo, vamos a elegir como siempre un grupo específico, personas que sufren, ancianos en hospitales, niños en lugares con dificultades. Y anunciar la Buena Noticia, que implica que nos comprometemos con todos.
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