Lectio Divina Dominical III de Cuaresma Ciclo B

«Él sabía lo que había en cada persona»

Hno. Ricardo Grzona, frp

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PRIMERA LECTURA: Éxodo 20, 1-17
SALMO RESPONSORIAL: 19(18), 8.9.10.11
SEGUNDA LECTURA: 1 Corintios 1, 22-25

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICO: Juan 2, 13-25

13 Aproximándose la Pascua de los judíos, Jesús subió a la ciudad de Jerusalén. 14 En el patio del Templo encontró gente vendiendo bueyes, ovejas y palomas, y también sentados en sus mesas, a los que cambiaban dinero. 15 Después de hacer un látigo de cuerdas, expulsó a toda esa gente del Templo, incluyendo a las ovejas y los bueyes. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero y desparramó las monedas por el suelo. 16 Él dijo a los que vendían palomas: “¡Saquen todas estas cosas de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio!”

17 Entonces sus discípulos recordaron las palabras de lo que ha sido escrito: “El celo por tu casa me devora” (Sal 69:9).

18 Entonces los judíos le preguntaron: “¿Qué señal puedes hacer para demostrarnos que tienes la autoridad para hacer estas cosas?”

19 Jesús les respondió: “¡Destruyan este Templo y lo volveré a construir en tres días!”

20 Pero los judíos dijeron: “Este Templo tomó cuarenta y seis años en construirse, ¿y tú dices que lo volverás a construir en tres días?”

21 Pero el Templo del que Jesús estaba hablando era su propio cuerpo. 22 Cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que había dicho esto y luego creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho.

23 Cuando Jesús estaba en Jerusalén, durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en Él porque veían las señales que realizaba. 24 Pero Jesús no confiaba en ellos, porque los conocía muy bien 25 y no tenía necesidad que nadie le diera testimonio de nadie, porque Él sabía lo que había en cada persona.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

En este tercer domingo de Cuaresma, el Evangelio de Juan nos presenta un episodio muy curioso, del que seguramente todos recordamos. Está llegando la fiesta de la Pascua, es el momento del año más sagrado para el pueblo de Israel. Numerosas tribus de peregrinos llegaban de todos lados para la celebración en Jerusalén, donde se encontraba el templo. Recordemos que el único culto litúrgico para los judíos se celebraba en el Templo de Jerusalén, ya que en las así llamadas sinagogas, lo que se realiza es la enseñanza de la Ley y la oración. Por eso la importancia de la ciudad y del Templo.

En verdad, el Templo de Jerusalén, decidió edificarlo el Rey David para custodiar el “Arca de la Alizanza”. En esa Arca estaban las tablas de la Ley que aseguraba la presencia del Señor en medio de su pueblo. Pero Dios no se lo permitió a David, por causa de sus muchos pecados. Y lo mandó finalmente a construir Salomón, su hijo. Estamos hablando del siglo X antes de Cristo. (Esto lo encontramos en el libro de los Reyes y el libro de Crónicas). Allí se custodió el Arca de la Alianza hasta que el Rey Nabucodonosor de Babilonia se arrebata a Jerusalén y destruye todo, incluso el Templo llevándose cautivos a los Judíos. De esa Arca nunca más se comentó ni se supo dónde terminó. Pero en el destierro Esdras, pidió permiso para volver a las ruinas de su ciudad y reconstruir el templo. Ahora hablamos del siglo VI antes de Cristo. Luego hubo otras revueltas que volvieron a destruir el templo. Hasta que en el siglo I antes Cristo el Rey Herodes embelleció el Templo mandando trabajadores por muchos años. Éste es el Templo que vió y conoció Jesús.

Es decir el lugar tan sagrado para los judíos, ahora con tantos peregrinos que venías a presentar sus ofrendas y holocaustos, querrían adquirir allí los animales para ofrecerlos en sacrificio y como muchos venían de otros países habían hasta cambistas de dinero. Todo eso es lo que vio Jesús y por esa razón, expulsó a los mercaderes del Templo, con un látigo hecho de cuerdas. Tal vez estamos acostumbrados a ver a Jesús con la gran mansedumbre que trata a todos los pecadores que se convierten, o darles una oportunidad a todos. Pero aquí lo vemos con una fuerza muy importante para poner fuera del Templo a esta gente.

En el medio del relato hay muchas preguntas y un anuncio muy claro sobre su muerte y resurrección, dando a entender que sobre Él mismo ahora es el centro de la religión. Ya no será más el Templo, sino que habrá una sóla víctima (que es el Hijo amado del Padre), y ya nunca más se necesitarán otros sacrificios. Y el “cordero degollado” resucitó y está vivo. Esto es lo que hay que entender del Evangelio de Juan, pues siempre tiene a Cristo Resucitado como centro. Por eso dice Juan que cuando Jesús resucitó, entonces fue que creyeron en esto que había dicho.

El relato termina con el versículo 25 donde dice: “no necesitaba informes de nadie, porque él sabía lo que hay en el interior del hombre”

Es decir, Juan nos relata que Jesús actuó de esta manera, porque Él sabía lo que hay en el interior de los seres humanos. Y tal vez todo esto es lo que justifica esa manera de actuar. Jesús ve los corazones y las intenciones. La religión no puede mezclarse con el comercio y el mercado. Es un muy buen punto para tener en cuenta.

Reconstruimos el texto:

  1. ¿Cómo comienza este relato?
  2. ¿Qué fiesta se acercaba?
  3. ¿A dónde fue Jesús?
  4. ¿Qué vio Jesús al llegar al Templo?
  5. ¿Qué hizo con estas personas?
  6. ¿Cuál fue la explicación que Jesús dio de su obrar así?
  7. ¿Qué dijo sobre el templo y su destrucción?
  8. ¿A qué se refería realmente con estas palabras?
  9. ¿Porqué Jesús no necesitaba informes de nadie? ¿Qué conocía de las personas?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

  1. Jesús cumple con las fiestas religiosas de su pueblo. ¿También yo participo activamente en mi comunidad, especialmente celebrando los sacramentos?
  2. Jesús se siente contrariado al ver que han hecho de la vida religiosa un comercio ¿Podría pasar en alguno de nuestros grupos algo similar? ¿Cómo deberíamos obrar nosotros si nos ocurre en nuestra vida o nuestras comunidades que estamos haciendo daño y comerciando con la fe? ¿Y si es otro grupo, cómo podríamos ayudarlo?
  3. Los templos también son la expresión del cuidado de nuestras comunidades. ¿Personalmente y comunitariamente colaboro con el mantenimiento de nuestro templo?
  4. Hay muchos lugares donde las personas no tienen en sus comunidades templos para celebrar como Iglesia los sacramentos. ¿Tenemos disposición para sentirnos misioneros formando una sola comunidad que ora al Señor y ayudamos en sus construcciones?
  5. ¿Entiendo que el verdadero culto agradable al Señor es la adoración de su Hijo Único Jesucristo? ¡Él es el verdadero centro de culto!
  6. ¿Está mi fe puesta en el misterio pascual, o sea la muerte y resurrección de Jesús? ¿Soy testigo de Cristo Resucitado?
  7. ¿Entiendo que Jesús sabe lo que hay en mi corazón? ¿Le presento mi corazón con sus cosas positivas y le pido que cure lo que está herido en él?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

Vamos a tomar la Segunda Lectura de este Domingo y vamos a hacerla propia, tomada de la Primera Carta a los Corintios:

1,21: Como el mundo con su sabiduría no reconoció a Dios en las obras que manifiestan su sabiduría, dispuso Dios salvar a los creyentes por la locura de la cruz.
  1,22: Porque los judíos piden milagros, los griegos buscan sabiduría, 1,23: mientras que nosotros anunciamos un Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los paganos; 1,24: pero para los llamados, tanto judíos como griegos, un Cristo que es fuerza y sabiduría de Dios.
  1,25: Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres y la debilidad de Dios más fuerte que la fortaleza de los hombres.

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor.

Añadimos nuestras intenciones de oración.

Amén.

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Como interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo del Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

«Él sabía lo que había en cada persona»
(Versículos 25)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

En lo personal, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. Es importante tomar una actitud de asumir el texto sagrado. Debo preguntarme muy seriamente cuál es la actitud que tomaré para mostrar mi cambio. Puede ser en una doble línea: Por un lado dedicar mi tiempo, mi esfuerzo y también recursos económicos para apoyar a que el templo de mi comunidad esté en buenas condiciones y digno. También ver de hacer una ayuda específica a personas que sufren, porque ellos también son templo de Dios.

Con tu grupo, haremos una revisión de cuál es nuestra actitud con respecto al templo. Por ejemplo la limpieza, el orden, y cuidarlo como grupo. La Iglesia somos todos, pero nuestro templo parroquial es el lugar sagrado de celebración comunitaria de los sacramentos. Ver qué más podemos hacer para mantenerlo digno. Y hacia afuera, como grupo ver dónde hay alguna capilla que la gente más necesitada de nuestra Iglesia quisiera mejorarla (ya sea limpieza, pintura, arreglos) y hacer esta acción misionera con quiénes lo necesiten.

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