Lectio Divina Dominical II de Curesma Ciclo C

«Este es mi hijo, el Elegido. ¡Escúchenlo!»

Hno. Ricardo Grzona, frp
Cristian Buiani, frp

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PRIMERA LECTURA: Génesis 15, 5-12. 17-18
SALMO RESPONSORIAL: 27(26),1.7-8.9abc.13-14
SEGUNDA LECTURA: Filipenses 3, 17-21.4,1

Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo,
Ven a nuestra vida, a nuestros corazones, a nuestras conciencias.
Mueve nuestra inteligencia y nuestra voluntad
para entender lo que el Padre quiere decirnos a través de su Hijo Jesús, el Cristo.
Que tu Palabra llegue a toda nuestra vida y se haga vida en nosotros.

Amén

TEXTO BÍBLICOLucas 9, 28b-36

28 Aproximadamente ocho días después de decir estas cosas, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago y subió a la montaña para orar. 29 Mientras oraba, su rostro cambió de apariencia y su ropa se volvió muy blanca y brillante. 30 De repente, dos hombres aparecieron allí y comenzaron a hablar con Él. Eran Moisés y Elías, 31 quienes aparecieron en gloria y hablaban con Jesús sobre su muerte que Él estaba a punto de cumplir en Jerusalén.

32 Pedro y los otros que estaban con él estaban profundamente dormidos, pero se despertaron y vieron la gloria de Jesús y los dos hombres que estaban con Él. 33 Cuando estos dos hombres se alejaban de Jesús, Pedro dijo a Jesús:

“Maestro, ¡qué bueno es estar aquí! Vamos a hacer tres carpas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías”. Pedro no sabía lo que estaba diciendo. 34 Mientras él seguía hablando, vino una nube que los cubrió de sombra, y al verse tapados por ella tuvieron miedo. 35 Entonces de la nube salió una voz que decía: “Este es mi hijo, el Elegido. ¡Escúchenlo!”

36 Apenas calló la voz, Jesús se encontró solo. Los discípulos guardaron silencio y en esa ocasión no dijeron nada a nadie sobre lo que habían visto.

TRADUCCIÓN DEL NUEVO EVANGELIZADOR

1.- LECTURA: ¿Qué dice el texto?

Estudio Bíblico.

Estamos transitando el segundo domingo de cuaresma. La lectura es del evangelista San Lucas, se trata del célebre relato de la transfiguración de Jesús.

Los “ocho días” con los cuales comienza el relato, harían referencia a la fiesta judía de las Tiendas, en hebreo es denominada “Sucot” y solía llevarse a cabo durante ocho días. Por lo tanto la transfiguración de Jesús habría ocurrido el último día de estas fiestas, en que era al mismo tiempo su punto culminante y de gran importancia. Recordemos que la mayoría de los grandes acontecimientos tienen una íntima relación con el calendario de las fiestas judías. Este es un signo de la nueva Alianza, Jesús le da un nuevo sentido a todas las cosas.

Jesús elige entre sus discípulos a tres de ellos, Pedro, Juan y Santiago. Estos tres, son los mismos discípulos que luego se encontraran junto a Jesús acompañándolo en el Monte de los Olivos en la extrema angustia de Jesús, pero aquí se contrasta con la alegría y el gozo de la transfiguración. Jesús elige la montaña como el lugar preferido para orar, al igual que lo hace con el “Sermón de la Montaña”, y en tantos otros momentos. La montaña es signo de la mayor cercanía de Dios, lugar propicio para el encuentro y la oración.

Dice el evangelista que al orar, el rostro de Jesús cambio de aspecto y sus vestiduras se volvieron blancas. Al hablar con su Padre, su luz resplandece y hace brillar cuanto lo rodea. Las vestiduras de Jesús blancas como la luz, hablan acerca de nuestro futuro. El Apocalipsis nos aporta que las vestiduras de los elegidos son blancas, signo de quienes son salvados.

Los discípulos lograron ver a dos hombres que hablaban con Jesús, y distinguieron que se trataba de Moisés y de Elías. Este dialogo es la imagen de la “Ley y los Profetas” conversando con Jesús, la antigua alianza junto a la nueva alianza. La conversación mantenida entre estos es acerca de la partida de Jesús, y de lo que debía cumplirse en Jerusalén. Es decir el tema de conversación es la cruz. Moisés y Elías se convierten ellos mismos en figuras y testimonios de la pasión que se transformara en luz, en libertad, y en alegría.

Los discípulos al contemplar este acontecimiento estaban impregnados por la grandiosidad de la aparición, y sucumbidos en una especie de sueño, posiblemente por el temor que esta situación les generaba. Es Pedro una vez más quien toma la palabra y manifiesta lo bien que se sienten de estar allí, y propone construir tres carpas, una para Jesús, otra para Moisés, y la otra para Elías. Dice el evangelista que Pedro no sabía lo que decía. Son palabras pronunciadas en una mezcla de éxtasis, temor y a la vez de alegría por la proximidad de Dios. Estas palabras de Pedro sobre construir carpas están en sintonía con la fiesta de las tiendas (carpas), que se estaba llevando a cabo durante ese día.

Mientras hablaban una nube los cubría con su sombra. Según el Antiguo Testamento, la “nube” acompañaba muchas veces las apariciones de Dios y representaba su majestad y su poder. Desde esta nube se escuchó la voz de Dios que dijo “Este es mi Hijo elegido, escúchenlo”. Aquí se repite la escena del bautismo de Jesús, cuando el Padre mismo proclama desde la nube a Jesús como Hijo: “Tu eres mi Hijo amado, mi preferido”. A esta proclamación se añade ahora el imperativo “escúchenlo”.

Reconstruimos el texto:

  1. ¿Con qué referencia temporal comienza el relato?
  2. ¿Cuáles son los discípulos que Jesús eligió para que lo acompañaran? ¿A dónde se dirigieron?
  3. ¿Para qué se dirigió Jesús a la montaña? ¿Qué ocurrió mientras oraba?
  4. ¿Quiénes aparecieron y conversaron con Jesús? ¿Cómo estaban, de que hablaban?
  5. ¿Qué hacían los discípulos durante esta aparición?
  6. ¿Cuál de los discípulos tomó la palabra? ¿Qué dijo?
  7. ¿Qué dijo la voz que salía de la nube?
  8. ¿Cómo termina el relato?

2.- MEDITACIÓN: ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?

Hagámonos unas preguntas para profundizar más en esta Palabra de Salvación:

    1. ¿Estoy dispuesto a hacer un “alto” en el camino cotidiano para “subir” la montaña e ir al encuentro con Dios? ¿Cuándo estoy en oración percibo que lo que me rodea también es iluminado por la presencia de Dios? ¿Qué sería de mi vida sin la oración?
    2. ¿Qué me obstaculiza o limita a poder darme tiempos y momentos para encontrarme más profundamente con Dios?
    3. ¿Contemplo el misterio de Dios como lo hicieron los tres discípulos? ¿Pongo todos mis sentidos para contemplar a Jesús? ¿Qué me genera en mí tener un momento de silencio y de contemplación? ¿Siento el mismo deseo de Pedro de prolongar esos momentos de gozos? ¿Comprendo que esos momentos son pregustar lo que será el Reino de los Cielos?
    4. Dios Padre nos pide que escuchemos a su Hijo. ¿Estoy atento a las Palabras de Jesús contenidas en las escrituras? ¿Escucho la voz de Jesús que me habla en la oración? ¿Soy indiferente a lo que escucho, o me propongo vivir y actuar conforme a sus palabras? ¿Cómo es mi respuesta: tibia, débil, generosa, etc.?
    5. ¿Escucho a Dios en los hermanos, en mi familia, en la comunidad? ¿Comprendo que a través de ellos también Dios me habla, y lo hace a diario?
    6. ¿Vivo como transfigurado, es decir que el horizonte de mi vida cambia por la presencia de Jesús?

3.- ORACIÓN: ¿Qué le digo o decimos a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor. 

Señor mientras te muestras luminoso ante tus discípulos predilectos en esta montaña tan alta y apartada, envíanos tu Espíritu para que meditemos los distintos modos que tenemos nosotros de subir a la montaña del encuentro.

Podemos subir, y subimos, muchas veces solos, porque iniciar la ruta ascendente del encuentro, siempre sugiere aires de auto superación, deseos de algo más puro, sueños de horizontes sin límites, ansias de verlo todo desde la otra orilla.

Tú nos has hecho hijos del Padre y hermanos con un mismo amor y una misma entrega, con la seguridad de tu presencia transformadora. Por ello, todos juntos, te decimos que queremos conocer tu rostro transfigurado y luminoso.

Te buscamos presente en la vida y en la historia pequeña y grande de los hermanos, nuestros hermanos, los hombres de nuestra tierra y nuestro tiempo.

Tú eres nuestra paz, tú eres nuestra luz, tú eres el motivo de nuestra esperanza.

Ante tu rostro transfigurado, anuncio de la resurrección de vida, queremos renovar nuestro abandono en las manos del Padre. Lo hacemos junto a ti, en ti: “Padre, me pongo en tus manos. Haz de mi lo que quieras. Sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo. Todo lo acepto con tal que tu voluntad se haga en mí, en mis hermanos y en toda la Humanidad”.

Yo te confío mi vida, te la doy. Condúceme, envíame el Espíritu que mueve y transforma todas las cosas a la luz del amor.

Nos ponemos en tus manos, Señor, enteramente, sin reservas. Lo hacemos con la confianza absoluta que tú tenías en el amor del Padre.

Este es el camino que nos permitirá subir a la montaña del encuentro: abandonarnos contigo, Señor Jesús, en las manos del Padre, unirnos a tu ofrenda de amor salvador a favor de los hombres, ser, contigo y en ti, una única oblación.

Hacemos un momento de silencio y reflexión para responder al Señor. Hoy damos gracias por su resurrección y porque nos llena de alegría.  Añadimos nuestras intenciones de oración.

– AMÉN –

4.- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?

Para el momento de la contemplación podemos repetir varias veces este versículo  del  Evangelio para que vaya entrando a nuestra vida, a nuestro corazón.

Repetimos varias veces esta frase del Evangelio para que vaya entrando a nuestro corazón:

«¡Éste es mi Hijo, el elegido: Escúchenlo!»
(Versículo 35)

Y así, vamos pidiéndole al Señor ser testigos de la resurrección para que otros crean.

5.- ACCION: ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?

Debe haber un cambio notable en mi vida. Si no cambio, entonces, pues no soy un verdadero cristiano.

Si estoy solo, vuelvo a leer detenidamente las lecturas. El Señor me pide que reconozca a Jesús como salvador y en este tiempo de Cuaresma, voy a realizar un buen examen de conciencia para entender que Jesús es mi salvador y que muchas veces no lo escuché. Voy a realizar una acción externa que muestre mi arrepentimiento y también mi seguimiento al Señor. Una obra concreta que demuestre ante los demás.

En el grupo, nos comprometemos a ser una comunidad transfigurada por la presencia de Jesús. Haremos un diálogo con nuestro grupo. ¿Cuándo fue el último retiro que tuvimos para encontrarnos con Jesús? Nos proponemos durante este tiempo de Cuaresma un retiro para el grupo y luego hacer una obra de caridad que demuestre que sí somos capaces de cambiar y de dirigirnos hacia el prójimo para testimoniar a Jesús.

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