Lectio Divina por Martharís Rivas de República Dominicana
Día III de la Octava de Navidad
Fiesta: San Juan, Apóstol y Evangelista
0. Invocación al Espíritu Santo
Ven, Espíritu Santo!
Llénanos de tu presencia, inunda nuestros corazones con tu amor y misericordia. Te pedimos que nos llenes de la gracia de comprender tu poder y alabarte siempre.
Cantemos (Espíritu Santo):
1. Lectura:
Lectura del Santo Evangelio según San Juan 20,2-8
El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.” Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Palabra del Señor.
2. Meditación: ¿Qué me dice el texto?
El pasaje del Evangelio que hoy se propone nos ayuda a contemplar la Navidad desde la perspectiva de la Resurrección del Señor. En efecto, Juan, llegado al sepulcro vacío, «vio y creyó» (Jn 20,8). Confiados en el testimonio de los Apóstoles, nosotros nos vemos movidos en cada Navidad a “ver” y “creer” . Uno puede revivir estos mismos “ver” y “creer” a propósito del nacimiento de Jesús, el Verbo encarnado. Juan, movido por la intuición de su corazón —y, deberíamos añadir, por la “Gracia”— “ve” más allá de lo que sus ojos en aquel momento pueden llegar a contemplar. En realidad, si él cree, lo hace sin “haber visto” todavía a Cristo, con lo cual ya hay ahí implícita la alabanza para aquellos que «creerán sin haber visto» (Jn 20, 29), con la que culmina el vigésimo capítulo de su Evangelio. Hoy celebramos a san Juan Evangelista. Juan significa: “Dios es misericordioso”. Lo pintan con un águila, porque es el escritor de la Biblia que se ha elevado a más grandes alturas de espiritualidad con sus escritos. Nació en Galilea. Era hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor. Su oficio era el de pescador. Parece que fue uno de los dos primeros discípulos de Jesús, junto con Andrés. Los dos eran también discípulos de Juan Bautista y un día al escuchar que el Bautista señalaba a Jesús y decía: “Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”, se fueron detrás de Él. Jesús se volvió y les dijo: “¿Qué buscan?”. Ellos le respondieron: “Señor: ¿dónde habitas?”. Y Jesús les dijo: “Vengan y verán”. Y se fueron con Él.
3. Oración: ¿Qué respondo al Padre?
Pedimos a Dios padre Misericordia por amor a su Hijo Jesús, al revisar el año vemos como hemos pecado y también vemos la gracia de Dios cuando nos limpia y nos libera por amor. Gracias Jesús por darnos la oportunidad de disfrutar la Vida, de ver tu gloria cuando obramos según tu voluntad y nos resucitas de esas muertes que se nos presentan cada día, condúcenos a la vida eterna. Amen.
4. Contemplación: ¿Qué resuena en mi vida?
Reflexionemos sobre las palabras “Vió y creyó”.
Y que tan rápido somos para buscar el encuentro de Jesús Resucitado.
5. Acción: ¿A qué me comprometo a partir de esta Palabra?
Proponte: a ver y creer más en su Palabra compartiendo la Palabra de Dios con otras personas, pero bajo una creencia apoyada en la confianza, confiemos más en la misericordia de Dios, pidamos que nos libre de la culpa de nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.