Lectio Divina del día – WhatsApp Lucas 22, 14-20

Lectio Divina por Matías Quiroga de Argentina

Invocación al Espíritu santo:

Repetimos la jaculatoria: «Espíritu que descendiste sobre el Señor el Jordán, ilumínanos y santifícanos»

Texto: Evangelio según San Lucas 22, 14-20

Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo: -He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios-.
Y tomando una copa, dio gracias y dijo: -Tomen y compártanla entre ustedes. Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios-.
Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: -Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía-. Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: -Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes.

¿Qué me dice?

El Señor se nos dió por entero, no se reservó nada, renunció a todo, incluso a sí mismo. Su entrega comienza con la creación, por la cual Dios libremente sale de sí mismo y dá la vida y el ser con generosidad, porque Dios es amor, y el amor es darse por entero, lo que tengo y lo que soy. El hombre en cambio, acapara para sí mismo, se apropia y quita a Dios su primacía, a la creación su ser, e incluso a sí mismo su vida, ésto es el pecado. Dios continúa con su entrega, y comienza la redención. Llegado el momento señalado se hace igual a nosotros, se encarna, sufre debilidades, hambre, sed, dolor, e incluso la muerte, y de esta forma vence la muerte por nosotros. Sin que en Él exista la más mínima maldad o culpa, carga sobre sí la consecuencia de la maldad y la culpa. Pero su entrega no termina allí, su majestad, su gloria, su amor, lo que Él es, se hace pan y vino. Se queda para que lo comamos, lo adoremos, lo ultrajemos, lo toquemos, lo despreciemos, le demos la espalda, lo abandonemos, lo neguemos, y lo hace para siempre, mientras dure el mundo, por toda la historia. Y aún más, llegará el día definitivo, en que Dios nos dará todo de sí mismo para siempre, eternamente, y nos dará lo que no podemos imaginar, tal y como hizo en la historia.

Pregunta: ¿Cumplo el mandamiento del amor dándome a los demás?

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