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Lectio Divina por Julio De León de República Dominicana
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.
1- LECTURA Del Evangelio de Lucas (21, 29-33):
En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos: «Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.»
Palabra del Señor.
¿Qué dice el texto?
Seguimos en el discurso escatológico que es el último del Evangelio de Lucas y llegamos a uno de sus puntos más dramáticos. Podemos encontrar en el texto dos partes importantes. La parábola de los brotes de la higuera, que Jesús utiliza para indicarles a sus discípulos (de otra manera) que deben estar atentos a los signos de los tiempos y descubrir lo que implican. Y luego en una segunda parte, vuelve a afirmar la gran certeza de que el Reino de los Cielos y Su segunda venida, son una realidad firme en la que pueden poner toda su confianza.
En este trozo del Evangelio, al igual que en los días anteriores, Jesús pone el énfasis en la seguridad de que ocurrirán las cosas que nos ha prometido, mucho más que en el día y la hora que quieren saber los discípulos. Por eso lleva su discurso más allá, cuando de certezas y afirmaciones se trata y ya no solamente habla de la destrucción del templo, o de señales que se verán en el cielo… esto solo serán como los brotes de los árboles que anuncian el verano. Está vez nos dice que el cielo y la tierra pasarán, pero Su Palabra no pasará.
2-MEDITACIÓN: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Hoy el Señor me quiere reconfirmar la gran firmeza que ofrece confiar en Su Palabra. Las Palabras de Jesús son la Roca Firme en la que podemos poner absolutamente toda nuestra confianza, sabiendo que al final no quedaremos defraudados. Todo lo visible e invisible que hay en este mundo (cielo y tierra) podrá desaparecer; pero La Palabra, la misma que creó todo (cielo y tierra) permanecerá más allá del fin.
Y como ese fin, es hacia donde nos dirigimos a través de la historia, el Señor quiere que además aprendamos a discernir los signos que nos indican que Su llegada está próxima. Solo así podremos estar atentos y vigilantes, haciendo lo que agrada a Dios. Su santa Voluntad.
3-ORACIÓN: ¿Qué respondemos a Dios?
Señor Jesús, gracias por esta parábola y con ella señalarme los signos que me hacen estar atento a tu llegada. Gracias también por haberme permitido conocer tu Palabra y llegar a amarla. Gracias por este método maravilloso de la Lectio Divina que a lo largo de los siglos ha inspirado a tantas y tantas personas a querer conocerte más y también a presentarte a otras personas más. Pero sobre todo, gracias por la certidumbre que nos regalas de que Tu Palabra jamás pasará, incluso si el cielo y la tierra dejaran de existir. Amén.
4-CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo el mensaje De Dios?
“El cielo y la tierra pasarán, más mi Palabra no pasará”
5-ACCIÓN: ¿A qué me comprometo?
Compartir con alguien (con quien nunca lo haya hecho) de viva voz, algún mensaje de La Palabra de Dios.
