Evangelio del día – Lectio Divina Mateo 9, 9-13

Lectio Divina por Alfredo Columbié de Cuba

0-Invocación al Espíritu:

Que sea tu Santo Espíritu quien actúe en mí, Señor, para hacer vida tu palabra. (Repetimos despacio tres veces)

Lectura del Evangelio Mt. 9,9-13:  Jesús lo miró y le dijo: Sígueme. Él se levantó y lo siguió.

9 Jesús al irse de allí vio a un hombre llamado Mateo sentado en su puesto de cobrador de impuestos, y le dijo:
-«Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
10 después, mientras Jesús estaba sentado a la mesa en casa de Mateo, muchos recaudadores de impuestos y pecadores vinieron y se sentaron con él y sus discípulos.
11 los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
-«¿Por qué su maestro come con recaudadores de impuestos y pecadores?»
12 Jesús los oyó y dijo:
-«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. 13 aprendan lo que significa «misericordia quiero y no sacrificios», que yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Palabra del Señor

1- ¿Qué dice el texto?

Jesús pasando frente a la mesa de los impuestos donde trabajaba Mateo, lo mira y le dice: «sígueme». Mateo se levantó y lo siguió. Luego da una lección de vida a los fariseos frente a la pregunta malintencionada acerca de comer con publicanos y pecadores. El sano no necesita al médico sino el enfermo, vayan y aprendan el significado de «misericordia quiero no sacrificios» porque no he venido a llamar a los justos sino a pecadores.

2-Meditación ¿Qué me dice a mí el texto?

Comúnmente se dice que la mirada es el espejo del alma. El evangelio de hoy nos cuenta que Jesús miró a Mateo y lo invitó a seguirlo. Es curiosa la reacción de Mateo frente a esta invitación repentina del Señor cuando dice que Mateo se levantó y lo siguió. ¿Qué vio Mateo en los ojos de Jesús para decidir dejarlo todo y seguirlo?
La mirada humana se queda en las apariencias, en lo superficial.»- ¿Por qué su maestro come con recaudadores de impuestos y pecadores?» (Mt. 9, 11). Sin embargo, Jesús no juzga a los hombres por su apariencia, sino que enseña a mirar como el Padre nos mira. Jesús no mira con simpleza, sino que su mirada va más allá de las apariencias, «sentado en su puesto de cobrador de impuestos» (Mt. 9, 9), y atraviesa el alma de la persona. La mirada de Jesús es una mirada de misericordia, traspasando así la realidad de la persona a la que mira. Yo también soy la mirada de Dios, lo que significa que Dios mira a través de mí. El Señor no me ve por lo que hago sino por lo que soy, su imagen. Querer mirar al estilo de Dios, le da la oportunidad a Papá de tener más espacio en el mundo para mirar a sus hijos a través de nuestros ojos. Ojalá el Señor nos conceda un espíritu dócil como el de Mateo para que, sin poner condiciones, nos levantemos de nuestras comodidades y sigamos al Señor.

3-Oración La palabra hecha oración.

Te invito a hablar con Papá con palabras del corazón.

Padre mío, se puede mirar de muchas maneras, pero solo una es adecuada, la manera en que Tú miras. Aprender a mirar es un ejercicio imprescindible para dar espacio en nuestra vida a buscar tu mirada y así ver a tus hijos detrás de las apariencias como los ves Tú. Enséñame y ayúdame a buscar y ver la belleza y bondad interior de mis hermanos, más allá de lo que refleja su rostro, para así poder transformarme y crear nueva vida en mí y a la vez reflejarte a mis hermanos. Quiero revestirme de ti, y mi manera de mirar puede ser el comienzo. Amén

4- Contemplación

Jesús lo MIRÓ y le dijo: Sígueme. Él se levantó y lo siguió.
A ti, ¿con qué frase te dejaste mirar?

5-Acción

Miradas agradecidas para personas agradecidas, miradas compasivas para personas compasivas, miradas alegres para personas alegres. Pero también nuestra mirada se torna despectiva para personas que también lo son, miradas arrogantes para personas de la misma manera.
¿Es tu mirada capaz de ir más allá de las apariencias para tratar de llegar a descubrir la tierra sagrada que hay en la otra persona?
¿Qué rostro le muestro yo a los demás?

Saludos fraternos desde Cuba.

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