Lectio del día, Jacky Agéna.
¡Muy buenos días, hermanos y hermanas Cristonautas!
Aquí les comparto la Lectio del día de hoy:
- INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
¡Oh Espíritu Santo!, alma de mi alma, te adoro; ilumíname, guíame, fortifícame, consuélame, dime que debo hacer, ordéname.
Concédeme someterme a todo lo que quieras de mí, y aceptar todo lo que
permitas que me suceda. Hazme solamente conocer y cumplir tu voluntad.
- LECTURA: ¿Qué dice el texto?
Texto del Evangelio (Lc 6,39-42): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo discípulo que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo’, no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano».
Palabra del Señor.
- MEDITACIÓN: ¿Qué me dice o nos dice Dios en el texto?
«Todo discípulo que esté bien formado, será como su maestro».
Hoy, las palabras del Evangelio nos hacen reflexionar sobre la importancia del ejemplo y de procurar para los otros una vida ejemplar. En efecto, un dicho popular afirma que «más vale una imagen que mil palabras». No olvidemos que, en el cristianismo, todos —¡sin excepción!— somos guías, ya que el Bautismo nos confiere una participación en el sacerdocio (mediación salvadora) de Cristo: en efecto, todos los bautizados hemos recibido el sacerdocio bautismal. Y todo sacerdocio, además de las misiones de santificar y de enseñar a los demás, incorpora también la función de regir o dirigir.
Por supuesto, todos tenemos la oportunidad de llegar a ser un modelo estimulante para aquellos que nos rodean. Pensemos, por ejemplo, en la ascendencia que unos padres tienen sobre sus hijos, los profesores sobre los alumnos, las autoridades sobre los ciudadanos, etc. El cristiano, sin embargo, debe tener una conciencia particularmente viva acerca de todo esto. Pero…, «¿podrá un ciego guiar a otro ciego?» (Lc 6,39).
Para nosotros, cristianos, es como una llamada de atención aquello que los judíos y las primeras generaciones de cristianos decían de Jesucristo: «Todo lo ha hecho bien» (Mc 7,37); «El Señor comenzó a hacer y enseñar» (Hch 1,1).
Nosotros, cristianos apóstoles de Jesucristo, estamos llamados a ser radicales en la vivencia y transmisión del Evangelio, que es camino a la vida.
Ser radicales no equivale a fanáticos (ya que la caridad es paciente y tolerante) ni a exagerados (pues en cuestiones de amor no es posible exagerar). Como ha afirmado San Juan Pablo II, «el Señor crucificado es un testimonio insuperable de amor paciente y de humilde mansedumbre»: no se trata ni de un fanático ni de un exagerado. Pero sí que es radical, tanto que nos hace decir con el centurión que asistió a su muerte: «Verdaderamente este hombre era justo» (Lc 23,47).
- ORACIÓN: ¿Qué le digo o le decimos a Dios?
Señor, Dios Padre Misericordioso, Tú que nos llama a ser guía para nuestros hermanos y hermanas, luz y sal para la tierra, no permitas que desaparezca esa chispa recibida de la Luz Pascual de la Resurrección de Jesucristo; haz que valoremos siempre la vida que Tú nos ha regalado, y ayúdanos a construir juntos un mundo iluminado por la luz del amor.
- CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo o interiorizamos el mensaje de Dios?
Repitamos: « ¿Podrá un ciego guiar a otro ciego?» (Lc 6,39), ¿Qué tipo de ceguera tengo yo?, ¿Cómo puedo dejar que la luz del Señor me ilumine a profundidad para sentirme realmente libre de mi ceguera?
- ACCIÓN: ¿A qué me comprometo?
Procurar traducir en obras aquello que creemos y profesamos de palabra. En una ocasión, el Papa Benedicto XVI, cuando todavía era el Cardenal Ratzinger, afirmaba que «el peligro más amenazador son los cristianismos adaptados», es decir, el caso de aquellas personas que de palabra se profesan católicas pero que, en la práctica, con su conducta, no manifiestan el “radicalismo” propio del Evangelio.
San Francisco de Asís nos enseñó cómo salir de las tinieblas a la luz:
Poner el amor donde haya odio,
Poner el perdón donde haya ofensa,
Poner la unión donde haya discordia,
Poner la verdad donde haya error,
Ponder la fe donde haya duda,
Poner la esperanza donde haya desesperación,
Ponder la luz donde haya tinieblas,
Poner alegría donde haya tristeza.
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«El amor es la fuerza más humilde, pero la más poderosa de que dispone el mundo.»
(Mahatma Gandhi)