Lectio Divina
Lunes 1 de Abril de 2024
Lunes de Pascua
Lectio Divina. Mateo 28:8-15
Ernesto Izquierdo Sánchez. Cuba 🇨🇺
Invocación al Espíritu Santo
Espíritu Santo renueva hoy mi corazón para que resucite con la palabra de vida del Señor. Hazme entender y vivir aquello que se me invita hoy en mi oración.
Amén
1. Lectura
¿Qué dice el texto?
Del Santo Evangelio de Mateo 28, 8-15
Las mujeres, que habían ido al sepulcro, después de oír el anuncio del Ángel, se alejaron rápidamente de allí, atemorizadas pero llenas de alegría, y fueron a dar la noticia a los discípulos.
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo:
“Alégrense”. Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de Él. Y Jesús les dijo: “No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán”.
Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido.
Éstos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna:
“Digan así: “Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos”. Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo”.
Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.
Palabra del Señor.
2. Meditación
¿Qué me/nos dice el texto?
En el Evangelio de hoy se nos narra cómo son las mujeres las primeras testigos de la Resurrección de Jesús. Ellas se convierten en las anunciadoras y apóstoles de los apóstoles al comunicarles esta gran noticia de la Resurrección.
Con el hecho de que sean ellas las primeras testigos se deconstruye el discurso judío que pretendía responsabilizar a los apóstoles de haber escondido el cuerpo del Maestro.
La Resurrección de Jesús es un hecho que descoloca e invita a la búsqueda de aquel Mesías, como hicieron aquellas discípulas. Pero también es un hecho que causa sentimientos encontrados en aquellos primeros testigos, al igual que en nosotros hoy, como dice el evangelista, ellas luego del encuentro con el Ángel salieron de allí «atemorizadas pero llenas de alegría». Lo que experimentaban aquellas valientes, tal vez sin darse cuenta, era la esperanza de saber que la muerte no tenía la última palabra porque el amor siempre vence. Es desde esa misma esperanza que hoy los seguidores de Jesús vivimos la alegría del Evangelio, porque no importa cuál sea la tribulación el consuelo siempre llegará para que demos testimonio de aquello que predicamos. En medio de esa certeza es que el Señor se manifiesta para reafirmarnos en dos cosas: la alegría y la confianza en Él como última palabra en nuestro camino de Fe. Solo así nuestra entrega no se agota al pasar por las cruces de lo cotidiano; sino que se renueva con la alegría de saber que al igual que Jesús nuestra vida puede ser signo visible de resurrección frente a tantas realidades de muerte tanto en nuestra historia personal como de la humanidad.
3. Oración
¿Qué le digo al Señor en respuesta del texto?
Padre Bueno, hoy me interpelas preguntándome ¿dónde te busco? ¿a qué le temo que me impide anunciarte más? ¿qué cosas en mi vida son fuentes de alegría? Enséñame, Señor, a ser signo visible de la resurrección y testimonio de tu amor inagotable que me das gratuitamente y me renuevas para anunciarlo a los demás.
Amén.
4. Contemplación
¿Qué cambios provoca el texto en mi vida?
“Alégrense” (Mateo 28:9)
5. Acción
¿A qué acciones concretas me invita a hacer el texto?
Te ofrezco Señor mi deseo de vivir con la alegría y la confianza de que tú tienes la última palabra en mi vida. Intentaré cada día vivir más desde la esperanza de la Resurrección y la misericordia y menos desde el temor.
Amén.