Lectio Divina
Lunes 10 de Marzo de 2025
I Semana de Cuaresma
José Eduardo Ramírez de esquipulas, Guatemala ✍🏻🇬🇹
Invocación al Espíritu Santo.
Sopla sobre mí, Espíritu Santo,
para que todos mis pensamientos sean santos.
Actúa en mí, Espíritu Santo,
para que también mi trabajo sea santo.
Induce mi corazón, Espíritu Santo,
para que ame solamente a aquello que es santo.
Fortaléceme, Espíritu Santo,
para defender todo lo que es santo.
Guárdame, Espíritu Santo,
para que yo siempre sea santo.
Lectura: ¿Qué dice el texto? San Mateo 25, 31-46
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria con todos los ángeles, se sentará en el trono de su gloria. Todos los pueblos de la tierra se reunirán delante de Él, y Él separará a las personas unas de otras, así como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a la izquierda. Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: ‘¡Vengan, ustedes que son bendecidos por mi Padre! Reciban el Reino que mi Padre ha preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed y me dieron agua; fui extranjero y me recibieron; desnudo y me vistieron; estuve enfermo y me cuidaron; estuve en la cárcel y vinieron a visitarme’.
Entonces los justos le responderán, diciendo: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer o sediento y te dimos de beber? O ¿Cuándo te vimos como extranjero y te recibimos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?
Entonces respondiendo el Rey, les dirá: ‘Ciertamente les digo que cuando hicieron esto por uno de mis hermanos y hermanas, aún por el más pequeño, también a mí me lo hicieron’.
Luego le dirá a los que están a su izquierda: ‘¡Apártense de mí, malditos! ¡Vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles! porque tuve hambre, y no me dieron de comer; tuve sed y no me dieron de beber; fui extranjero y no me recibieron; desnudo y no me vistieron; estuve enfermo y en la cárcel, y no me visitaron’.
Entonces ellos también le preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, extranjero o desnudo, enfermo o en la cárcel y no te ayudamos?’
Él les responderá: ‘Ciertamente les digo que todo lo que no hicieron para ayudar al más pequeño de mis hermanos y hermanas, tampoco lo hicieron por mí’.
Por tanto, aquellos irán al castigo eterno, pero los justos irán a la vida eterna”.
Palabra del Señor.
La cuestión de fondo es: ¿qué queda de una persona al final de su vida? El texto del Evangelio de Mateo, describe una escena dramática que acostumbramos llamar el juicio universal. La parábola narra el momento dramático en el que el rey pastor hace la separación, y lo hace tomando 6 situaciones, que no agota todas las situaciones de precariedad que un hombre puede pasar, hambre, sed, ser extranjero (migrante), desnudez, enfermedad, prisión (no se especifica si es culpable o inocente), son situaciones en las que se necesita aproximación y ayuda concreta. Son como los seis pasos de un camino en que se ejercita la sustancia de la vida, el amor. Son seis pasos para encaminarnos hacia el Reino, la tierra como Dios la sueña. El núcleo de la enseñanza está en la frase repetida, primero en positivo: ‘Cada vez que lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños conmigo lo hicieron’ (25,40). Luego se dice lo mismo, pero en negativo, es la otra cara de la moneda: ‘Cada vez que dejaron de hacerlo…’ (25,45).
Jesús establece una correlación estrecha entre él y estas personas ya descritas, hasta el punto de identificarse con ellas: ‘hicieron conmigo’. Quiere decir que el rostro de Jesús se esconde en estas personas aparentemente insignificantes o inoportunas. Esas personas a las que la costumbre nos impide reconocer. Lo primero que se requiere en la ayuda al hermano desfavorecido es reconocerlo como presencia real de Jesús y, así, darle una nueva visibilidad y grandeza. Esto quiere decir que, no importa la solución que encontremos para aliviar el problema, lo primero que cuenta es la actitud con que uno se acerque a cada persona, la manera como la trate, los ojos con que la vea, la dignidad que la reconozca.
¡El pobre es como Dios! ¡Cuerpo de Dios! ¡Carne de Dios son los pequeños!
Meditación. ¿Qué me dice el texto?
Esta página del evangelio de Mateo invita a una actitud evaluativa, mirando la vida de atrás hacia adelante.
Fácilmente podemos caer en el error de preguntar, ¿qué mal hicieron los de la izquierda? El error consiste en quedarnos de brazos cruzados. El problema está en la falta de compromiso real. Mucha palabrería, pero nada concreto en la práctica. Quien peca por omisión no aporta nada a la vida.
No basta con justificarse diciendo: ‘Yo no le hecho mal a nadie’, porque uno hace el mal también con el silencio. Se colabora en la muerte de otro cuando uno se queda mirando desde la ventana. No comprometerse por el bien común, mirando los toros desde la barrera, es hacerse cómplice del mal común, de la corrupción, de las mafias. El Papa Francisco llamó a esta actitud: ‘la globalización de la indiferencia’.
Preguntémonos:
¿He amado? ¿He visto a Jesús en ‘los más pequeños’?
¿Me he ocupado de ellos?
Oración. ¿Qué me hace decirle el texto?
Hagamos oración este canto:
Perdón, Jesús perdón,
no amé a mis hermanos. (Bis)
No he reído con quien ríe,
no he llorado con quien llora.
Mas Tú me amas, si yo te amo
si amo a los demás.
No he ayudado al que cae
no he curado sus heridas.
Mas Tú me amas si yo te amo
si amo a los demás.
Me he buscado a mí mismo
olvidando a los demás.
Mas Tú me amas si yo te amo
si amo a los demás.
Contemplación. ¿Qué cambios hace esta Palabra de Dios en mi vida?
Hoy te invito a hacer una mirada hacia a futuro y que prospectivamente te veas en la puerta del Reino de los Cielos. Que veas tus alforjas y las contemples cómo quieres que estén. Piensa en todos aquellos prejuicios que has dejado atrás, piensa en todos los hermanos que de ahora en adelante serán atendidos por ti. Piensa en el amor con el que te aproximas a los demás hermanos, incluso aquellos que no son agradables a mi vista.
Acción. ¿A qué acciones concretas me invita hacer el texto?
Al final son ‘los hermanos más pequeños’ quienes nos abren las puertas del cielo: ‘¡Venid, benditos de mi Padre!…’. (25,34).
Escribía el monje san Antonio Abad: ‘Quien hace el bien al próximo, se hace el bien a sí mismo, y quien sabe amar a sí mismo, ama también a los otros’ (Cartas IV, 7).
En el siglo de oro español, San Juan de la Cruz, resumió bien este evangelio: ‘A la tarde te examinarán en el amor. Aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición’ (Dicho de Luz y de amor No.59).
En el siglo XX, el Obispo Pedro Casaldáliga, quien gastó su vida en las conflictivas tierras del Araguaia brasileira, anotaba poéticamente:
‘Al final del camino me dirán: ¿Has vivido? ¿Has amado? Y Yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres’.
Que este tiempo de cuaresma, sea un tiempo de aproximación para todos aquellos que necesitan de mí.