Evangelio del día – Lectio Divina Mateo 22, 34-40

Lectio Divina por Erika Iris Varela de Colombia

0. Invocamos al Espíritu Santo

¡Oh Espíritu Santo! abre mis oídos, mi mente y corazón para que tu Palabra me nutra, llene mi corazón y penetre cada rincón de mi vida, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas, consigamos alcanzar tus promesas, que superan todo deseo. Ven Espíritu Santo y limpia mi vida, concédeme tus siete dones para llegar a gozar de la vida eterna.

Lectura del Evangelio Mateo 22, 34-40

» 34. Cuando los fariseos supieron que Jesús había hecho callar a los saduceos, se juntaron en torno a él. 35.Uno de ellos, que era maestro de la Ley, trató de ponerlo a prueba con esta pregunta: 36. «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?». 37.Jesús le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. 38.Este es el gran mandamiento, el primero. 39.Pero hay otro muy parecido: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40.Toda la Ley y los Profetas se fundamentan en estos dos mandamientos.»».

El texto se ilumina Jesús se encuentra en Jerusalén, precisamente en el templo donde se inicia un debate entre él y sus adversarios, sumos sacerdotes y escribas, entre los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, el punto del debate es la identidad de Jesús o del hijo de David, el origen de su identidad y, por tanto, la cuestión acerca del reino de Dios. Mateo presenta esta trama de debates con una secuencia de controversias de ritmo creciente: el tributo a pagar al Cesar (22,15-22), la resurrección de los muertos (22,23-33), el mandamiento más grande (22,34-40), el mesías, hijo y Señor de David (22,41-46). Los protagonistas de las tres primeras discusiones son exponentes del judaísmo oficial que intentan poner en dificultad a Jesús en cuestiones cruciales. Estas disputas son planteadas a Jesús en calidad de “Maestro” (rabí), título que manifiesta al lector la comprensión que los interlocutores tienen de Jesús. Pero Jesús aprovecha la ocasión para conducirlos a plantearse una cuestión aún más crucial: la toma de posición definitiva sobre su identidad (22,41-46).

• Siguiendo los pasos de los saduceos que les han precedido, los fariseos plantean de nuevo a Jesús una de las cuestiones más candentes: el mandamiento más grande. Puesto que los rabinos siempre evidenciaban la multiplicidad de las prescripciones (248 mandamientos), plantean a Jesús la cuestión de cuál es el mandamiento fundamental, aunque los mismos rabinos habían inventado una verdadera casuística para reducirlos lo más posible: David cuenta once (Sal 15,2-5), Isaías 6 seis (Is 33,15), Miqueas tres (Mi 6,8), Amós dos (Am 5,4) y Abacuc sólo uno (Ab 2,4). Pero en la intención de los fariseos, la cuestión va más allá de la pura casuística, pues se trata de la misma existencia de las prescripciones. Jesús, al contestar, ata juntos el amor de Dios y el amor del prójimo, hasta fusionarlos en uno solo, pero sin renunciar a dar la prioridad al primero, al cual subordina estrechamente el segundo. Es más, todas las prescripciones de la ley, llegaban a 613, están en relación con este único mandamiento: toda la ley encuentra su significado y fundamento en el mandamiento del amor. Jesús lleva a cabo un proceso de simplificación de todos los preceptos de la ley: el que pone en práctica el único mandamiento del amor no sólo está en sintonía con la ley, sino también con los profetas (v.40). Sin embargo, la novedad de la respuesta no está tanto en el contenido material como en su realización: el amor a Dios y al prójimo hallan su propio contexto y solidez definitiva en Jesús. Hay que decir que el amor a Dios y al prójimo, mostrado y realizado de cualquier modo en su persona, pone al hombre en una situación de amor ante Dios y ante los demás. El doble único mandamiento, el amor a Dios y al prójimo, se convierte en columnas de soporte, no sólo de las Escrituras, sino también de la vida del cristiano.

QUE DICE EL TEXTO

¿Con quienes está Jesús?
¿Con quién se da el diálogo en este texto del Evangelio? (y sus características)
¿Cuál es el mensaje central del texto del texto?

1. Meditación, ¿Qué nos dice Dios en el texto?

Para desarrollar esta meditación, me apoyo en el fragmento de la comunidad Carmelita. <<Olvidamos con frecuencia que lo esencial en nuestra vida cristiana es el amor a Dios y al prójimo. Maestro, cual es el mandamiento más importante de la ley, Jesús le respondió al doctor de la ley, “amaras al Señor tu Dios con todo tu Corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas, este es el más grande y el primero de los mandamiento y el Segundo es semejante a este amaras a tu prójimo como a ti mismo”>>…, de estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas dos amores que se funden en uno solo y que no pueden separarse sino que se complementan, amor que tiene su Fuente en el Amor de Dios por nosotros, un amor total y gratuito, que nos amó hasta el extremo, hasta entregar su vida en la cruz por nosotros.

Amar como nos pide Dios no es nada fácil, el verdadero amor se adquiere con el esfuerzo del Corazón y en ocasiones fallamos incluso al amor a nosotros mismos y como sabemos que nadie puede dar de lo que no tiene, debemos entender que la primera forma de amar a Dios es dejarnos amar por El, creer en su amor y aceptar su amor como don del Espíritu, aceptarlo con gozo para vivirlo y con gratitud para compartirlo con los demás, El amor de Dios por tanto se proyecta y se encarna en el amor al prójimo, esta es la novedad del Nuevo Testamento, Jesús proclama la unidad entre el amor a Dios y el amor al prójimo, fuimos creados para amar, todos nosotros los hijos de Dios miembros de la familia de Jesús, debemos aprender a conjugar el verbo amar en todas los tiempos modos y personas, al estilo del buen samaritano, “por sus obras los conocerán”, esa es plenitud del amor, nos dice San Pablo en su carta a los Gálatas. La palabra nos lo deja bien claro, lo esencial en nuestra vida cristiana es el Amor y al final seremos examinados en el amor, nadie puede excusarse para no hacerlo, necesitamos entrenarnos diariamente en el amor verdadero, desde la experiencia del amor de Dios por nosotros, se comienza con tomar la decisión de no hacerle mal a nadie, después se da el paso de hacer el bien sin mirar a quien, El señor nos pide solo dos cosas, que lo amemos y que amemos a nuestro prójimo, “este debe ser el fin de nuestros esfuerzos, Santa Teresa de Jesús”.

Celebremos entonces cada eucaristía con mayor intensidad para saborear el amor de Dios ya que es la celebración del Amor por excelencia, y así tener la capacidad de amar al hermano.

Preguntas para nuestra propia meditación

El primer Mandamiento es el más grande y el más desafiante. ¿Creo realmente en Dios, le amo? ¿El amor de Dios brilla en mí, como el sol brilla en la tierra?
El segundo Mandamiento es más fácil de comprender y más difícil de seguir. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Dios es visible a través de mi prójimo, que es el más próximo. ¿Puedo reflexionar sobre mi amor por otros, sobre aquellos cercanos a mí? ¿puedo reflexionar sobre mi actitud hacia cualquier persona alrededor del mundo que es mi hermano y mi hermana?, ¿Rezo por ellos? ¿Cuáles son mis acciones hacia los demás?

2. Oración, ¿Qué le decimos a Dios?

Nada de lo que yo haga puede hacer que Dios me ame más. En esta relación continua con el misterio del amor de Dios, Señor, conozco mis dudas. Solo puedo decir: “Señor yo creo, ayúdame en mi incredulidad”
.
Demos gracias al señor porque es bueno,
porque su amor es eterno.
Que lo diga la familia de Israel
es eterno su amor.
Que lo diga la familia de Aarón
es eterno su amor.
Que lo repitan los fieles del Señor
es eterno su amor.
Escuchen, se oyen cantos de victoria
en el pueblo de Dios
el poder del Señor hizo proezas,
su mano nos salvó
nos castigó duramente el Señor
pero no con la muerte.
No, ¡no moriré!, viviré
para contar sus hazañas;
que se abran las puertas del santuario,
entraré a darle gracias.
¬Te doy gracias, Señor, porque me oíste
y fuiste mi Salvador!
Salmo 117

4. Contemplación, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?

Que la totalidariedad del amor de Dios manifestado por Jesús, se impregne en todo mi ser, amaras al Señor tu Dios con todo tu Corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas, este es el más grande y el primero del mandamiento y el Segundo es semejante a este amaras a tu prójimo como a ti mismo”

5. Acción, ¿A qué me comprometo con Dios?

Continuar esforzándome por encontrar en el prójimo razones para dar gracias a Dios por su existencia, y honrar a Dios por medio del amor hacia ellos., hacerme consciente que mi realización consiste en amar a Dios con todo mi cuerpo, mente y alma, y que este amor ha de verificarse en la caridad hacia los demás.

Que Dios les bendiga grandemente y se permita traslucir su amor infinito y misericordia, a través de todos nosotros. Abrazo fraterno desde Colombia.

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