Evangelio del día – Lectio Divina Mateo 22, 1-14

Lectio Divina
Jueves 22 de agosto de 2024
Jueves XX Semana del Tiempo Ordinario
José Eduardo Ramírez de esquipulas, Guatemala ✍🏻🇬🇹

Invocación al Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía Señor tu Espíritu y todo será creado y renovarás la faz de la tierra.
Oh Dios, que aleccionaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; haz que, guiados por ese mismo Espíritu, saboreemos la dulzura del bien y gocemos de tus divinos consuelos.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
(G) Abre Señor mis labios,
(R) y mi boca proclamará tus alabanzas.
G./ Dios mío ven en mi auxilio
R./ Señor, date prisa en socorrerme
G./ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
R./ Como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

1. Lectura
¿Qué dice el texto?
Evangelio según San Mateo 22, 1-14

1Nuevamente Jesús usó parábolas para hablar con la gente y les dijo: 2“El Reino de los Cielos es como un rey que ha preparado una fiesta de bodas para su hijo. 3Envió a sus sirvientes a que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron venir al banquete. 4Luego envió a otros siervos diciéndoles: ‘Díganles a los invitados que ya he preparado mi comida para la fiesta: ya han matado mis terneros y mis reses engordadas, y todo está listo. ¡Vengan a la fiesta de bodas!’
5Pero a los invitados no hicieron caso de la invitación y se fueron a atender sus asuntos: uno se fue a su granja y el otro a su almacén. 6Otros agarraron a los siervos, los golpearon y los mataron. 7El rey estaba tan enojado que mandó a su ejército a matar a los asesinos y a quemar su ciudad. 8Luego dijo a sus sirvientes: ‘Mi fiesta de bodas está lista, pero los invitados no se lo merecían. 9Ahora vayan por las calles, al cruce de los caminos, e inviten a todos los que encuentren’.
10Entonces los sirvientes salieron a las calles y reunieron a todos los que pudieron encontrar, tanto buenos como malos. Y el salón de bodas estaba lleno de gente. 11Cuando el rey entró a ver a los invitados, vio a un hombre que no vestía la ropa de fiesta 12y le preguntó: ‘Amigo, ¿cómo entraste aquí sin ropa de fiesta?’ Pero el hombre se quedó callado. 13Entonces el rey dijo a los sirvientes: ‘Atenlo de pies y manos y échenlo a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes’. 14Muchos están invitados, pero pocos son elegidos”.

Releamos el texto en su contexto

Esta parábola es culmen de tres parábolas que Jesús usa para remarcar el rechazo que tienen hacia Él como Mesías. En esta parábola nos muestra el gran banquete de bodas del Cordero, que luego Juan verá en el Apocalipsis. Pero, aunque al principio es duro con los incrédulos, el centro de la parábola está en el entender que la invitación a participar de este gran banquete es para todos. En la lógica de la sociedad, es escandaloso que alguien con poder invite a las personas más pobres y despreciadas, pero en la lógica de Dios, en su Reino hay espacio para todos, como dice el Papa Francisco, todos, todos. Pero también hay un pie de página que recuerda que, aunque todos somos invitados, también hay reglas que se deben cumplir, como lo dice la parábola, llevar el vestido de fiesta, ese vestido que, como lo dice la primera lectura tomada en Ezequiel, es un corazón nuevo, lleno del Espíritu Santo.

2. Meditación

¿Qué nos dice el texto?

El Papa Francisco nos dice: «La misericordia de Dios es nuestra liberación y nuestra felicidad. Nosotros vivimos de misericordia y no podemos permitir estar sin misericordia: es el aire para respirar. Somos demasiado pobres para poner condiciones, tenemos necesidad de perdonar, porque necesitamos ser perdonados».
En la parábola de hoy el Señor nos recuerda que en su corazón (el banquete) estamos todos y que, por lo tanto, también estamos invitados a vivir en comunión con Él. Pero también nos recuerda que, para participar del banquete en el último día, debemos de usar el traje de fiesta, el que ha sido blanqueado con la Sangre del Cordero, en el cumplimiento de su Palabra y sus Palabras (Mandamiento), que nos lo resume en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como así mismo.
¿Cómo estamos preparando nuestro traje para el banquete del Señor?

3. Oración

¿Qué me hace decirle al Señor este texto del Evangelio?

Hagamos nuestra la oración de San Francisco de Asís:
Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz.
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.
Oh, Maestro,
haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser amado, como amar.
Porque es:
Dando, que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.

4. Contemplación

¿Qué cambios inspira en mi vida el texto del Evangelio?

Aceptamos la Palabra de Dios como un don que nos permite mirar la realidad, y nos preguntamos: ¿Qué conversión de la mente, del corazón y de la vida nos pide el Señor?
Pidamos al Señor que nos ayude en ese proceso de conversión contemplando su Palabra con el Salmo 50:
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.

5. Acción

¿Qué acciones concretas me mueve a hacer el texto del Evangelio?
El Evangelio me inspira a cambiar mi vida, pero también me invita a ayudar a los demás, especialmente a través del testimonio (no vale sólo dar testimonio, sino ser testimonio) de que Cristo verdaderamente a convertido mi corazón de piedra en un corazón de carne, lleno del Espíritu Santo.
¿Qué me mueve a convertirme en don para los demás?
¿Cómo puedo ayudar a aquellos hermanos que están alejados o que viven una vida incoherente con el Evangelio para que comprendan que Dios los invita al Banquete Celestial?

Alabado sea Jesucristo. Por siempre sea bendito y alabado.

Acerca de Ramón Pané

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