Lectio Divina por Matías Emmanuel Leiva de Argentina
Buen día, hermanos. Desde Córdoba, Argentina, iniciamos nuestra jornada con la Lectio Divina.
Pidamos al Espíritu Santo que nos inspire siempre lo que debemos pensar, decir y actuar.
Evangelio según San Mateo 19, 23 – 30
Jesús dijo a sus discípulos:
—Les aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Se los repito, es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el reino de los cielos.
Al oírlo, los discípulos quedaron muy espantados y dijeron:
—Entonces, ¿quién podrá salvarse?
Jesús los quedó mirando y les dijo:
—Para los hombres eso es imposible, para Dios todo es posible.
Entonces Pedro le respondió:
—Mira, nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué será de nosotros?
Jesús les dijo:
—Les aseguro que en el mundo nuevo, cuando el Hijo del Hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, los que me han seguido, se sentarán también en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que por mí deje casas, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer o hijos, o campos, recibirá cien veces más y heredará vida eterna.
Muchos de los primeros serán los últimos y muchos de los últimos serán los primeros.
Lectura, ¿Qué dice el texto?
Vuelve a leer el texto:
¿Cuáles son aquellas frases o palabras que quedan resonando en tu corazón?
¿Quiénes son los que podrán salvarse? ¿Cuál es la condición para recibir la vida eterna?
Meditación, ¿Qué nos dice Dios en el texto?
Una vez más, la Palabra de Dios nos vuelve a interpelar. Jesús no vacila en descartar del Reino de Dios a aquellos que están apegados a los bienes materiales y sus riquezas. No se puede servir a Dios y al dinero.
Muchas veces hoy, en nuestro día a día, encontramos nuestra seguridad en una cuenta con mucho dinero, o en una cartera llena de billetes. Confiamos en esto, pues lo que pueda suceder en el mundo, podremos solucionarlo de ese modo. Sin embargo, hoy Jesús nos invita a olvidarnos de eso, a poner nuestra confianza en Él, y hacernos los últimos, dejándolo todo, sirviendo al hermano, para recibir el ciento por uno y la Herencia Prometida: la salvación.
Oración, ¿Qué le decimos a Dios?
Señor, también yo hoy quiero animarme a poner mi confianza verdaderamente en TI. Ayúdame a no poner mi confianza en las riquezas ni en mis bienes materiales, sino en Vos y en tu Salvación. Quiero servir a mis hermanos, quiero servirte a Vos, y hacerme el último, para heredar el Reino de los Cielos.
Contemplación, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?
“Aquél que lo deje todo por mí, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”
Repitamos esta frase, especialmente en los momentos del día donde más nos cuesta dar testimonio del amor del Señor. Especialmente la repitamos cuando estemos frente a los obstáculos de esta jornada.
Acción, ¿A qué me comprometo con Dios?
En esta jornada, estemos atentos a lo que el Señor nos pide, nos invita, nos llama. Nos comprometamos a prestar un poco menos de atención a lo material hoy, y aprovechemos ese tiempo para regalarlo a un hermano que lo necesita.