Evangelio del día – Lectio Divina Mateo 19, 16-22

Lectio Divina por Carlos Mendoza de Panamá

Lunes XX Semana Tiempo Ordinario Ciclo B

Invocación al Espíritu Santo

Oh Espíritu Santo,

Amor del Padre, y del Hijo, Inspírame siempre

lo que debo pensar,

lo que debo decir,

cómo debo decirlo,

lo que debo callar,

cómo debo actuar,

lo que debo hacer,

para gloria de Dios,

bien de las almas

y mi propia Santificación.

Espíritu Santo,

Dame agudeza para entender,

capacidad para retener,

método y facultad para aprender,

sutileza para interpretar,

gracia y eficacia para hablar.

Dame acierto al empezar

dirección al progresar

y perfección al acabar.

Amén.

Del Evangelio según San Mateo 19, 16-22

Un joven fue a ver a Jesús, y le preguntó: Maestro, ¿qué cosa buena debo hacer para tener vida eterna?

 Jesús le contestó:

¿Por qué me preguntas acerca de lo que es bueno? Bueno solamente hay uno. Pero si quieres entrar en la vida, obedece los mandamientos.

¿Cuáles? —preguntó el joven.

Y Jesús le dijo:

“No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas mentiras en perjuicio de nadie, 19 honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo.”

Todo eso ya lo he cumplido —dijo el joven—. ¿Qué más me falta?

Jesús le contestó:

Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme.

cuando el joven oyó esto, se fue triste, porque era muy rico.

Palabra del Señor 

1-Lectura: ¿Qué dice el texto?

El joven, rico y anónimo, que pregunta a Jesús por la vida eterna, tal vez quería ser su fiel discípulo, pues era un fiel cumplidor de la Ley y buscaba algo más, por ello Jesús le hace una invitación contundente a seguirlo. El problema surge cuando el Señor le hace una propuesta que va más allá del cumplimiento externo, es decir, dar todo lo que se es y se tiene para ponerlo al servicio del Reino. No se trata de hacer sino una relación de amor que le dice “Sígueme”. El rechazo del joven muestra que cuando estamos demasiado apegados a lo que tenemos entonces esas cosas se convierten en nuestros dueños y nosotros en sus posesiones. Cuando esto sucede ellas dictarán nuestras decisiones. Cuanto más adquirimos más difícil liberarnos de ello. El gran error de poseer no consiste tanto en cuanto poseemos sino en cuán apegados estamos a lo que tenemos. Difícil pero no imposible. 

2- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el Texto?

Nuestros apegos en muchas ocasiones vienen siendo limitantes para que la obra de Dios no se complete en nuestras vidas. 

Sería bueno comenzar a indagarnos a nosotros mismos e identificar aquellas “riquezas” terrenales que nos prohíben llevar una vida según la voluntad de Dios.

¿Soy capaz de dejarlo todo por Jesús? ¿A qué estoy realmente apegado? ¿Es Jesús mi verdadero tesoro? ¿Me aseguro que mis tesoros se encuentren en el Cielo y no en esta tierra?

3- Oración: ¿Qué le respondo a Dios?

Aquí estoy, Señor, para darte ese tiempo de mi vida, que es muy poco, comparado con el tiempo que siempre tengo para trabajar, para distraerme y pasear. Es muy poco, pero quiero que sea tuyo y que será el mejor de mi tiempo porque es para ti. 

Dame paz, tranquilidad. Auséntame de todas mis preocupaciones, quedarme vacío de todos los problemas y dolores que llevo en mi alma, muchas veces causados por mi equivocado proceder, y entregarme de lleno a ti.

Desconéctame, Señor, de las cosas de mi vida que tanto amo…. quiero que tú me ayudes a encontrar esa «riqueza del Cielo» que es aprender a vivir en la humildad.  

Amén. (Ma Esther De Ariño)  

4- Contemplación: ¿Cómo interiorizo la Palabra de Dios?

“Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres”.

5- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?

Comenzar a desapegarme de mis riquezas terrenales y buscar las verdaderas riquezas del Cielo.

 

 

 

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