Evangelio del día – Lectio Divina Mateo 18, 21-35

Lectio Divina por José Manuel Reyes Cabrera de República Dominicana

Buenos días hermanos Cristonaut@s, comparto con ustedes la reflexión de lectio divina de hoy.

Invocación al Espíritu Santo: Ven Espíritu Santo, inflama nuestros corazones con el fuego de tu amor, ilumina nuestras mentes y perfecciona nuestra caridad, para que escuchando la Palabra, que has inspirado, podamos hacerla vida en nuestro diario vivir.

1. Lectura: ¿Qué dice el texto?
Evangelio según S. Mt 18, 21-35
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Y les propuso esta parábola: el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: “Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré.” Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: “Paga lo que debes.” Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: “Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré.” Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: “Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?” Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.
Palabra del Señor.

2. Meditación: ¿Qué me dice el texto?
El texto nos habla del perdón. A la pregunta aritmética de Pedro el Señor responde en el mismo terreno, saltando de un número generoso a otro indefinido (setenta veces 7). Y lo aclara con una parábola que se complace en presentar los contrastes extremos. La parábola del perdón describe nuestra relación con Dios y con los demás. La deuda de diez mil talentos, impagable, simboliza la situación de toda persona a quien Dios perdona por pura gracia y/o misericordia. Por otro lado, la actitud del siervo perdonado y despiadado refleja la mezquindad del corazón humano. Unos a otros nos debemos cien denarios, una ridiculez en comparación con lo que se nos ha sido perdonado.
Dios nos da la gracia de su perdón sin límites, pero la retira ante quienes la niegan a su prójimo. Él Señor hoy nos incita a parecernos a su Padre, a no mostrarnos indignos de Él con nuestras tacañerías en los gestos de perdón. Pues, quien ha experimentado la misericordia del Padre no puede andar calculando los límites del perdón y la acogida a los hermanos.
A modo de pregunta:
¿Con cuál personaje me identifico como cristiano, con el rey misericordioso o con el siervo despiadado?
Habiendo experimentado el perdón de Dios en mi vida ¿por qué me cuesta perdonar a mi hermano?
¿Cuál debe ser mi reacción frente al prójimo?
¿Soy de los que “perdonan de palabras y no de corazón?

3. Oración: ¿Qué le quiero decir al Señor?
Señor, que cada día pueda ser una oportunidad para apreciar tu infinita misericordia en nuestras vidas y en nuestros hermanos. Concédenos la gracia de vivir conforme a tu voluntad, que podamos, también, como tú, perdonar sin reservas. Que nuestro perdón no sea falso. Modela nuestros corazones, dales la forma que quieras conforme a tus deseos. Elimina el resentimiento, la maldad, el rencor, el odio, deseo de venganza, la impiedad y llénanos de tu bondad y de tu amor, para que el perdón se convierta en una actitud permanente en nuestras vidas. Amén

4. Contemplación: ¿Cómo interiorizo la Palabra de Dios?
¿Cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano?
“No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”.
“Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré.
¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?”
Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.

5. Acción: ¿A qué me comprometo?
Amar al prójimo como a mí mismo. Practicar las obras de misericordia corporales y espirituales, en especial, perdonar al que nos ofende y soportar con paciencia los defectos de los demás.

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