Evangelio del día – Lectio Divina Mateo 17,1-9

Lectio Divina por Martha Alejandra Núñez de México

0- Invocación al Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles,
y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Envía tu Espíritu Creador
y renueva la faz de la tierra.

Oh Dios,
que has iluminado los corazones de tus hijos
con la luz del Espíritu Santo;
haznos dóciles a sus inspiraciones
para gustar siempre el bien
y gozar de su consuelo.

Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

1- Lectura: Evangelio de San Mateo 17,1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.» Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»

Palabra del Señor.

¿Qué dice el texto?

Jesús se encontraba con tres de sus discípulos Pedro, Juan y Santiago. Estos tres, son los mismos discípulos que luego se encontraran junto a Jesús acompañándolo en el Monte de los Olivos en la extrema angustia de Jesús, pero aquí se contrasta con la alegría y el gozo de la transfiguración. Jesús elige la montaña como el lugar preferido para orar, al igual que lo hace con el “Sermón de la Montaña”, y en tantos otros momentos. La montaña es signo de la mayor cercanía de Dios, lugar propicio para el encuentro y la oración.

Dice el evangelista que Jesús se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas. Al hablar con su Padre, su luz resplandece y hace brillar cuanto lo rodea.

Los discípulos lograron ver a dos hombres que hablaban con Jesús, y distinguieron que se trataba de Moisés y de Elías que se convierten ellos mismos en figuras y testimonios de la pasión que se transformara en luz, en libertad, y en alegría.

Los discípulos al contemplar este acontecimiento estaban impregnados por la grandiosidad de la aparición, y por el temor que esta situación les generaba. Es Pedro una vez más quien toma la palabra y manifiesta lo bien que se sienten de estar allí, y propone construir tres tiendas, una para Jesús, otra para Moisés, y la otra para Elías.
Mientras hablaban una nube los cubría con su sombra. Según el Antiguo Testamento, la “nube” acompañaba muchas veces las apariciones de Dios y representaba su majestad y su poder. Desde esta nube se escuchó la voz de Dios que dijo “Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.». Aquí se repite la escena del bautismo de Jesús, cuando el Padre mismo proclama desde la nube a Jesús como Hijo: “Tu eres mi Hijo amado, mi preferido”. A esta proclamación se añade ahora el imperativo “escúchenlo”.

Ahora sigue tú, profundizando el texto, para entenderlo aún más.

2. Meditación: ¿Qué me dice el Señor?

Para ayudarnos en la meditación planteamos las siguientes preguntas:
• ¿Cómo he experimentado la transfiguración del Señor en mi vida?
• ¿Realmente he escuchado la voz del Señor? ¿De qué manera le he dado respuesta a lo que me dice?
Ahora continúa tú meditando esta Palabra, desentrañando el mensaje que tiene para ti hoy.

3. Oración: ¿Qué le respondo al Señor?

Señor, yo hoy quiero subir contigo a la montaña para que me enseñes a orar. Te pido, me ayudes a tener contigo esa experiencia de alegría, de sentir tranquilidad y paz. Cuando Tú rezas, todo cambia, todo se trasfigura. Quiero que mi oración me lleve a la vida y que la gente descubra que yo no soy igual que antes, que Tú me has tocado por dentro.
Agrega tus peticiones inspiradas en tu propia meditación.
Amén.

4. Contemplación: ¿Cómo interiorizo tu mensaje Señor?

Te propongo que dejes un espacio de silencio, mientras repasas en el corazón el texto de hoy…
«Señor, ¡qué bien se está aquí!”
“Este es mi hijo predilecto, escúchenlo”

5. Acción: ¿Cómo llevo a la vida esta Palabra?

Propongo que hoy, te des tiempo para reconocer la grandeza del Señor y así mismo reconocer tu pequeñez, un tiempo para realmente escucharlo, realiza una obra concreta que demuestre a los demás la alegría que sientes al estar cerca del Señor y experimentar una transfiguración en tu vida.

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