Lectio Divina por Germán Darío Velásquez de Colombia
Invocación
Ven, Espíritu Santo, tómanos y llénanos de ti, abre nuestros oídos para escucharte, abre nuestro entendimiento para comprenderte, danos tu unción, llénanos de sabiduría para entender tu palabra, danos la capacidad para recordarla siempre y la fuerza para aplicarla en nuestra vida, que tu presencia inunde nuestro ser y siempre que nos vean te vean a ti vivo en nosotros. Amén.
Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 12,14-21:
En aquel tiempo, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús. Pero Jesús se enteró, se marchó de allí, y muchos le siguieron. Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Aquí está mi siervo, a quien he escogido, mi amado, en quien me deleito. Pondré sobre él mi Espíritu, y proclamará justicia a las naciones. No protestará ni gritará; nadie oirá su voz en las calles. No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que apenas humea, hasta que haga triunfar la justicia Y las naciones pondrán su esperanza en él.»
Palabra del Señor
Meditación
¿Qué me dice a mí el texto?
Cuando supo de la decisión de los fariseos, Jesús se fue de ese lugar. La gente le sigue. Aún sabiendo que las autoridades religiosas decidieron matar a Jesús, la gente no se aleja de él, y le sigue. Le siguieron muchos y curó a todos. Vemos un claro contraste, por un lado, los Fariseos querían matar a Jesús y por otro lado, el movimiento de la gente deseosa de encontrarse con Jesús. Eran sobre todo los excluidos y los marginados que venían donde él con sus males y sus enfermedades. Los que no eran acogidos en la convivencia social de la sociedad y de la religión, eran acogidos por Jesús.
Por un lado, el Siervo era perseguido por las autoridades hasta el punto de armar planes para eliminarlo, Por otro lado, el Siervo era buscado y esperado por la gente.
En el verso veinte dice: «No romperá la caña quebrada ni apagará la mecha que apenas humea, hasta que haga triunfar la justicia Y las naciones pondrán su esperanza en él.»
En nuestra vida diaria cuando vemos algo quebrado o a punto de romperse con frecuencia lo terminamos de romper o simplemente lo desechamos de inmediato, pero en la vida espiritual Jesús nos enseña que no es esas la actitud porque Las cañas ya quebradas o las mechas casi extintas, pueden ser nuestras almas frías por la rutina o dobladas por la inconsciencia, la tibieza o el pecado, Él no termina de romper, apagar y desechar nuestras almas, sino que espera. Aún más, ¡cuántas veces nos rehace y enciende de nuevo! Porque Él mismo dijo: «No vengo a condenar sino a dar la salvación». No condena sino que espera el momento de nuestra conversión, porque nos ama y porque su misericordia es eterna.
Lo que Cristo desea es que regresemos a él, así estemos enfermos, quebrados, o derrumbados, cualquiera que sea nuestra realidad personal siempre nos recibe para sanarnos a todos de todo. Por eso aguarda con amor a que volvamos a Él para encender la llama de su amor en nuestro corazón.
Reflexionemos:
¿Estamos siguiendo a Jesús en nuestra vida? Aplicando sus enseñanzas ¿o solo es un acto de rutina y de memoria pensando que ya sabemos todo?
Jesús es el Siervo de Dios. Y hoy ¿nuestra Iglesia, nuestra comunidad, yo, somos siervos de Dios para la gente? ¿Qué nos falta?
Oración
Señor en tus manos pongo mi vida, permíteme seguir tus pasos, entender y aplicar tus enseñanzas, defender tu nombre de tantos que quieren eliminarte de la vida de todos e implantar sus creencias, dame la gracia de ser luz en medio de tanta tiniebla y proclamar tu palabra con los hechos, te lo pido en nombre de Jesús Amén.
Contemplación
“La gente no se aleja de él, y le sigue”
Profundicemos en el corazón: “ Jesús que nunca me aleje de ti y siempre te siga”
Acción
¿A que me comprometo?
Cada uno de nosotros comprometámonos a dejar que Jesús me predique, nos habla en el Evangelio, en el prójimo, en la naturaleza.
Abramos un espacio en nuestro corazón para que él lo llene.
Defendámoslo siempre a pesar de los muchos planes que existen para abolir su doctrina, el Espíritu Santo nos da la gracia, la fuerza y la capacidad de responder.