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Lectio Divina
Por Ana Lilia Zavaleta Rangel de CDMX, México 🇲🇽✍🏻
0. Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo Consolador, ven con tu fuerza y con tu poder, que sin herir ni violentar, ofreces en la conciencia el susurro de lo que es bueno y mejor, para bien de cada persona y de la comunidad humana.
Ven, sobre todo, a lo más íntimo de nuestro ser, donde se experimenta la turbación, el sinsentido, la desesperanza, la tristeza, el desánimo, el dolor y las lágrimas secretas. ¡Son tantos los que lloran sin que los mire nadie! ¡Son tantos los heridos de la vida que se creen incurables! ¡Son tantos los que piensan que no tiene remedio su dolencia!
¡Ven, ¡Espíritu Santo, Consolador! Sé Tú nuestro compañero de camino en estos tiempos tan recios, y haznos mediación de tu misericordia consoladora.
Amén.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 20-24
20 Entonces Jesús comenzó a acusar a las ciudades donde había hecho muchos milagros, porque sus residentes no se habían arrepentido, diciendo:
21 “¡Ay de ti, ciudad de Corazín! ¡Ay de ti, ciudad de Betsaida! Porque si los milagros que se hicieron entre ustedes se hubieran hecho en las ciudades de Tiro y Sidón, sus habitantes ya se habrían arrepentido, cubiertos con ropas ásperas y ceniza. 22 Porque les digo que, en el día del juicio, Dios tendrá más piedad por Tiro y Sidón que por ustedes, Corazín y Betsaida. 23 Y tú, ciudad de Cafarnaúm, ¿serás exaltada hasta el cielo? Serás hundida hasta el mundo de los muertos, porque, si los milagros que se realizaron en ti se hubieran realizado en la ciudad de Sodoma, todavía ésta existiría hoy. 24 Pero les digo que, en el día del juicio, Dios tendrá más piedad de Sodoma que de ti, Cafarnaúm”.
Palabra del Señor.
1. Lectura, ¿Qué dice el texto?
Te recomiendo volver a leer el texto e ir identificando algunas palabras o verbos que te llamen la atención.
Recriminar – Acusar
Realizar – Hacer –
Arrepentir – Pretender – Ser – Existir.
2. Meditación, ¿Qué me o nos dice Dios en el texto?
La lectura del día de hoy es dura y nos puede traer sentimientos de desolación o caer en la tentación de señalar a quiénes no han atendido a la Palabra de Dios, las siguientes preguntas nos puede ayudar:
• ¿Tuvo Jesús éxito en su ministerio?
• ¿He tenido éxito en mi seguimiento a Jesús?
• ¿En alguna ocasión me he sentido decepcionada/o de la actitud de quién recibe la Buena Nueva?
• Y yo, ¿Cómo he recibido el mensaje de Jesús?
Jesús es consciente de lo difícil que es para el ser humano cambiar – transformarse, hay muchas resistencias en nuestros corazones, hoy lo dice fuerte, y sin embargo, estos contratiempos no disuadieron a Cristo de la misión que le encomendó el Padre.
3. Oración, ¿Qué le digo o decimos a Dios?
Señor, hoy me recuerdas que, aunque hay amor y ánimo en mi corazón cuando llevo o proclamo tu Buena Nueva, no siempre el corazón está dispuesto o abierto a tu Palabra, enséñame a tener paciencia y misericordia para dejar que el fruto llegue en el momento que tú quieras, y no en el momento, que yo quiero. Que a pesar del rechazo o sin sentido siga apostando mi vida en la misión. Te pido perdón por los momentos de desánimo, fortalece mi espíritu para seguir siendo tu discípula/o – misionera/o.
Como nos recuerda Santa Teresa de Calcuta: «No estamos llamados a tener éxito, sino a ser fieles».
En el tiempo de Dios, el ministerio dará sus frutos.
4. Contemplación, ¿Cómo interiorizo o interiorizamos la Palabra de Dios?
Te invito a que tomes una postura que te ayude a conectar más con Dios, coloca tus pies tocando la tierra o piso, espalda recta, manos descansando sobre las piernas, cierra los ojos y respira profundo, puedes hacer 3 respiraciones profundas: inhala – sostén el aire (por un breve momento)- exhala-saca todo el aire, nuevamente, inhala -sostén el aire- exhala – saca todo el aire, última vez, inhala-sostén el aire-exhala-saca el aire. Normaliza tu respiración, repite y agradece en tu interior:
“Cuanto me ha dado el Señor”.
5. Acción ¿A qué me o nos comprometemos con Dios?
1. A orar, sobre todo por aquellas personas que parece que le es indiferente el mensaje de Jesús, que lo cuestionan e incluso lo rechazan.
2. Reconocer en qué momentos he sentido que no he correspondido al amor y a la misión que me ha encomendado Dios.
3. Seguir innovando y renovando nuestras prácticas de evangelización para que la Buena Nueva siga llegando a todas y todos aquellos con los que nos encontramos en el camino.
