Evangelio del día – Lectio Divina Mateo 10, 24-33

Lectio Divina por José Tomás Otamendi de Argentina

Invocación al Espíritu Santo

Señor, hoy sólo quiero pedirte en este rato de oración, que siempre se cumplan en mí tus deseos: “no está el discípulo por encima del Maestro”. Has puesto la meta demasiado alta como para poder no sólo superarla sino ni siquiera igualarla. Tan solo te pido que cada día me parezca un “poquito más a Ti”, que me sienta un “poquito” más cerca de Ti; que esté más entusiasmado contigo. ¡Un poquito más!

Lectura Evangelio según San Mateo 10, 24-33

«No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo. Ya le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo. Si al dueño de la casa le han llamado Beelzebul, ¡cuánto más a sus domésticos! «No les tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse. Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados.
«Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos. « Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos. . Palabra del Señor.

Meditación

Hoy Jesús nos presenta diversas instrucciones respecto al comportamiento que los discípulos deben adoptar durante el ejercicio de su misión. Lo que más llama la atención son dos advertencias: la frecuencia con que Jesús alude a las persecuciones y a los sufrimientos que tendrá y la insistencia tres veces repetida para el discípulo invitándolo a no tener miedo.
Les aclara que un discípulo tiene que imitar la vida del maestro y participar con él en las privaciones, esto forma parte del discipulado. “No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo. Le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo.”. Por tanto, el discípulo de Jesús deberá preocuparse seriamente sólo en caso de que no le aparezca ninguna persecución en su vida. No tener miedo a decir la verdad. Los discípulos no deben tener miedo a los perseguidores.
Los discípulos no deben tener miedo a los que matan el cuerpo, los torturadores pueden matar el cuerpo, pero no consiguen matar la libertad y el espíritu. Deben tener miedo, esto sí, a que el miedo al sufrimiento los lleve a esconder o a negar la verdad y, así, les haga ofender a Dios. Porque quien se aleja de Dios, se pierde por siempre. No tener miedo, sino tener confianza en la Providencia Divina. No tener vergüenza de dar testimonio de Jesús. Al final, Jesús resume todo en esta frase: “Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos.

Oración

Señor, quiero darte gracias por haberte fijado en lo pequeño, en lo que no cuenta, en aquello que no se le da importancia. Lo dice María en el Magníficat: “Ha mirado la humildad de su esclava”. Crear es hacer una cosa de la nada. Dejemos que Dios siga haciendo cosas tan bellas con nosotros, con lo poco que somos.

Contemplación

¿Tengo miedo? ¿Miedo de qué? ¿Por qué?
¿Has sufrido o te han perseguido alguna vez por causa de tu compromiso con el anuncio de la Buena Nueva que Jesús nos envía?
¿Qué sentido tiene para mí la justicia?
“No tengáis miedo… nada hay oculto que no deba saberse”

Acción

Salir y contemplar la naturaleza y admirar las cosas pequeñas, y dar gracias a Dios por todo lo creado

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