Evangelio del día – Lectio Divinas Marcos 8, 23-33

Lectio Divina por Marcos Javier Diaz de Argentina

Invocación al Espíritu Santo

  «Ven, Espíritu Santo,
ven, luz verdadera.
Ven, misterio escondido.
Ven, realidad inexplicable.
Ven, felicidad sin fin.
Ven, esperanza infalible
de los que serán salvados.
Ven, tú que despiertas a los que duermen.
Ven, vida eterna.
Ven, tesoro sin nombre.
Ven, persona inconcebible.
Ven, luz sin ocaso.
Ven, resurrección de los muertos.
Ven, oh potente, tú que siempre haces y rehaces todo y todo lo transformas con tu solo poder.
Ven, oh invisible, sutil.
Ven, tú que permaneces inmóvil, y sin embargo en cada instante te mueves todo entero y vienes a nosotros que estamos en los infiernos, tú que estás por encima de los cielos.
Ven, oh nombre predilecto y repetido por todas partes, del cual nos es absolutamente imposible expresar su ser o conocer su naturaleza.
Ven, gozo eterno.
Ven, corona incorruptible.
Ven, cinturón cristalino, adornado de joyas.
Ven, púrpura real, verdaderamente soberana.
Ven, tú que has deseado y deseas mi alma miserable.
Ven, tú el Solo en el solo, porque ya ves, yo estoy solo.
Ven, tú que has llegado a ser tu mismo deseo en mí, tú que me has hecho desearte, tú absolutamente inaccesible.
Ven, mi soplo y mi vida.
Ven, consolación de mi pobre corazón.
Ven, mi alegría, mi gloria y mi delicia para siempre.»

(Simeón, el Nuevo Teólogo)

Lectura – Qué dice el texto

27  Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?. 28  Ellos le respondieron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas». 29  «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro respondió:¿Tú eres el Mesías». 30  Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. 31  Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; 32  y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. 33  Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».

Comentario breve:

Marcos es el escritor que inaugura el estilo literario Evangelio. No se trata de una biografía en el sentido histórico que hoy entendemos a una biografía, sino un relato que busca despertar la fe de los lectores. Ya en el primer versículo del evangelio Marcos presenta su intención:  “Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios.” (Mc 1, 1) Justamente el texto de hoy constituye una bisagra en el evangelio de Marcos, pues al final de la primera parte , que se extiende hasta Mc 8,30, Pedro constesta a Jesús “Tú eres el Mesías” (Mc 8,29) coincidiendo con el primer calificativo (Mesías). En la segunda parte del evangelio (8,31-16,8) también termina con una confesión, esta vez por parte de un centurión, un pagano que se halla al pie de la Cruz. Cuando muere Jesús dice: “Verdaderamente, este hombre era el Hijo de Dios” (Mc 15,39) coincidiendo con el segundo calificativo dado al  inicio del Evangelio (Hijo de Dios).

En la primera parte al principio  la gente se entusiasma con la Palabra y los milagros de Jesús, pero pronto empieza la gente a dudar y a preguntarse quién es Jesús. Nuestro Señor se enfrenta a la incomprensión e incluso a la persecución. En este clima Jesús sale con sus discípulos y en el camino les pregunta qué dice la gente a cerca de Él, rápidamente salen muchos nombres que “la opinión pública” le aplica. Pero Jesús siempre se interesa en lo que piensa la persona que tiene adelante y hace la pregunta directa: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro no duda y responde “Tu eres el Mesías” pero pronto veremos cuál es la idea de Mesías que Pedro tiene en mente. A partir de aquí Jesús empieza a mostrar qué clase de mesías es Él, a saber, un Mesías sufriente, perseguido torturado y condenado a muerte pero victoriosamente resucitado gracias a su obediencia al Plan salvífico del Padre. Pedro no acepta un mesías que no se ajuste a su imagen mundana de victoria y se atreve a corregir a su Maestro quien lo reprende duramente diciéndole ponte detrás de mí, es decir, “sígueme Yo soy tu Maestro”.

Meditación – Qué me/nos dice el texto

Me tomo unos momentos para meditar esta Palabra que me ha sido dada. Mediante estas preguntas intentaremos rumiar aún más el texto bíblico:

  • Jesús aparta a los discípulos del ruido de la ciudad para darse a conocer ¿Busco el momento y la ocasión propicia para encontrarme con mi  maestro?
  • ¿Quién dice la gente hoy que es Jesús? ¿Cuáles son las opiniones sobre el Señor que hoy circulan en los medios de difusión y la internet?
  • Siento que Jesús hoy se dirige a mí personalmente y me pregunta “¿Quién dices tú que soy Yo?”
  • ¿Cuál es la respuesta que viene desde mi corazón?
  • ¿Cuál es la idea de Mesías que tengo en mi mente?
  • Jesús se revela ante mi como Siervo sufriente pero que resucitará ¿me doy cuenta que para llegar a la cruz hay que aceptar los sufrimientos y dolores de la vida entregándolos al Padre?
  • ¿Trato de imponer mis deseos al Señor como lo trato de hacer Pedro?

Trata de agregar tus propias meditaciones a esta LD comunitaria.

Oración – Qué le decimos al Señor

Señor aumenta nuestra fe, para poder confesarte como nuestro Mesías. Danos la capacidad de discernir y entender qué clase de mesías eres. Ante las voces de este mundo que te asignan diferentes nombres, ayúdanos a escuchar la tuya para saber y confesarte Mesías, tal cual lo hizo Pedro.

Por favor comparte tu oración con todos los Cristonautas.

Contemplación

Te propongo que repitamos durante este día la siguiente frase:

«Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» (Mc 8;29)

Acción – Cómo llevo a la vida esta Palabra

Como sugerencia te comparto una posible acción para este texto: Considerar las dificultades de nuestra vida hoy y entregárselas a Jesús, pues Él nos comprende y ayuda porque es un Mesías sufriente que finalmente nos dará la Resurrección.

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