Lectio Divina por Marlon Vaca de Ecuador
0 – Invocación
Precioso Espíritu Santo, hoy te necesito, hoy deseo con mi corazón ferviente que vengas, topes mis oídos y los abras que hoy deseo escuchar tu voz. Topa mi mente que hoy quiero aprender de ti. Topa mi corazón que hoy quiero hacer viva tu palabra en mi vida. Solo contigo este momento es especial, por ello te lo ruego, hoy te necesito. Ven precioso, ven. Amen
1 – Lectura
Evangelio según san Marcos (7, 24-30):
La fe de una mujer no judía
De allí se dirigió Jesús a la región de Tiro. Entró en una casa, sin querer que nadie lo supiera; pero no pudo esconderse. Pronto supo de él la madre de una muchacha que tenía un espíritu impuro, la cual fue y se arrodilló a los pies de Jesús. La mujer no era judía, sino originaria de Sirofenicia. Fue, pues, y rogó a Jesús que expulsara de su hija al demonio. Pero Jesús le dijo:
—Deja que los hijos coman primero, porque no está bien quitarles el pan a los hijos y dárselo a los perros.
Ella le respondió:
—Pero, Señor, hasta los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan caer los hijos.
Jesús le dijo:
—Por haber hablado así, vete tranquila. El demonio ya ha salido de tu hija.
Cuando la mujer llegó a su casa, encontró a la niña en la cama; el demonio ya había salido de ella.
¿Qué dice el texto?
En este texto se puede apreciar una de las pocas veces que nos menciona este evangelio a Jesús fuera de una zona judía, precisamente la región de Tiro, una zona portuaria al norte de Israel. El texto inicia mostrando a Jesús buscando descansar un poco, todos quieren hablar con él, escucharlo, tocarlo; así que por ello decide tomar un pequeño descanso en una zona pagana. Pero es inevitable el que Jesús siendo el mismo hijo de Dios pase desapercibido; incluso en un lugar donde no se abrazaba la misma religión, ni siquiera las mismas costumbres. Es inevitable que Jesús pase por un lugar y este quede igual.
La clave del pasaje se centra en como una mujer sirofenicia, pagana, impulsada por su amor de madre, busca en Jesús la sanación de su hija que en aquel momento se encontraba invadida de un demonio.
En primera instancia cuán duro debió ser para una persona que tenía ya su creencia, en este caso pagana, que tenía su fe, que tenía sus propias costumbres y su cultura, dejar de lado todo ello y buscar a Jesús, y no solo buscarlo, el texto nos dice que fue y se arrodilló, se doblegó a él, se rindió a sus pies, y en un acto de mezcla de desesperación y amor, rogó a Jesús por la sanación de su hija. No le preguntó, no le pidió de favor, no le consultó. Esta madre, se rindió ante Jesús, doblo sus rodillas y rogó con el corazón lleno de amor, aquella madre intercedió con pasión y decisión.
No debemos confundir la respuesta de Jesús a una insinuación de que la salvación está destinada únicamente al pueblo de Dios, Israel. En realidad, Jesús vino a este mundo por justos y pecadores, y cuantas veces no enviaba a sus seguidores a proclamar la buena noticia a los confines del mundo. Sino que debemos plantear paso a paso como Dios había formulado el plan de salvación. En un principio tocaría el corazón de su pueblo elegido, y mediante su pueblo distribuiría la buena noticia al mundo entero.
Es bien sabido que Jesús era excelente en una discusión, tantas veces hemos leído como los sumos sacerdotes, letrados y demás personas quisieron ponerlo a prueba con preguntas capciosas, las cuales él respondía tan bien que dejaba callado a quien formulaba las preguntas. Usaba muchas analogías y parábolas, respuestas muy llenas de sabiduría. Pero en este caso, le respondieron, ¿quién?, una madre. Jesús mediante su respuesta a sus ruegos, no la ponía a prueba, no le mezquinaba milagros, Jesús le encaminaba a algo más importante. La fe, la fe es la clave de la sanación y eso es lo que Jesús buscó que ella comprenda. Su respuesta fue muestra de que su fe estaba en el lugar correcto, en Jesús.
Esta conversación es muy rica en una enseñanza muy particular. Si la estructuramos veríamos cuatro cosas muy importantes.
Primero, Jesús mostrando cuál es la voluntad del plan de salvación, en el que empezaría por el pueblo escogido por Dios y distribuiría posteriormente al mundo entero.
Segundo, una mujer llena de amor maternal implorando “aunque sea migajas de su palabra”, cuanta humildad en sus palabras, cuanto amor.
Tercero, una triple acción de Jesús, reafirma la enseñanza, sana el corazón de la madre y libera a la hija. Reafirma la enseñanza pues le dice “por haber hablado así” ¿así cómo?, así con fe, esa es la clave, fe. Sana el corazón de la madre pues le dice “Vete tranquila”, ¿cómo no estaría su corazón lleno de aflicción, de dolor, de preocupación. Libera a la hija, es decir efectúa el milagro ¿parece una guía no? Primero ten fe, para que Jesús sane tu corazón y todo lo demás será de menos por más grande que parezca.
Y cuarto y muy interesante, ¿cuánta fuerza tiene el amor de una madre, que pudo derretir el corazón del hijo de Dios y adelantar su misión?, porque la salvación es para todo el mundo, pero en ese preciso momento Jesús se encontraba descansando y estaba enfocado en el pueblo de Dios. ¿Dónde vemos algo semejante?, en las bodas de Caná, cuando María le dice a Jesús que se ha acabado el vino y él responde “mujer, no es mi momento aún”, pero aún así va y convierte el agua en vino. Nuevamente, ¡cuánta fuerza tiene el amor (y oración) de una madre que puede adelantar la bendición que tiene preparada Dios!
2 – Meditación. ¿Qué me dice a mí el texto?
Para meditar este texto, podemos irnos formulando varias preguntas conforme analizamos la palabra.
Jesús estaba en una zona pagana y una mujer de costumbres y fe totalmente diferentes, renuncia a ello para postrarse a Jesús, y yo, ¿qué estoy dispuesto a renunciar por encontrarme con Jesús?
Esta mujer, busca la salvación y sanación en Jesús por medio de una fe muy grande. ¿cómo veo yo a Jesús?, ¿es para mí un curandero al que me acerco cuando estoy enfermo, y luego me olvido de él, o es para mí el salvador, aquel que sanará mi vida y con fe me enseñará a vivirla?
Aquella mujer no se rindió ante las palabras de Jesús, y con completa humildad suplico, aunque sea “migajas” de él. ¿cuánto peleo yo la bendición de Dios?, ¿me rindo fácilmente o doy todo de mi para ganarme su bendición?
El amor de una madre, derritió el corazón de Jesús y adelantó la bendición que venía en camino al mundo. Nuestra Madre, la Virgen María y madre de Dios, nos ha dado muchas armas para poder interceder por medio de ella ante el Padre. ¿comprendo la fuerza del amor de nuestra Santísima Madre?, ¿oro fervientemente el rosario?
3 – Oración ¿Qué le respondo yo a Dios?
Señor, hoy ruego, hoy suplico, más de ti. Sé que no soy digno, pero dame por favor mi Jesús por lo menos una palabra tuya cada día, quiero tener en mi mente y en mi corazón a cada momento tu voz, por favor, aunque sea un poco de tu voz en mi corazón, y bastará para sanarme cada día. No permitas que me aparte, no se que haría sin ti. Te amo. Amen
4 – Contemplación
Contemplemos en intimidad de nuestro ser, en nuestro lugar secreto donde solo Dios nos conoce.
“Por haber hablado así, ve tranquila, el demonio ya se ha ido”
5 – Acción
A veces en el mundo estamos inundados de tantas cosas, a veces no es una fe distinta la que nos aleja de Dios, ni costumbres ajenas, a veces somos como aquella mujer en un país extranjero, en nuestro propio país de preocupaciones y responsabilidades, nublados de la presencia de Dios. Que tal si, a una persona que no es de nuestro círculo íntimo, a la que vemos ahogada en su mundo, le llevamos una palabra de amor, le llevamos un poco de Jesús.