Evangelio del día – Lectio Divinas Marcos 4, 1-20

Lectio Divina por Héctor David Martínez de Honduras

INVOCACIÓN

Espíritu Santo, Espíritu de amor y de verdad, vengo a la oración con un deseo: el deseo de que Tú, deposites en mi corazón la semilla de la fe, la semilla de la alegría, la semilla del amor. Y, una vez que hayas depositado la semilla, necesito que te quedes ahí dando energía para que esa semilla crezca y se convierta en una espiga doblada por el peso de los granos. Y todavía necesito que me ayudes a repartir esa buena semilla en otras personas. Si la semilla se queda en el granero no puede dar fruto. Amén.

EVANGELIO DE HOY: PARÁBOLA DEL SEMBRADOR

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 4,1-20
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla.
Les enseñó mucho rato con parábolas, como Él solía enseñar:
«Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó.
Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.» Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo: «A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que, por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen.»»
Y añadió: «¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos.
Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben.
Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril.
Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»

Palabra del Señor

MEDITACIÓN: ¿Qué me dice a mí el texto?

La Parábola del sembrador habla por sí sola, y qué mejor reflexión que la que hace el mismo Dios: ¨El sembrador siembra la Palabra. Los que están al borde del camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada en ellos. Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumben.
Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa. Y los que reciben la semilla en tierra buena, son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al treinta, al sesenta y al ciento por uno».
¿Qué tipo de tierra somos? ¿Estamos a la orilla del camino, o somos terreno rocoso, recibimos la Palabra entre espinas, o somos terreno bueno? De acuerdo al terreno así es nuestro testimonio, y el testimonio nos hace sembradores, si hermano/hermana también somos sembradores, pero es necesario reconocer qué estamos sembrando: ¿Amor? Estamos llamados a amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como Jesús nos ha amado; pero también podemos sembrar miedo, inseguridades, discordia, rencor, chisme, soberbia, orgullo, mentiras, adulterio, tristeza. ¿Cuál es el fruto que estamos dando?
Es importante reconocer cuanto fruto estamos dando, porque si ya estamos dando frutos, el mundo y el enemigo van a atacarnos. Hay mucha gente que aún no inicia su conversión pero Dios ya trabaja en ellos, pero quienes ya iniciamos la conversión debemos crecer en fe porque las tribulaciones vendrán para poner a prueba la fe y el amor a Dios.

ORACIÓN: ¿Qué le respondo a Dios?

Señor, hoy vienes a la tierra de mi alma dispuesto a sembrar tu mensaje en ella. Ayúdame a escucharte, a aceptar tu Palabra, a configurar mi vida con ella. Concédeme ser una tierra buena que produzca fruto abundante por saber acoger y trasmitir tu gracia. Amén.

CONTEMPLACIÓN: ¿Cómo interiorizo el mensaje?

• A las multitudes buscando a Jesús.
• Al sembrador que siembra la semilla.
• A Jesús explicándoles a sus discípulos en forma privada las parábolas.
• A los miembros de la Iglesia que estamos invitados a dar fruto abundante.
• A mí mismo como propagador del Reino a los más pequeños.

ACCIÓN: ¿A qué me comprometo?

Que el Reino de Dios comience conmigo mismo, para que en mi familia les enseñe con mis ejemplos que el Reino de Dios tiene que crecer y fructificar.

Por la evangelización: Llamada la vocación
“Para que el encuentro personal con Jesús suscite en muchos jóvenes el deseo de ofrecerle la propia vida siendo miembros activos de la Iglesia”

Que impulse y ayude a mis hermanos de mis comunidades a ser semillas buenas sembradas por
Jesús desde el bautismo, y están llamados a dar frutos abundantes entre sus hermanos y en sus comunidades.

Acerca de Ramón Pané

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