Lectio Divina
Jueves 24 de abril,
Jueves I Semana de Pascua
Raúl González de Panamá ✍🏻🇵🇦
Invocación al Espíritu Santo
Ven Espíritu Santo
Infunde tu luz desde el cielo para que pueda escuchar tu voz y obedecer tus mandatos.
Evangelio según San Lucas 24, 35-48
35 Entonces los dos contaron lo que había sucedido en el camino y cómo reconocieron al Señor cuando partió el pan.
36 Mientras decían esto, Jesús apareció de repente entre ellos y dijo: “¡La paz esté con ustedes!”
37 Tenían miedo y estaban asombrados, y pensaban que estaban viendo a un fantasma. 38 Pero Él dijo: ¿Por qué están asustados? ¿Por qué hay tantas dudas en su corazón? 39 Miren mis manos y pies y vean que soy yo mismo. Tóquenme y vean, porque un fantasma no tiene carne ni huesos, como pueden ver que yo tengo”.
40 Jesús, diciendo esto, mostró sus manos y pies, 41 pero todavía ellos no lo creían, porque estaban muy contentos y maravillados. Luego les preguntó: “¿Tienen algo de comer aquí?”
42 Le dieron un trozo de pescado asado, 43 que tomó y comió delante de ellos. 44 Entonces Él dijo: “Estas son las palabras que les hablé mientras aún estaba con ustedes, que era necesario que se cumplieran todas estas cosas que han sido escritas sobre mí en la Ley de Moisés, en los libros de los Profetas y en los Salmos”.
45 Entonces Jesús abrió sus mentes para que entendieran las Escrituras 46 y les dijo:
“Lo que está escrito es que era necesario que el Mesías muriera y resucitara de entre los muertos al tercer día; 47 y que, en su nombre, se predicara el arrepentimiento y el perdón de los pecados en todas las naciones, comenzando en Jerusalén. 48 Ustedes son testigos de estas cosas.
Lectura
Este relato que es la continuación de la aparición en el camino hacia Emaús y como lo reconocen en la fracción del pan, se presenta Jesús estando ellos hablando de lo sucedido (Emaús) y les saluda con el don de la paz y sabiendo que estaban asustados y habían dudas en sus corazones, quiere tener dos acciones físicas para que no haya incertidumbre ni quepa duda de que es el resucitado: la primera, que muestra sus manos y sus pies con sus heridas; y la segunda, que pregunta si hay algo de comer y come pescado, que es por excelencia junto con el pan la comida Pascual. Además, aporta otra prueba ya no en el plano físico sino en el espiritual, que interpreta la escritura, para entrar en la fe del creyente, que hace referencia a la escritura a lo que se había profetizado de cómo el siervo de Yahvé iba a sufrir, padecer y que iba a resucitar al tercer día. Seguido anuncia la conversión y el perdón de los pecados que en conjunto con la paz que viene a restaurar el mesías es el mensaje principal del Reino de Dios.
Meditación
No cabe duda que estos discípulos del evangelio de ayer cuando vieron a Jesús partiendo el pan habrán visto también sus heridas, que a pesar de la resurrección son un signo tangible de su sufrimiento en la cruz y de cómo estas heridas vienen a hacer sostén en nuestro sufrimiento de cada día para que podamos resucitar con Cristo.
Y nuevamente hoy Cristo se les vuelve a aparecer y a enseñar las heridas de sus manos y pies y come o pide de comer.
¿Por qué el Señor me enseña sus heridas?
¿Siento que el Señor me invita a verme y reconocerme como herido y que sus heridas curarán las mías? ¿De qué me quiere el Señor sanar hoy?
Es importante la referencia que el mismo Cristo hace de él en las escrituras, en lo que habían señalado los profetas sobre el sufrimiento, el padecimiento, la muerte y la resurrección del juez, del hijo del hombre; y como Cristo nos sigue enseñando en la iglesia de hoy, partiendo de la escritura que es la palabra de Dios que nos guía en el día a día y de la cual sin su presencia somos nada.
¿Qué lugar ocupa en mí el llamado a la conversión y el perdón de los pecados?
Oración
gracias señor Jesús por esta palabra que ilumina mi corazón, por tu amor, por tu misericordia. Por este tiempo de Pascua, que ha resucitado por mí, que ha sido herido de muerte para que yo pueda morir al pecado y renacer contigo a la vida eterna.
“Tus heridas nos han curado,
y tu muerte nos trae la salvación,
en la Cruz nos das la vida,
por tu sangre el perdón” (canto Kairoi)
Sáname Señor de mis heridas, para que pueda resucitar a una vida nueva, de renunciar al pecado que me separa de ti y de los hermanos.
Dame la gracia de la conversión.
Amén.
Contemplación
Jesús abrió sus mentes para que entendieran las Escrituras.
Acción
Acoger con fe los dones de resucitado:
1. La Paz: no la del mundo sino la de Cristo. Lo cual no significa que no haya mal, tormenta, caos, muerte, pecado; sino que no tienen la última Palabra, que el Señor ha vencido la muerte y el pecado, que la última palabra la tiene Dios y es que Cristo murió por los pecados según las escrituras y que él ha resucitado (por mi).
2. El perdón de los pecados. La gracia de poder cambiar (conversión del corazón), de acercarnos al sacramento de la confesión y experimentar la misericordia de Dios.
3. Ser testigos de la resurrección. Lo cual implica que no puedo vivir vacío, sin alegría, sin dar testimonio de la palabra que he recibido.