Evangelio del día – Lectio Divinas Lucas 16, 19-31

Lectio Divina por Bibiana Diaz Munar de Colombia

0.-Invocación al Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo, tengo sed de ti, ven Espíritu Santo alimenta mi vida de la gracia viva de Jesús, ven Espíritu Santo y llena mi corazón con el fuego de tu amor , ven Espíritu Santo y guíame para vivir una vida en amor y misericordia de acuerdo a la voluntad del padre. Amén

Paso 1: Lectura Evangelio según Lucas 16,19-31

19 «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. 20.Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, 21.deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico… pero hasta los perros venían y le lamían las llagas. 22. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. 23.«Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24.Y, gritando, dijo: «Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama.» 25.Pero Abraham le dijo: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. 26.Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros.» 27.«Replicó: «Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, 28.porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento.» 29.Díjole Abraham: «Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan.» 30.El dijo: «No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán.» 31.Le contestó: «Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite.»»»
Palabra del Señor.

Lectura: ¿Qué dice el texto?

En este texto bíblico, Jesús nos narra una parábola que encontramos únicamente en el Evangelio de Lucas, donde dos hombres con diferentes situaciones de vida, se encuentran con una realidad, la muerte. Uno de estos hombres tenía riquezas y vivía una vida de derroche, el otro llamado Lázaro era un hombre pobre y enfermo.

Cabe aclarar que para los judíos era frecuente asociar la enfermedad y la desgracia con castigo de Dios, mientras que el que tenía una vida de prosperidad y abundancia era bendecido por Dios.

Vemos un escenario de desigualdad, donde el inicio del pecado es el egoísmo y la indiferencia, donde se esta apático ante el sufrimiento y se rompe la fraternidad que debe existir en las relaciones humanas, perdiendo el sentido de la unidad y priorizando el individualismo.

Los dos hombres mueren, el hombre rico al morir fue llevado a sufrir al lugar donde van los muertos, mientras que Lázaro estaba gozando en el seno de Abraham. El rico clama compasión a Abraham, llamándolo Padre, creyendo que es hijo. El seno de Abrahán es la fuente de vida, de donde nació el pueblo de Dios. Lázaro, el pobre, forma parte del pueblo de Abrahán, del cual era excluido cuando estaba ante la puerta del rico. Para el hombre rico, Lázaro el pobre pudo ser el instrumento de su salvación, pero permitió que una puerta los separara, cerrando los ojos ante un entorno de necesidad.
El texto no quiere citar solamente la desigualdad en la distribución de riquezas, si no también la trascendencia del ser humano, ya que no fue creado para un mundo pasajero, si no para la vida eterna.

Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?

¿Cierro mis ojos o desvío mi mirada ante la necesidad de alguien? ¿Cuál es esa puerta que no me permite ver la situación difícil de mi prójimo? ¿Hacia qué lado se inclina mi corazón: hacia el querer poseer riquezas o hacia el desprendimiento? ¿Como estoy construyendo mi vida eterna?, La Palabra me invita a examinar mi vida, mis comportamientos, y a tener un verdadero arrepentimiento de mis acciones, reconociendo que Jesús esta en cada una de las personas con que me relaciono en el diario vivir.

Oración: ¿Qué le respondo a Dios?

Señor mío, me examino y me reconozco enfermo, he dejado que el pecado de la indiferencia toque mi puerta y le he permitido entrar, Señor multiplica el amor en mi corazón para que pueda ver con compasión a todas las personas a mi alrededor, dejando a un lado el egoísmo y centrándome en servirte con misericordia a través de las necesidades de mi prójimo y contrayendo una vida eterna agradable a tus ojos.

Contemplación: ¿Cómo interiorizo la Palabra de Dios?

levantó los ojos… Y, gritando, dijo: «Padre Abraham, ten compasión de mí…

Acción: ¿A qué me comprometo?

Buscar hacer actos de caridad, no solamente por hoy o por el tiempo de cuaresma, si no que sea una actividad diaria, que me permita ser consciente que lo que hago por el prójimo lo hago por el mismo Jesús.

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