Evangelio del día – Lectio Divina Lucas 11, 1-4

Lectio Divina por José Manuel Reyes Cabrera de República Dominicana

Buen día hermanos, comparto con ustedes la reflexión a través de la Lectio Divina.

Invocación Espíritu Santo

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetras las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Amén.

Lectura – ¿Qué dice el texto?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-4

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»
Él les dijo: «Cuando oréis decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.»
Palabra del Señor.

Meditación – ¿Qué me dice el texto?

El Evangelio de hoy relata la oración del Padre Nuestro. Oración tan conocida y repetida que muchas veces ya no nos dice nada, desprovista de su ardor y novedad. Por ello es preciso volver despacio sobre la misma y descubrir en ella la novedad de llamar a Dios como Padre y el sentirnos hijos en el Hijo.
Tanto el Evangelio de Mateo como el de Lucas nos lo presenta, con marcadas diferencias. En Mateo es colocada dentro del sermón de la montaña (Jesús enseña cómo deben rezar sus discípulos a diferencia de los fariseos). Lucas, en cambio, coloca la escena después de la estancia de Jesús en Betania. Nada dice del lugar, más que estaban en cierto lugar orando, podría pensarse en el Monte de los olivos, lugar al que Jesús se retiraba con frecuencia a orar. Resulta curioso que Jesús no enseñase antes a orar a sus discípulos. La oración era algo fundamental para Él, parte importantísima en el aprendizaje de los discípulos.
El Padre Nuestro es una oración entrañable, que conjuga la causa de Dios (el Padre, la santificación de su nombre, su reinado, su santa voluntad) y la del hombre (el pan necesario, el perdón indispensable, la tentación siempre presente y el mal continuamente amenazador) en un todo armónico, haciendo de estas una sola causa, sin separarlas ni mutilarlas. A su vez pone en evidencia que la oración cristiana no ha de ser una fuga o coartada para huir del mundo y los problemas cotidianos. Ni fuga ni vaselina. La misma nos pone en el centro del combate humano.
A diferencia de la oración judía, que refiere a una relación y visión de Dios lejano, celoso de salvaguardar su gloria y santidad; la oración enseñada por Jesús nos invita a un nuevo modo de dirigirnos a Dios, un modo más cercano, íntimo y familiar: sencillamente como Padre. Padre sin más. Nadie antes que Jesús se había atrevido a dirigir a Dios una palabra de uso tan íntimo y familiar: Abba. Con ella nos introduce en una familiaridad con Dios, a una mayor confianza y cercanía.
Al llamar a Dios con el nombre de Padre, aceptamos su paternidad, pedimos que su nombre sea ante todo glorificado/santificado y que se apresure la venida de su reino; nos acogemos a su voluntad. Luego pedimos que nos conceda el pan de cada día, que perdone nuestras culpas y nos dé fuerzas para no caer en la tentación.
En estas sencillas palabras se presentan los grandes problemas del ser humano y su relación con Dios: el reino de Dios que viene y la presencia del mal que nos amenaza; el pan por el que cada día hay que luchar y el nombre de Dios que tenemos que descubrir, aunque sabemos que es indescifrable; el milagro de que Dios sea nuestro Padre, y el riesgo de la tentación que puede arrebatarnos.
Por ello, es preciso preguntarnos:
•¿Pedimos con insistencia al Señor que nos enseñe a dirigirnos al Padre con la confianza de hijos?
•¿Cómo es mi oración?
•¿Refleja la oración mi condición de hijo de Dios?
•¿Es la oración un intento de evadir mis responsabilidades cotidianas y familiares?

Oración – ¿Qué le digo al Señor según el texto?

Nuestra oración se hace canto: Señor, enséñanos a orar (Antonio Torrelles – Grupo Kairoi)
Señor, enséñanos a orar
A hablar con nuestro Padre Dios.
Señor, enséñanos a orar, a abrir las manos ante ti.

Orar con limpio corazón, que sólo cante para Ti,
con la mirada puesta en Ti,dejando que hables, Señor.
Orar buscando la verdad.
Cerrar los ojos para ver.
Dejarnos seducir, Señor,
andar por tus huellas de paz.

Orar hablándote de Ti,
de tu silencio y de tu voz, de tu presencia que es calor, dejarnos descubrir por Ti.
Orar también en sequedad,
las manos en tu hombro, Señor,
mirarte con sinceridad:
aquí nos tienes, háblanos.

Contemplación – ¿Cómo interiorizo el texto?

«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»
«Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.»

Acción – ¿Cómo pongo en práctica lo reflexionado?

Ofrecer a Dios cumplir su voluntad con el rezo meditado del Padre nuestro.

Acerca de José Manuel Reyes Cabrera

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