Lectio Divina por Marcela Lizondo de Argentina
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Espíritu Santo, inspíranos, para que pensemos santamente. Espíritu Santo, incítanos, para que obremos santamente. Espíritu Santo, atráenos, para que amemos las cosas santas. Espíritu Santo, fortalécenos, para que defendamos las cosas santas. Espíritu Santo, ayúdanos, para que no perdamos nunca las cosas santas. AMÉN.
San Agustín ✍🏻
1- LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 10, 1-9
1Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. 2Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. 3¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. 4No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. 5Al entrar en una casa, digan primero: ‘¡Que descienda la paz sobre esta casa!’.6Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. 7Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. 8En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; 9curen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes”.
Palabra del Señor.
LECTURA: ¿Qué dice el texto?
El Evangelio de hoy nos habla acerca de no sólo el grupo de los 12, sino también de 72 discípulos, a los que Jesús envía en parejas, de dos en dos, a evangelizar; a anunciar la llegada de la Buena Noticia del Reino de Dios entre los hombres. Los manda de dos en dos y les da las indicaciones necesarias para poder realizar esta tarea. Estas indicaciones, el Señor se las da en una serie de 7 imperativos que destacaremos en esta oportunidad, y que nos dejarán en claro cuáles deben ser las prioridades del “misionero”:
1) “¡Rueguen!” (10, 2)
El misionero es ante todo un orante. Como sucede en Hch 13,1-3, la misión parte de una comunidad que ora y en ese ambiente es revestida del Espíritu para enviar los que de entre ellos el Señor designe. Por otra parte, los 72 toman conciencia de que aún ellos siendo aparentemente muchos, en realidad son insuficientes: “los obreros son pocos”.
2) “¡Vayan! (10, 3)
El misionero es consciente de que se aventura en un mundo de múltiples peligros, su vida estará siempre amenazada: “como corderos en medio de lobos”. El misionero no va con ninguna autoridad externa que someta a los demás, él es débil e indefenso, un hombre de paz.
3) “No lleven” (10, 4ª)
El misionero viaja desprendido de todo. Hay cuatro implementos necesarios para un viaje, de los cuales él se desprende: bolsa para la plata, alforja para la merienda y la muda de ropa, sandalias para las caminatas largas en terreno pedregoso. Esto no quiere decir que se queda “en al aire”, su seguridad está en su fe en Dios que no lo abandona y provee sus necesidades como Padre suyo que es. Esto es tan real que cuando Jesús le pregunte, “Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿os faltó algo?”, Ellos responderán: “Nada” (Lc 22, 35).
La frase: “No saludéis… en el camino” (10, 4b), indica que el misionero viaja desprendido de todos, nada ni nadie lo distrae para responder a la urgencia de la misión.
4) “¡Digan!” (10, 5)
La proclamación del Evangelio comienza por el saludo de la paz: “Shalom leká” (ver Jc 6, 23; Lc 24, 36). No se trata de un formalismo vacío sino de un don que se puede recibir o rechazar. Este don que saben acoger los “hijos de paz”, está asociado con la venida de la salvación. Esta paz es el don pascual de Cristo (Lc 24, 36; ver también 2,14.29; 19, 42; Hch 10, 36). Un don lo recibe solo quien está abierto a él.
5)“¡Permanezcan!” (10, 7)
El misionero no anda buscando comodidades, por eso se le recomienda no ir de casa en casa sino “permanecer” (10, 7) y allí “comer lo que le pongan” (10, 8b). “Permanecer” es entrar a fondo en la realidad y en el tejido relacional de ese hogar que evangeliza para hacer irrumpir desde dentro el Reino (como Jesús con los discípulos de Emaús: “¡Permanece con nosotros!… y permaneció con ellos”, Lc 24, 29; o como Pablo en casa de Lidia, Hch 16,15). El misionero debe saber aceptar la hospitalidad, para él es un signo del amor de Dios que provee por él. No sólo hay que saber dar, también hay que saber recibir.
6) “¡Curen!” (10, 9ª)
El misionero se expresa primero con hechos y luego con palabras que ayudan a comprender lo sucedido. En el Evangelio de Lucas hemos venido leyendo un buen número de sanaciones que han hecho visible el Reino de Dios (ver 11, 20). La llegada del Mesías ha podido ser reconocida por ello. Jesús coloca ahora esta tarea en las manos de sus misioneros.
7) “¡Digan/Proclamen!” (10, 9b)
Así como el Jesús viajero proclama por todas partes la “Buena nueva del Reino de Dios” (4, 43), el misionero es un proclamador de la irrupción definitiva de Dios en la historia y da testimonio de ello. La misión silenciosa de las obras necesita también de la Palabra.
2- MEDITACIÓN: ¿Qué me dice el texto?
•¿He descubierto ser uno de los 72, a quien el Señor llamó?
•¿Dónde siento que el Señor me llama a “misionar”?
•¿Cuál de éstos imperativos me resonó más? ¿Por qué? ¿Qué creo que Dios me pide con el/ellos?
•¿Estoy dispuesto a “salir” como el Señor me lo pide, sin llevar ninguna de mis “comodidades”?
•El Señor me pide “llevar” la Paz. ¿Vivo mi vida con esa paz que viene de Dios y que me pide llevar a los demás?
•¿De qué manera puedo contribuir con la misión encomendada a la Iglesia?
3- ORACIÓN: ¿Qué le digo al Señor?
Jesús, Tú me enseñas que quien te lleva en el corazón se llena de paz y transmite la paz. Necesito crecer en la paciencia y la humildad para ser ese instrumento que pueda llevar tu paz, donde haya desunión, egoísmo, tristeza, etc., como nos dice san Francisco de Asís. No permitas que me autoengañe «aparentando» seguir tu voluntad cuando en el fondo busco hacer siempre mi parecer. Dame tu gracia Señor para escuchar tu Palabra y ponerla en práctica. AMÉN.
4- CONTEMPLACIÓN
Los invito a contemplar este hermoso desafío que nos propone el Señor, a través de esta canción: “SIN MIEDO ME CONFÍO EN TU GRACIA, ME PONGO EN MARCHA TU AMOR ME BASTA”.
5- ACCIÓN: ¿Qué me comprometo a hacer?
Llegó el momento de poner en práctica ésta Palabra que acabamos de recibir: ¡VAYAN!
¿A qué me comprometo con el texto de hoy? ¿Qué le respondo al Señor? Si el Señor está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Que esta convicción nos ayude a permanecer fieles en la misión. Seamos “dispensadores” de la verdadera Paz que viene de Dios.