Lectio Divina por Elton Rey de Perú
Invocación,
Señor, bendito seas porque siendo Dios que estás en las alturas, te abajas a mi humanidad para que pueda comprender la grandeza de tu amor. Llénanos de tu Espíritu Santo.
1.- Lectura del Evangelio. Lucas 1, 67-79
En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, y ha hecho surgir en favor nuestro un poderoso salvador en la casa de David, su siervo. Así lo había anunciado desde antiguo, por boca de sus santos profetas: que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos aborrecen, para mostrar su misericordia a nuestros padres y acordarse de su santa alianza. El Señor juró a nuestro padre Abraham concedernos que, libres ya de nuestros enemigos, lo sirvamos sin temor, en santidad y justicia delante de él, todos los días de nuestra vida. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos y a anunciar a su pueblo la salvación, mediante el perdón de los pecados. Y por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en las tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Palabra del Señor.
2.- Meditación.
Algo que nunca se había dado en la historia de la humanidad: ser madre sin intervención de varón. Lo difícil de entender es que el Benedictus sea respuesta a la incredulidad de Zacarías. ¿Qué ha pasado en este tiempo de silencio para que Zacarías pase del “no-creer a la fe entusiasta” una fe parecida a la de María? Pues ha pasado una cosa tan sencilla como ésta: María, en aquellos tres meses en casa de Isabel, no ha estado ociosa. Zacarías está mudo, pero no está sordo. Por eso puede escuchar las bellas catequesis de María sin necesidad de ningún catecismo. María transmite a Zacarías la fe por “contagio”. Ella así se convierte en la primera misionera y en la mejor catequista de todos los tiempos. Sólo aquel que vive puede contagiar. Sólo el entusiasmado, puede entusiasmar; sólo el enamorado de Dios está capacitado para enamorar a los demás. Esta es la fe que transmitió María a Zacarías, un sacerdote incrédulo.
A veces nos comportamos como Zacarías y no tenemos fe, pero María nos enseña a tener fe, una fe que no tiene límites y una fe que le ayuda a no tener miedo al qué dirán.
3.- Oración.
Señor no quiero estar ciego y no ver tu amor y no ver cuánto nos amas.
Señor dame la fe de tu madre María dame más de tu amor lléname con tu espíritu para no tener miedo a nada ni a nadie.
5.- contemplación.
Repito varias veces: “Bendito sea el Señor”
Cerramos los ojos y damos gracias a Dios
5.- Acción.
Hoy es 24 de diciembre, me he preocupado para que esté lista y preparada la fiesta de convivencia familiar, pero ¿me he preparado espiritualmente para recibirte en la intimidad de mi corazón? Señor, esta Nochebuena quiero humildemente darte el regalo de mi libertad, no te merezco pero no puedo vivir sin tu amor, sin tu gracia, ven, Señor Jesús.