Evangelio del día – Lectio Divina Lucas 1, 26-38

Lectio Divina por Alfredo Columbié de Cuba

Invocación al Espíritu Santo:

Haciendo silencio en nuestro interior pedimos:
Espíritu Santo guía con tu infinito amor nuestros corazones para poder llevar en él, el conocimiento de tu verdad. Amén

1-Lectura ¿Qué dice el texto?
Evangelio del día
Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.
El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.

2-Meditación. ¿Qué me dice el texto?

El encuentro entre el ángel y María es propiciado por Dios. Así mismo como cuando al inicio de cada día el Señor nos llama a su encuentro. El saludo del ángel es un saludo de buenas nuevas porque el Señor está contigo. En María nos podemos reflejar nosotros porque el Señor siempre está con nosotros, cuando lo sentimos y su presencia es evidente en nuestras vidas, pero también en los momentos en los que me cuesta más trabajo notar su presencia. Aún cuando nos alejamos de él, el Señor sigue ahí vigilando nuestros pasos como un padre bueno vela por sus hijos. Entonces me puedo preguntar, ¿se alegra mi corazón estando en el Señor? O ¿solo me alegro cuando me concede aquello que quiero y nada más?

Es entendible la turbación de la Madre frente a las palabras del ángel. Pero la madre es una mujer valiente cuando de confianza en el Señor se trata. La madre confía, se avandona en el Señor aún cuando las cosas se torman bastante feas. Pero cuando el Señor llega a nuestra vida, nunca nos deja indiferentes. A veces hasta llegamos a no querer escuchar a Dios porque sabemos que frente a la llamada del Señor el corazón queda inquieto llenos de preguntas que necesitan respuestas, para las cuales solo el Señor tiene respuestas. Quizás a ti te pase lo mismo.
El Señor, al igual que con María, tiene un plan para cada uno de nosotros un plan que, pese a las dificultades, busca nuestra felicidad y nuestro realización personal. ¿Buscas tu el plan que el Señor tiene para tu vida?
A veces el miedo, la duda, la falta de seguridad y hasta el aferrarme a mi propia voluntad no me permiten avanzar a lo que Dios me pide que haga. Quizás me falta un paso, decirle un si definitivo al Señor, avandonarme completamente en Él, tal y como hizo la Madre, aún cuando la muchas interrogantes quedaban en su corazón se abandonó con su Si que como resultado trajo la salvación de los hombre y al final una corona en el cielo. ¿Te atreverías tu a abandonarte a la voluntad de Dios desde la realidad que vives? Si lo haces ten la certeza que el Señor siempre saca vida hasta de la propia muerte para llevarnos a la felicidad plena.

3- Oración. ¿Qué Le digo al Señor?

Señor, nadie mejor que la Madre para hablar nuestras dificultades, nuestra vida. Ella, Maestra de humildad nos enseña a que avandonarse en Ti es la actitud de vida más efectiva para nuestra felicidad.
María, tu que eres Madre del buen consejo, ayúdame a ser valiente para decir un Si sin reservas al plan que Dios me tiene. Ayúdame a decir si como tú, a ser intrumento de paz. Enseñame Madre a decir: Hágase.
Amén

4- Contemplación. ¿Cómo interiorizo la palabra?

He aquí la sierva del Señor, hágase en mi según tu palabra.

5- Acción. ¿A qué me comprometo?

Miro la película de mi vida, me fijo en las veces que he necesitado al Señor y Él me ha respondido sin dejarme solo en mis dificultades o en los momentos felices.
Me propongo dejarme por completo en las manos del Señor en todos los aspectos de mi vida.

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