Evangelio del día – Lectio Divina Juan 8, 51-59

Lectio Divina
Jueves, 10 de abril de 2025
Jueves V Semana de Cuaresma
Nicolás Reynoso de Argentina ✍🏻🇦🇷

Invocamos al Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu Creador
y renueva la faz de la tierra
Oh Dios,
que has iluminado los corazones de tus hijos
con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a sus inspiraciones
para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Evangelio según San Juan 8, 51-59

51 Verdaderamente les digo que quien obedezca mi palabra nunca morirá”.
52 Entonces los judíos le dijeron: “¡Ahora estamos seguros de que estás poseído por un demonio! Abraham y todos los profetas murieron, pero tú dices: ‘El que obedece mi palabra nunca morirá’. 53 ¿Eres más importante que Abraham, nuestro padre, quien murió? ¡Y los profetas también murieron! ¿Quién piensas que eres?”
54 Jesús respondió: “Si me doy gloria a mí mismo, mi gloria no tendría valor. Mi Padre es el que me da gloria, el que ustedes dicen que es su Dios. 55 Sin embargo, ustedes no lo conocen, pero yo lo conozco. Si dijera que no lo conozco, entonces sería un mentiroso como ustedes; pero lo conozco y obedezco su palabra. 56 Abraham, el padre de ustedes, se alegró de que habría de ver mi día. Él lo vio y se alegró mucho”.
57 Los judíos le dijeron: “¿Ni siquiera tienes cincuenta años y has visto a Abraham?”
58 Jesús respondió: “Verdaderamente les digo que antes de que Abraham existiera, Yo soy”.
59 Entonces tomaron piedras para arrojárselas a Jesús, pero Él se escondió y salió del patio del Templo.
Palabra del Señor.

Lectura. ¿Qué dice el texto?

El pasaje del Evangelio de San Juan tiene lugar en un momento de fuerte confrontación entre Jesús y las autoridades judías. Este diálogo se desarrolla en el contexto de un debate teológico y religioso dentro del Templo de Jerusalén, un lugar central para la vida religiosa judía. La discusión gira principalmente en torno a la relación de Jesús con Dios, su autoridad divina y su revelación de la verdad.
En los versículos previos (Juan 8, 31-50), Jesús se enfrenta a las acusaciones de los fariseos, quienes se oponen a su enseñanza sobre la verdad y la libertad. Cuando Jesús afirma que «la verdad los hará libres», entra en conflicto con la interpretación rígida que los fariseos hacen de la Ley. Este tema de la verdad, la libertad y la obediencia continúa desarrollándose en el pasaje que estamos analizando.
Al volver al fragmento que nos ocupa (Juan 8, 51-59), la afirmación central de Jesús es: «Quien obedezca mi palabra nunca morirá». Esto provocó una reacción intensa por parte de los judíos, quienes cuestionan la autoridad de Jesús y lo acusan de estar poseído por un demonio. La conversación se torna aún más profunda y desafiante, y Jesús responde con una revelación impactante de su identidad divina, culminando con la afirmación: «Antes de que Abraham existiera, Yo soy” (para los judíos en el tiempo de Jesús, Abraham era la figura paterna de su fe, alguien profundamente respetado). Esto es una alusión directa a su identidad eterna y divina. Por otra parte, Jesús no solo desafía la concepción tradicional, sino que redefine las expectativas sobre el Mesías.

Meditación. ¿Qué nos dice Dios en el texto?

En este pasaje, Jesús nos ofrece una promesa de vida eterna a aquellos que obedecen su palabra. Nos habla de una muerte que no es el fin, sino una transición hacia la vida plena en Él, invitándonos a vivir en comunión con Él, la fuente de toda vida. Esta vida eterna no depende de nuestra fragilidad humana, sino de nuestra obediencia a Su voluntad.
La obediencia no es solo un cumplimiento de normas, sino una respuesta amorosa y confiada a Su invitación, que implica transformar nuestra vida interior. Jesús se revela como el «Yo Soy», desafiando nuestras expectativas y pidiéndonos aceptar Su divinidad, más allá de verlo solo como un maestro.
El pasaje también nos invita a reflexionar sobre la muerte, recordándonos que, en Cristo, este no es el fin, sino un paso hacia la resurrección y la vida eterna. La vida cristiana nos enseña a mirar la muerte con esperanza, sabiendo que, si vivimos en Él, también resucitaremos con Él.
La invitación de Jesús es a vivir obedeciendo radicalmente Su palabra, buscando lo eterno por encima de las realidades temporales. Al seguir Su voluntad, encontramos paz en este mundo y nos preparamos para la vida plena que Él ha prometido.
Preguntas para la reflexión:
• ¿Qué significa para mí la promesa de que «quien obedezca mi palabra nunca morirá» y cómo puedo vivir con esa esperanza cada día?
• ¿Estoy dispuesto a seguir la palabra de Jesús con un corazón obediente, confiando en que, al hacerlo, encontrará la vida eterna?
• ¿En qué áreas de mi vida necesito obedecer más a la palabra de Jesús para vivir en verdadera comunión con Él y recibir la vida plena que promete?
• ¿De qué manera mi vida refleja una obediencia genuina a las enseñanzas de Jesús, y en qué aspectos necesito mejorar para seguir más fielmente Su palabra?

Oración. ¿Qué le decimos a Dios?

Te pido, Señor, que me des la gracia para obedecer Tu palabra con un corazón sincero, para que mi vida se transforme cada día más en una respuesta de amor hacia Ti. Ayúdame a vivir según Tu voluntad, a confiar plenamente en que Tú eres la Verdad, el Camino y la Vida.

Contemplación. ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?

“Verdaderamente les digo que quien obedezca mi palabra nunca morirá”.
Acción. ¿A qué me comprometo con Dios?
Señor me comprometo a visitarte y adorarte en el Santísimo Sacramento.
También quiero dedicar un pequeño tiempo a escuchar tu palabra, de manera diaria.

Acerca de Ramón Pané

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