Evangelio del día – Lectio Divina Juan 21, 1-14

Lectio Divina Por: Eduardo Rafael García
Tegucigalpa, Honduras

Paso 0: Invocación al Espíritu Santo
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles,
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu Creador
y renueva la faz de la tierra.
Oh Dios,
que has iluminado los corazones de tus hijos
con la luz del Espíritu Santo;
haznos dóciles a sus inspiraciones
para gustar siempre el bien
y gozar de su consuelo.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Paso 1: Lectura

San Juan 21, 1-14
Después de estas cosas, Jesús se apareció nuevamente a sus discípulos, en la orilla del lago de Galilea, el mar de Tiberias, y allí se manifestó de la siguiente manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado “el Gemelo”, Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro dijo a los demás: “Voy a pescar”. Ellos le dijeron: “¡También nosotros vamos a pescar contigo!”

Entonces todos fueron y subieron a la barca, pero esa noche no pescaron nada. Por la mañana, cuando ya iba amaneciendo, Jesús se hizo presente en la playa, pero ellos no sabían que era Él. Entonces Jesús les dijo: “Muchachos, ¿tienen algo de comer allí? Ellos le respondieron: “No”.

Jesús les dijo entonces: “Tiren la red en el lado derecho de la barca y allí encontrarán pescados”. Tiraron la red y poco después ya no podían echarla dentro de la barca, debido a la gran cantidad de pescados que tenía. Entonces el discípulo a quien Jesús amaba le dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”

Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se puso la ropa, porque se la había quitado, y se arrojó al agua. Los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red con los peces, ya que estaban a solo cien metros de la orilla de la playa. Cuando salieron de la barca, bajando a tierra, vieron un pequeño fuego allí, con un pescado sobre las brasas, y pan. Entonces Jesús les dijo: “Traigan los pescados que acaban de sacar”.

Simón Pedro se subió a la barca y arrastró la red a tierra. Estaba llena de grandes pescados, ciento cincuenta y tres, y a pesar de esto la red no se rompió.

Jesús les dijo: “¡Vengan y coman!” Ninguno de ellos se atrevía a preguntarle: ¿Tú quién eres?”, porque sabían que era el Señor. Jesús vino, tomó el pan y se los dio, y de la misma manera hizo con el pescado.

Ésta era ya la tercera vez que Jesús, después de haber resucitado de entre los muertos, se aparecía a sus discípulos.

Paso 2: Meditación

El pasaje que acabamos de leer narra una de las apariciones de Jesús Resucitado que hemos meditado durante estos días de la octava de Pascua. Aunque Pedro negó al Señor, su amor por Él sigue vivo, esto se comprueba con su reacción de lanzarse al agua para ir adonde Jesús. Sin embargo, no fue él el primero en reconocer al Resucitado, sino el discípulo amado; la fuente de reconocimiento de Jesús Resucitado es el amor a él. Otro elemento importante son los peces, no tanto el número sino que a pesar de ser muchos y grandes, la red no se rompió. Esto alude a la capacidad de la Iglesia de reunir a toda la humanidad, buscando la unidad y preservándola en ella.

Es entonces cuando Cristo Resucitado sale a nuestro encuentro y nos consuela, nos brinda la esperanza y la alegría de su presencia. Esta alegría es la garantía de su cercanía y fidelidad para siempre. Es bueno que nos preguntemos:

· ¿Estoy sintiendo la alegría de la resurrección en mi vida personal, familiar, comunitaria, estudiantil, laboral, etc?

· ¿Cómo reconozco los signos de la resurrección en este tiempo pascual?

· ¿Reconozco la presencia del Resucitado o qué cosas debo apartar de mi vida para reconocerle plenamente?

· Ante la invitación de que comamos (Eucaristía) con Él, ¿cuál es mi actitud ante esa invitación?

Paso 3: Oración

Señor, te doy gracias por el don de tu Palabra, por tu cercanía en nuestras vidas a través de tu resurrección. Te doy gracias por la alegría que viene de tu amor misericordioso.

Te doy gracias por darnos tu Espíritu Santo en todo momento, y por fortalecer nuestra vida.

Quédate con nosotros y ayúdanos a ser fieles en todo momento, a comprender tu Palabra y a hacerla viva en nuestras vidas.

Paso 4: Contemplación

Repito en mi interior la siguiente frase: “Señor Jesús, permíteme redescubrir los signos de tu resurrección en mi vida”.

Paso 5: Acción

· Rezo durante estos días la novena a la Divina Misericordia.

· Trato de hacer una obra de misericordia espiritual que lleve alegría a quien más lo necesita.

· Propongo ofrecer al Señor mis trabajos y estudios para este día, caracterizándome por llevar alegría a los lugares que visite.

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