Lectio Divina por Raúl González Osorio de Panamá
Fiesta de San Juan, el apóstol.
Juan 20,2-8.
El otro discípulo corría más que Pedro y llegó primero al sepulcro.
El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Palabra del Señor.
Lectura
Celebramos hoy la fiesta de Juan, el discípulo amado, dentro de la Navidad ¿Por qué razón? Juan con sus escritos, especialmente en su evangelio nos habla de la Divinidad de Jesús, con expresión sublime el misterio de la Encarnación, como Dios se hace hombre y viene a nosotros.
En el evangelio nos ubicamos en la escena de la mañana de Pascua con tres personajes: María Magdalena, Pedro y Juan. Después de dos noches oscuras y a escondidas María Magdalena corre a avisar a Simón y al otro discípulo quienes corren al sepulcro para verificar por ellos mismos. Emprenden una gran carrera. Juan llega primero, porque es mas joven, puede correr mas ligero pero también porque es el discípulo amado, pero Pedro entra primero porque es la roca, el jefe de la Iglesia, a quién se le han dado las llaves de atar y desatar. Luego entra el discípulo amado, ve y cree.
Meditación
Ciertamente me puedo identificar con cualquiera de los personajes:
María Magdalena: la de los 7 demonios, enamorada de Jesús, le siguió hasta la el calvario.
Pedro: el discípulo que negó al Señor tres veces, y al que Jesús le dijo que era la roca y que edificaría su Iglesia, nuestra iglesia, sobre ella. Es el pescador, que quizo disuadir al Señor de la cruz.
Juan: es una figura fundamental, porque es el discípulo a quien el Señor amaba, y va a revelarnos en sus escritos, que el “verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Es el águila que vuela alto y puede llegar a Jesús, y traérnoslo a nosotros, con sus revelaciones, sus escritos. Buscando los signos del Dios.
María Madalena corre, para llevar un mensaje, una misión para que los discípulos emprendan una acción ¿Qué acción me está pidiendo hoy el Señor?
La carrera que emprenden (todos) es una carrera de amor, de esperanza y nos interpela cómo está nuestro camino en la Iglesia, cómo están nuestros pasos, cómo vamos y si vamos a la par de los demás, juntos o cada uno por su lado. Si en verdad nuestro camino refleja a esa Iglesia en salida de la búsqueda de los signos visibles de Dios, sobre todo cuando no notamos su presencia, cuando no lo vemos. Así como Juan y Pedro corrieron juntos, y aunque uno se adelanta al otro, cada quien ocupa su lugar y su momento. Primero entra Pedro, al que Jesús instituye como nuestra roca, de la Iglesia y luego Juan, quien tiene el don de profeta, de ver y mirar más allá de las cosas. Así van juntos y juntos contemplan y ven los signos de Dios.
Al final de cuenta, Juan fue de quien dice la escritura: vio y creyó, quizás antes que Magdalena o Pedro, no lo dice. Pero ¿qué o a quién vió? ¿Al Señor resucitado? Ciertamente no, lo que vio fue la el sepulcro vacío y los sudarios. ¿Me siento identificado con Juan, al igual que él no ha visto al Señor resucitado, pero creyó en los indicios de su resurrección?
Oración
Señor Jesús gracias por este tiempo de gracia, en el que celebramos tu nacimiento, este tiempo donde contemplamos tu divinidad encarnada en nuestra humanidad por puro amor.
Gracias Señor Jesús.
Danos amor y la valentía para correr hacia ti a pasos de gigantes, para estar en camino y ser reflejo de tu misericordia y hallar el descanso en ti.
Danos fe para creer en ti, para celebrar Navidad todos los días de nuestra existencia, y para estar atentos a los signos que pones en cada momento de nuestras vidas para amarte y darnos sin medida a los que más necesitan de ti.
Amén.
Contemplación
Miro hacia atrás en mi vida y doy gracias a Dios por todas las señales que me ha mandado en este camino y miro hacia delante para ver hacia donde me dirijo. Sin reprochar aquellas señales que he rechazado y sin enorgullecerme con soberbia por aquellas en las que si he creído haber seguido. El Señor siempre ha estado conmigo, se ha hecho hombre por mí y por ti. Agradezco al Señor por su bondad. Por todas las personas que, a pesar de mi falta de conocimiento, me pone para guiarme y acompañarme en este caminar.
Acción
¿Cuál es la carrera a la que Jesús me invita hoy?
Identifica los signos de Dios en tu vida donde Dios me invita para salir a su encuentro.