Lectio Divina por Bibiana Díaz de Colombia
Invocación al Espíritu Santo
Ven Espíritu Santo a inundar mi corazón y todo mi ser de tu presencia, ayúdame a dirigirme siempre con amor y entrega total por ti, ven Espíritu Santo guíame en cada paso que doy en pos del Reino de Dios, ayúdame Espíritu Santo a discernir la voluntad de Padre y a caminar en el servicio al prójimo con abnegación y sacrifico, auxíliame Espíritu Santo para que a cada minuto yo disminuya y seas Tú el que crezcas en mí y yo sea un canal de bendición para tantos que necesitan del Señor.
Amén
Lectura
Evangelio según San Juan 20, 11-18
«Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Drícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto». Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré». Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» – que quiere decir: «Maestro». Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios». Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras”.
Palabra del Señor.
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¿Qué dice el texto?
Llama la atención el llanto de María Magdalena a las afueras del sepulcro donde habían dejado el cadáver de Jesús; recordemos que María Magdalena era originaria de Magdala una población ubicada en Galilea y ahora María se encontraba en Jerusalén, afligida por lo que le había pasado a Jesús, su amigo, María Magdalena no se quedó en Galilea si no que se dejó seducir por la Palabra de Jesús y lo siguió hasta Jerusalén, se apartó del pecado para seguir un camino de gracia, dejó que Jesús la transformara. Al principio María Magdalena no lograba captar que había llegado la hora de la resurrección, hasta que Jesús la llama por su nombre y ella logra reavivar el amor en su corazón, apartando por medio de su fe las vendas de sus ojos y reconociendo al Resucitado. Es importante tener en cuenta la actitud de María Magdalena que a pesar de su sufrimiento no se quedó llorando, sumergida en un sepulcro de dolor y desesperanza, sino al contrario se levantó por el llamado del Resucitado quien la animó a seguir. En este pasaje se nos propone que no busquemos a Jesús en un sepulcro donde habita la muerte, la tristeza, el dolor; si no que busquemos al Resucitado que nos da un nuevo horizonte y el coraje para pasar de las tinieblas de dudas a la fe y al amor verdadero.
Meditación
¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?
¿Busco a un Dios de muerte o busco al que venció la muerte?
¿Mi fe y mi esperanza a dónde me conducen?
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Oración
Perdóname amado Jesús por algunas veces no confiar en el amor que me tienes, manifestado en tu Resurrección, donde me abriste las puertas del cielo para alcanzar la vida eterna junto a ti. Señor Jesús multiplica cada día más en mi corazón la fe que necesito para ser valiente y no quedarme acomodado en mi dolor y sufrimiento, si no que salga con empeño y dinamismo a proclamar que estás vivo y presente siempre en mi vida. Te amo y te necesito. Gracias por tu misericordia.
Contemplación
1. Ella se vuelve y le dice «Maestro»
2. y dijo a los discípulos que había visto al Señor
Acción
1. En mis momentos de desesperanza recordar que el Resucitado me abrió un nuevo camino de amor.
2. Ser una herramienta del Maestro para que muchos sean receptivos al mensaje de salvación y logren alcanzar paz en su corazón en los momentos de aflicción.