Lectio Divina por Tamara Ruíz de Nicaragua
Buenos Días Hermanos Cristonautas, les deseo un día sumamente bendecido, a continuación comparto con ustedes la Lectio Divina del día Viernes 26 de mayo de 2017.
Invocación al Espíritu Santo:
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego santo y divino de tu amor, envía Señor tu Santo Espíritu y todas las cosas serán renovadas y renovarás la faz de la Tierra. Oh Dios que adoctrinaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos que sintamos rectamente y gocemos siempre de tu consuelo por Jesucristo Nuestro Señor.
Lectura
Evangelio según San Juan 16,20-23a.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar; el mundo, en cambio, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.» La mujer, cuando va a dar a luz, siente angustia porque le llegó la hora; pero cuando nace el niño, se olvida de su dolor, por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo. También ustedes ahora están tristes, pero yo los volveré a ver, y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar.
Aquél día no me harán más preguntas.»
Meditación:
Cristo siempre está con nosotros, aunque no lo veamos, siempre habrá una luz de esperanza en las noches de más grande inquietud.
El Papa Francisco señala que la ese don que nadie te puede quitar es la una alegría, una alegría incorruptible prometida por el Señor. Nuestra alegría según dice el Papa Francisco puede estar adormecida o tapada por el pecado o por las preocupaciones de la vida pero en el fondo, permanece intacta como el rescoldo de un tronco encendido bajo las cenizas, y siempre puede ser renovada. Por tanto es necesario seguir el consejo de San Pablo a Timoteo: atizar el fuego del don de Dios que hay en ti.
Si este evangelio se pudiese resumir en una sola palabra esa seria: Esperanza, en nuestra vida pasamos por ciclos donde los dolores siempre preceden a las alegrías o viceversa, porque nosotros nunca estamos en un estado de perpetua alegría o tampoco de perpetua tristeza o dolor, porque siempre hay una luz de esperanza en las noches más oscuras de nuestra vida.
En este pasaje el Señor nos dice que no estaremos solos, que el siempre estará con nosotros, y quizás el dolor que podemos sentir en nuestra vida se transformara en alegría cuando lo veamos de nuevo, pero tomando conciencia que vemos al Señor en medio del dolor, por ejemplo cuando entre las lágrimas esta un amigo haciéndonos reír, cuando quizás postrados en una cama por la enfermedad tenemos a nuestros padres dándonos un buen plato de sopa caliente, o cuando entre mortificaciones visitamos a Jesús Sacramentado para contarle nuestras penas, porque les aseguro que no hay quien que viviendo un momento de dolor y visito a Jesús en ese hermoso sacramento, no haya salido con un poco de alegría, esperanza o paz.
No perdamos la esperanza, Cristo siempre regresará, aunque no lo veamos. Pidámosle la gracia de darnos mayor confianza en su palabra, y así esperarle con alegría.
Oración:
Buenos días mi Señor.
Antes que nada quiero agradecerte por este don maravilloso de la vida, agradecerte por las bendiciones que derramas sobre la Humanidad entera.
Pedirte perdón por mis pecados y los del mundo entero.
Pero sobre todo decirte que te amo y te necesito en mi vida, pedirte que me regales confianza para poder verte en medio del dolor, de las preocupaciones y tragedias de mi vida, sentirte cercano a mí aunque mis ojos no te vean.
Lléname de tu presencia, de tu divina presencia que me regala la esperanza y la certeza de que yo gozo siempre de tu amor.
Amen.
Contemplación:
Repitamos:
Señor siempre estás conmigo, aunque no te vea y siempre tendré una luz de esperanza en las noches de más grande inquietud.
Acción:
Les propongo tres acciones:
1. Visitar a algún hermano que esté pasando un momento de dolor e infundirle mediante el anuncio del evangelio esa Esperanza de que Jesús está a su lado.
2. Visitar a Jesús Sacramentado y ofrecerle los dolores y preocupaciones que quizás en este momento de nuestra vida nos agobian.
3. Orar por los que sufren, en particular solidarizarnos con los hermanos de Venezuela que están sufriendo por la crisis política y económica.