Lectio Divina por Carmen Amelia Pérez Lizcano de Venezuela 🇻🇪
Invocación al Espíritu Santo
Señor, que en estos días que contemplamos fervientemente los misterios de nuestra fe, tu Santo Espíritu nos acompañe en cada hora.
Aliéntanos Santo Espíritu a no desfallecer, animamos, empújanos, muévenos contigo, porque solos no podemos.
Ayúdanos a vencer las tentaciones, convierte nuestra vida en una alabanza.
¡Ven, Espíritu Santo!
¡Ven, Espíritu Santo!
Amén.
Lectura
De la Buena Nueva según San Juan Juan 13,21-33.36-38:
Uno de vosotros me va a entregar… No cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces.
En aquel tiempo, Jesús, profundamente conmovido, dijo:
– «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús tanto amaba, estaba reclinado a la mesa junto a su pecho. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:
– «Señor, ¿Quién es?»
Le contestó Jesús:
– «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado.»
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo:
– «Lo que tienes que hacer hazlo en seguida.»
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús:
– «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: «Donde yo voy, vosotros no podéis ir.»»
Simón Pedro le dijo:
– «Señor, ¿a dónde vas?»
Jesús le respondió:
– «Adonde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañarás más tarde.»
Pedro replicó:
– «Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti.»
Jesús le contestó:
– «¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces.»
1. Identifica cada uno de los personajes y sus actitudes, gestos y acciones.
2. ¿Qué celebraban?
Meditación:
¿Por qué Jesús estaba conmovido? ¿Qué me conmueve hoy?
Si yo estuviera en la cena de Pascua con Jesús ¿Qué personaje sería? ¿El discípulo amado? ¿Pedro, quien más tarde negaría a Jesús? ¿Judas, quien lo traicionó? ¿Reconozco en mi vida la acción de Dios que se entregó por mí?
Oración:
Hoy me uno a la voz del salmista para orar con él las maravillas del Señor, por eso para la oración, les propongo el hermoso salmo del día que reconoce la presencia y la ternura de Dios desde mi juventud.
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre;
tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído, y sálvame.
Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa.
Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías.
Mi boca contará tu auxilio,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas.
Contemplación:
Repite a lo largo del día y con eco en el corazón:
«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él».
Compromiso:
Hacer un examen de conciencia reconociendo mis traiciones a Dios, mis negaciones, mis infidelidades.
Acercarme al sacramento de la reconciliación.
Hacer una obra de misericordia para que con mi vida Dios sea glorificado.