Lectio Divina de Santiago Molina de Argentina
Invocación al Espíritu Santo
Espíritu Santo Ven a llenarnos de ese amor que proviene del Padre y del Hijo.
Espíritu Santo Ven a llenarnos de esa sabiduría que tanto necesitamos en este mundo.
Espíritu Santo Ven a fortalecer nuestra voluntad para poder llevar a cabo aquello que el Padre quiere que pongamos en práctica. Especialmente aquello que nos quieres decir hoy en este texto. Amén
Lectura del santo evangelio según san Juan (14, 21-26):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
Le dijo Judas, no el Iscariote:
«Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?»
Respondió Jesús y le dijo:
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».
Lecture – ¿Qué dice el texto?
La escena proviene de la última cena y es parte de un gran discurso de Jesús que abarca del capítulo 13 al 17 del Evangelio de Juan.
Jesús les declara a sus discípulos que amarlo a Él es amar al Padre
Él mismo amará al que lo ama y se le manifestará (se le revelará)
Judas Tadeo le pregunta por qué no se revela al resto del mundo
Jesús no le contesta directamente, parece ignorarlo.
En realidad no lo ignora, lo corrige, le dice que aquel que guarda su palabra, lo ama, y también su Padre.
Que el Padre (y el Hijo) vendrán a hacer morada en ese (que lo ama).
La palabra de Jesús ES la palabra del Padre.
Él Paráclito (el Espíritu Santo) que enviará el Padre en nombre de su Hijo, les enseñará los hará recordar todo lo que es verdadero, bueno, bello y libre.
Meditación – ¿Qué me dice el texto?
Que Dios es amor, y que aquel que ama se une a Él.
Que obedecer los mandamientos no son una Obligación… son un acto de amor.
El que ama, ya está en unión con Dios, ya vive en su reino, ya a dejado que Dios habite en él, que el amor habite en el.
Pero también me recuerda que ese amor del cual Jesús habla, no es un amor cualquiera… que es un amor difícil de poner en práctica en este mundo plagado de egoísmo, de materialismo, de hedonismo.
Porque el amor del cual nos habla Jesús es un amor incondicional, un amor que busca el bien del otro y no solo el bien de uno. La palabra que usa Jesús (a través de Juan) para hablar del amor es la palabra ÁGAPE. El Evangelio de Juan fue escrito en Griego y esa palabra describe un amor incondicional, divino, sacrificial, que incluye todo y a todos (Judas creía que Jesús se limitaba a los doce).
Me pregunto:
¿Yo amo como Jesus me pide que ame?
¿Intento hacerlo?
¿De qué o de quién soy esclavo?
¿Qué me impide amar como ama Jesús?
¿Realmente quiero que Dios venga y haga su morada en mi?
Oración – ¿Qué le digo yo a Dios como respuesta?
Señor Dios, estoy convencido y totalmente enamorado de lo que me propones. No encuentro nada de lo que me propone el mundo y sus criaturas que se pueda comparar con lo que me propone tu Hijo.
Señor, desde que te conozco trato de vivir esa propuesta, pero me quedo corto. A pesar de estar convencido, soy débil y pecador. En mi interior no tengo duda alguna, pero cuando me llamas a las más difíciles, me dejo influir por presiones mundanas. No me merezco tu amor, tu Agape. Pero me consuelo con el hecho de que ese amor incluye tu misericordia divina. Aferrado a ese consuelo sigo confiando en que cada día me cambias más y más. Ayúdame, Señor, quiero que vengas con tu Hijo amado a hacer morada en mi.
Contemplación – ¿Cómo interiorizo la Palabra de Dios?
Durante el día busco lugares y tiempos donde pueda callarme, buscar un lugar apartado del ruido cotidiano y repito la frase:
“El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.”
Acción – ¿A qué me comprometo con esta Palabra?
A no darme por vencido. A seguir buscando la forma de amar a Dios y a mi prójimo. A estar consciente de invitar a Dios a que venga a morar en mí en todo momento. A arrepentirme cuando fallo, y a ser genuino en la búsqueda. A ser paciente conmigo mismo y con mi prójimo, quién es un ser humano como yo.
A perdonar, porque amar también es perdonar, incluso a uno mismo.