Evangelio del día – Lectio Divina Juan 1, 19-28

Lectio Divina por Diacono Santiago Molina de Argentina/USA

Buen día a todos.  Les comparto la Lectio de hoy.

Invocación al Espíritu Santo

Ven, Espíritu, ven.  Entra en nuestros corazones, nuestras almas nuestras mentes y todo nuestro ser.  Qué la Palabra que Tú inspiraste nos cambie. Amén.

Evangelio según San Juan 1, 19-28

Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?»

Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.»

Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»

Él dijo: «No lo soy.»

«¿Eres tú el Profeta?»

Respondió: «No.»

Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»

Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: «Allanad el camino del Señor», como dijo el profeta Isaías.»

Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»

Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»

Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

Palabra del Señor.
Gloria a Ti, Señor Jesús.

Lectura: ¿Qué dice el Texto?

Juan el Bautista da su testimonio a los sacerdotes y levitas sobre quién es.

El estaba llamando al pueblo a bautizarse y al arrepentimiento, a que volvieran sus rostros, sus vidas, a Dios.

Los sacerdotes y levitas y muchos más pensaban que él podía ser: 1) el Mesías, pero Juan se les adelanta y les dice de entrada que él no es el Mesías, o 2) Elías, profeta del antiguo testamento que fue llevado al cielo vivo en una carroza celestial (2 Reyes 2:11) y el cuál algunos pensaban iba a volver para preparar el camino del Mesías (Malaquías 4:5), pero Juan también lo niega, o 3) el Profeta, algunos estudiosos piensan que éste se refiere a “el profeta” prometido por Dios a Moisés en Deuteronomio 18:15.  Juan también niega ser ese profeta.

Confundidos, los sacerdotes y levitas le preguntan ¿quién eres, y por qué bautizas si no eres el Mesías, Elías, ni el Profeta?

El simplemente les responde que el es “la voz que grita en el desierto… y bautizo con agua … allanad el camino del Señor,,, del que no conocéis… del que no soy digno de desatar la correa de la sandalia… …”

Tenemos que tener en cuenta que en su respuesta de bautizar con agua… Juan les está diciendo a los sacerdotes y levitas que él hacía algo que era muy mundano, muy terrenal, en comparación con lo que El que iba a venir iba a hacer.  Le cuestionaban con qué autoridad el bautizaba si no era el Mesías, o Elías, o el Profeta.  Su respuesta indica que él no tenia pretensiones de poder o fama.  Desvía la atención a aquél que iba a venir (Jesús).  ¿Quién era Juan?  Un precursor, un ayudante, un portavoz, un simple trabajador de Dios.  De hecho se rebaja a no ser “digno de desatar la correa de las sandalias” del que iba a venir.  Es decir, no era digno de ser ni esclavo – en esa época, los que tenían esclavos y sirviente al llegar a su casa eran recibidos por sus esclavos o sirvientes, quienes se encargaban de desatarle las sandalias y así poder lavarles los pies.

En otras palabras, Juan se auto-disminuye sabiendo que aquél que iba a venir iba a ser tan pero tan grande e importante, que todo lo que el hacía – a pesar de causar un revuelo enorme en Judá- y todo lo que el significaba, eran prácticamente nada en comparación con lo que iba a hacer el que iba a venir (Jesús).

Meditación:  ¿Qué me dice a mí el texto?

Me lleva a preguntarme:

¿Qué hago yo para allanar el camino del Señor?

¿De quién soy la voz yo?  De Dios?, del mundo?, de mi mismo?

¿Las autoridades civiles e eclesiales se preguntan quién soy yo?

Y si lo hacen, ¿Estoy dispuesto a auto-disminuirme, como lo hace Juan, y a desviar la atención a otro? Y si lo hago, a quién apunto?

¿Cuáles son mis pretensiones?

El auto-disminuirse y no sentirse digno de desatar sus Sandalias no le impidió actuar a Juan, a ser voz y a allanar el camino… y yo, ¿actúo?

¿Cómo puedo ser voz del que grita en el desierto de este mundo arido de fe, esperanza y amor?

¿Cómo allano el camino del Señor?

¿Tengo el valor de imitarlo a Juan?

Oración:  ¿Qué le digo yo al Señor como respuesta a lo que El me ha dicho en este texto?

Señor, no soy digno de desatar tus sandalias, de que entres en mi casa, de servirte.  Pero confío en Tu amor, Tu misericordia, Tu paciencia.  Dame la voluntad, la sabiduría, la humildad y la fuerza para poder preparar tu camino.  Acompáñame en todo momento y no me dejes caer en la tentación del miedo, del orgullo, del egoísmo.  Cuando me sienta débil, fortaleceme, cuando me sienta orgulloso, humíllame, cuando te falle, perdóname, cuando me sienta perdido, encuéntrame, cuando me falten las palabras, aconséjame, cuando me sienta solo ámame.  Ayúdame a encontrar en Juan el Bautista un ejemplo de vida para que Tu Reino se haga realidad en las vidas de aquellos que encuentre en mi camino… Tú reino, no el mío.

Contemplación:  ¿Cómo interiorizo lo que me dice el texto?

Busco una palabra o frase basadas en el evangelio que me guíe(n) durante el día, la cuál puedo rumiar en todo momento para que me transforme interiormente.  Por ejemplo, repito:

“No soy digno, pero soy llamado”

O sino… “Me toca ser voz”

O sino… “Me toca allanar el camino”

O alguna otra palabra o frase que te toque a ti.

Acción:  ¿A qué me comprometo con Dios?

Me comprometo a meditar sobre la vida y misión de Juan el Bautista, a aprender de cómo responder al llamado del Señor a ser su discípulo misionero; a dejar de lado mi ego, y a actuar con convicción en mi vida y mis circunstancias, para que aquél que va a venir realmente venga y camine por el camino que yo he ayudado a allanar… para que El pueda realmente ser la Palabra que crea, que da Vida y que hace todas las cosas Nuevas.

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