Elizabeth Costilla, Coordinador Pastoral Juvenil Región Sur de Perú, Diócesis de Abancay, Perú; nos comparte sus comentarios del Capítulo 5, Número 138, de la Exhortación Apostólica Christus Vivit del Papa Francisco.
138. El amor de Dios y nuestra relación con Cristo vivo no nos privan de soñar, no nos exigen que achiquemos nuestros horizontes. Al contrario, ese amor nos promueve, nos estimula, nos lanza hacia una vida mejor y más bella. La palabra “inquietud” resume muchas de las búsquedas de los corazones de los jóvenes. Como decía san Pablo VI, «precisamente en las insatisfacciones que los atormentan […] hay un elemento de luz»[73]. La inquietud insatisfecha, junto con el asombro por lo nuevo que se presenta en el horizonte, abre paso a la osadía que los mueve a asumirse a sí mismos, a volverse responsables de una misión. Esta sana inquietud que se despierta especialmente en la juventud sigue siendo la característica de cualquier corazón que se mantiene joven, disponible, abierto. La verdadera paz interior convive con esa insatisfacción profunda. San Agustín decía: «Señor, nos creaste para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti».