Evangelio del día – Lectio Divina Lucas 10, 21-24

Lectio Divina
Martes 3 de diciembre de 2024
Martes I Semana de Adviento
Franklin Conil de Venezuela ✍🏻🇻🇪

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:

Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, llénanos de tu alegría y enséñanos a ser como niños para que al escuchar tu palabra podamos alegrarnos de la obra de Dios en nuestras vidas. Amén

LECTURA Evangelio según San Lucas 10, 21-24

21 En ese momento, por el Espíritu Santo, Jesús estaba muy feliz y dijo:
“Oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, te alabo porque le has escondido estas cosas a los sabios e instruidos y se las has revelado a las personas que son como niños. Sí, oh Padre, porque así te agradó hacer esto”.
22 “Mi padre me entregó todas las cosas. Nadie conoce quién es el Hijo, excepto el Padre, y nadie sabe quién es el Padre, excepto el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.
23 Entonces Jesús se volvió hacia los discípulos y les dijo solo a ellos:
“¡Felices las personas que pueden ver lo que ustedes están viendo! 24 Les digo que a muchos profetas y reyes les hubiera gustado haber visto lo que ustedes están viendo, pero no pudieron; y les hubiera gustado escuchar lo que ustedes están escuchando, pero no lo escucharon”.

Nos encontramos en el capítulo diez (10) del Evangelio de san Lucas, el evangelio de los marginados, de la oración y del Espíritu Santo. Tres aspectos que se ponen de manifiesto en este pasaje.
Los 72 discípulos acaban de regresar de la misión llenos de alegría maravillados por la obra que Dios había realizado por su medio.
En este contexto el Señor, que se encuentra de camino a Jerusalén, se llena del gozo del Espíritu Santo y alaba al Padre por haber revelado su obra a la gente sencilla.
En esta ocasión, Jesús vuelve a poner como ejemplo de humildad y sencillez a los niños, uno de los grupos marginados de su época, los cuales son capaces de asombrarse por la obra de Dios.

MEDITACIÓN:

Estamos ante un Dios que se revela a los que son como niños. Tal como decía el salmo de ayer “el Señor se descubre a los humildes”.
Por lo general, la instrucción y la preparación intelectual nos hacen perder la sencillez y la capacidad de asombro. ” Saber mucho de Dios” nos puede endurecer el corazón y dificultarnos contemplar con humildad su obra.
Por el contrario, la mente y el corazón humilde nos disponen para ver con facilidad la grandeza del Señor, asombrarnos por ello y alabarlo llenos de la alegría del Espíritu Santo.
Ciertamente Dios suele manifestarse, no en la opulencia sino en lo sencillo y humilde.
¡Somos dichosos al ver lo que nuestros ojos ven y escuchar lo que nuestros oídos oyen! Ojalá podamos comprender la grandeza de la obra de Dios y movidos por el Espíritu lo alabemos como la Santísima Virgen María en la casa de su prima Isabel.

¿Te alegras en Dios por la obra del Señor en tu vida?

¿Tienes un corazón sabio y entendido incapaz de asombrarse ante la sencillez de la grandeza de Dios?

¿Vives feliz por las maravillas de Dios en tu vida?

¿Te dejas llenar por el gozo del Espíritu Santo y Alabas a Dios por su grandeza?

ORACIÓN: Junto a Jesús y a María y llenos del gozo del Espíritu Santo alabemos a Dios Padre con el cántico del Magníficat:

Proclama mi alma
la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios,
mi salvador;
porque ha mirado la humillación
de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho
obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán
y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.

CONTEMPLACIÓN:

“Oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, te alabo porque le has escondido estas cosas a los sabios e instruidos y se las has revelado a las personas que son como niños. Sí, oh Padre, porque así te agradó hacer esto”.

ACCIÓN:

Te invito a alabar a Dios por su obra en tu vida.

Como ejercicio espiritual reflexiona sobre la sencillez y humildad de los niños.
Invoca al Espíritu Santo y pídele que te llene de su gozo.

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