🔺Breve ejercicio de Lectio divina para Cristonautas
del Martes 21 de mayo 2024
Martes VII Semana Tiempo Ordinario
Padre Antonio Arocha, desde Venezuela 🇻🇪
🟢Paso 0: Invoquemos al Maestro interior
Espíritu Santo, Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facultad para aprender, sutileza para interpretar, gracia y eficacia para hablar. Dame acierto al empezar dirección al progresar y perfección al acabar. Amén
🟣Paso 1: Vamos a leer Marcos 9, 30 -37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaban Galilea, pero él no quería que nadie lo supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le darán muerte, y tres días después de muerto, resucitará”. Pero ellos no entendían aquellas palabras y tenían miedo de pedir explicaciones.
Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntó: “¿De qué discutían por el camino?” Pero ellos se quedaron callados, porque en el camino habían discutido sobre quién de ellos era el más importante. Entonces Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: “Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.
Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: “El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe. Y el que me reciba a mí, no me recibe a mí, sino a aquel que me ha enviado”.
🔺Hagamos un breve estudio ¿Qué dice el texto?
Después del viaje privado, Jesús y sus discípulos llegaron a Cafarnaúm y entraron en casa, tal vez en la de Pedro. Allí el Señor les preguntó por la discusión que habían mantenido entre ellos en el camino. Pero ante la pregunta de Jesús, los discípulos sintieron vergüenza y guardaron silencio. La razón para tal comportamiento era doble: por un lado, habían venido discutiendo en el camino, lo que no era propio de los discípulos de Jesús, y ellos lo sabían, pero por otro, el tema de su discusión trataba acerca de cuál de ellos iba a ser el mayor junto a Jesús, lo que ponía una vez más en evidencia que no habían escuchado lo que Jesús les había explicado acerca de la cruz.
En cualquier caso, causa una profunda tristeza ver cómo Jesús iba hacia la cruz mientras que sus discípulos discutían sobre cuál de ellos era el más importante. ¡Qué pronto habían olvidado el solemne anuncio que Jesús les había hecho acerca de su muerte! ¡Qué solo estaba el Señor en el camino a la Cruz! ¡Qué poco entendían la clase de Mesías que era Jesús! Se puede afirmar con seguridad que el hombre no ha aportado nada a esta Obra de salvación.
El asunto era serio, así que Jesús «se sentó y llamó a los doce». Tomando la posición de Maestro, comenzó a enseñar a sus discípulos acerca de la aptitud que ellos deberían adoptar hacia el poder y la autoridad cuando emprendieran la misión de anunciar el Reino de Dios en el mundo.
Tristemente, la historia ha demostrado la importancia de esta lección y lo mal aprendida que ha sido por una parte importante de la llamada «cristiandad». ¡Cuántos abusos de poder y autoridad se han cometido en el nombre de Cristo! No es de extrañar que el mundo haya perdido el respeto por lo que considera manifestaciones incompatibles con lo que Cristo representó.
A continuación, el Señor pasó a ilustrar su enseñanza. Para ello tomó a un niño en sus brazos mientras seguía hablando a sus discípulos.
Es interesante observar la frecuencia con que los evangelios mencionan la presencia de niños alrededor de Jesús y su amor por ellos. Cada vez que necesitaba un niño, allí había uno. Pero este aprecio de Jesús por los niños no era frecuente en la sociedad judía de su tiempo. En aquel entonces los niños eran considerados como «un proyecto de hombre», y como tales, no eran tenidos muy en cuenta.
Por otro lado, si hay algo que caracteriza a un niño, es su dependencia de los adultos. Un niño no nos puede dar, siempre necesita cosas y cuidados. Entonces, ¿qué era lo que Jesús quería ilustrar por medio de aquel niño? El Señor estaba completando su enseñanza, y quería que les quedara claro que para llegar a ser grandes en el Reino de Dios, debían ponerse al servicio de los últimos de la sociedad; como los niños, que ni tienen riquezas, ni influencia, ni peso en el mundo.
La lección estaba clara: lo importante no era el niño, ni tampoco los apóstoles, sino Cristo, a quien de alguna manera éstos representaban en ambos casos.
🔴PASO 2: Vamos al segundo paso, la meditación: ¿Qué me/nos dice el texto?
También nosotros podemos discutir con los hermanos por cosas que nos parecen totalmente legítimas y honradas, pero cuando pensamos en presentárselas al Señor en oración tal vez empezamos a verlas como mezquinas y la misma vergüenza que sentimos nos obliga a callar. Este es un principio que nos puede ayudar a discernir la dirección del Señor para nuestras vidas: ¿Puedo presentar en oración al Señor con confianza lo que estoy pensando hacer?
Pero una vez que hemos identificado el orgullo de los discípulos, será necesario que veamos también el nuestro, porque uno de los pecados más comunes de la naturaleza humana es precisamente este. ¿Quién habría imaginado que unos sencillos pescadores pudieran estar movidos por un deseo de encumbramiento personal cuando seguían a Jesús? Pero este mismo pensamiento está latente en todo corazón humano. Con frecuencia todos pensamos que merecemos más de lo que los demás nos dan. A veces escondemos este orgullo bajo el manto de una supuesta humildad, pero finalmente lo que queremos es que los demás se fijen en nosotros y nos valoren. Otras veces se manifiesta por medio de celos y envidias, que desembocan en amargas discusiones y conflictos.
Es éste un pecado terrible que arruina el alma, porque se opone al arrepentimiento y ahoga el amor fraternal. Además de ser un pecado profundamente arraigado en el corazón humano y que no desaparece con facilidad. Los mismos discípulos que recibieron la reprensión del Señor, volvieron al mismo tema de discusión la misma noche en la que Jesús fue entregado.
Es necesario, por lo tanto, que si queremos seguir a Jesús, primero rompamos con los moldes de este mundo. Porque la grandeza en el Reino de Cristo no consiste en gobernar y recibir honores, sino en servir. No en buscar los primeros puestos, sino en ser los últimos. No en estar preocupados por el puesto que ocupo yo, sino en buscar que el otro ocupe un mejor puesto. No en buscar mi propio provecho, sino el de los demás.
Siempre somos dados a cultivar la amistad con aquellos que nos pueden hacer favores y que de alguna forma podemos sacar alguna utilidad de ellos, mientras que evitamos asociarnos con aquellos que sólo necesitan de nuestra ayuda y no nos pueden dar nada a cambio. Desgraciadamente el ser humano tiene esta tendencia. Pero Jesús nos enseña a buscar, no a los que nos pueden hacer favores, sino a aquellos a quienes nosotros se los podemos hacer. Preferiblemente a aquellos que no nos van a poder devolver lo que hagamos por ellos.
Ahora bien, «recibir a un niño en el nombre de Cristo», nos hace pensar, no sólo en niños de corta edad, sino también en cualquier hermano o hermana, por muy sencillo y torpe que sea.
🟡PASO 3: ¿Qué tendría que decirle al Señor?
Después de esta lectura y esta meditación.
Te invito a que hagas silenciosamente la siguiente oración: Aquí estoy, Señor, para darte ese tiempo de mi vida, que es muy poco, comparado con el tiempo que siempre tengo para trabajar, para distraerme y pasear. Es muy poco, pero quiero que sea tuyo y que será el mejor de mi tiempo porque es para ti.
Dame paz, tranquilidad. Auséntame de todas mis preocupaciones, quedarme vacía de todos los problemas y dolores que llevo en mi alma, muchas veces causados por mi equivocado proceder, y entregarme de lleno a ti.
Desconéctame, Señor, de las cosas de mi vida que tanto amo…. quiero que tu me ayudes a encontrar esa «perla escondida» que es aprender a vivir en la humildad.
A veces pienso, al acercarme a ti, que es el único momento en que siento mi nada, mi pequeñez, porque cuando te dejo y me voy a mis ocupaciones me parece que piso firme, que hago bien las cosas, muchas de ellas, muy bien y casi sin darme cuenta reclamo aplausos, reclamo halagos y me olvido de ser humilde, de aceptar, aunque me duela, mis limitaciones, mis errores, mis faltas y defectos de carácter, que siempre trato de disimular para que no vean mi pequeñez y cuando llega el momento de pedir perdón… ¡cómo cuesta! Qué difícil es reconocer que nos equivocamos, qué juzgamos mal, que lastimamos y rogar que nos perdonen.
🟢PASO 4: En la Contemplación
Te invito a mirar el crucifijo, no hay mayor ejemplo de humildad y servicio que la cruz de Nuestro Señor
🔴PASO 5: Te invito a leer estos propósitos que tenía Santa Teresa de Calcuta para cultivar la humildad
La lista con diferentes consejos para cultivar la humildad estaba destinada en un principio a las Misioneras de la Caridad, la congregación que fundó en 1950:
1. Habla lo menos posible sobre ti.
2. Mantente ocupado en tus propios asuntos y no con los de los demás.
3. Evita la curiosidad (se refiere a querer saber cosas que no deberían preocuparte).
4. No interfieras en los asuntos de los demás.
5. Acepta pequeñas irritaciones con buen humor.
6. No te detengas en las faltas de los demás.
7. Acepta censuras, incluso si no son merecidas.
8. Cede a la voluntad de los demás.
9. Acepta insultos y heridas.
10. Acepta el desprecio, ser olvidado y desatendido.
11. Se cortés y delicado incluso cuando seas provocado por alguien.
12. No busques ser admirado y amado.
13. No te protejas detrás de tu propia dignidad.
14. Cede en discusiones, incluso cuando tengas razón.
15. Elige siempre la tarea más difícil.